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Festival Mundial de la Juventud 1978: Cuba nos unió hace 40 años

Llegada de la delegación boricua al puerto de Cienfuegos. Al frente a la izquierda José Rivera Santana y detrás Luis Castro. A la derecha, Miguel Lozano, cubano miembro del buró de prensa del Comité Internacional Preparatorio del XI Festival. Foto: Archivo del autor

Este mes de julio del 2018 se cumplen 40 años del  XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en La Habana, con la participación de más de 18,500 mil jóvenes, provenientes de 145 naciones del mundo.

Llegan a mi mente muchos recuerdos inolvidables de esta gesta histórica, donde Puerto Rico tuvo una muy destacada representación internacional, que quiero compartir.

En ese momento histórico, decenas de organizaciones políticas, artísticas, religiosas y culturales de las más diversas tendencias ideológicas, llegamos a un acuerdo sin precedentes, para viajar como Delegación Nacional, a ese emblemático Festival, fundado en Praga, en 1945, justo al terminar la Segunda Guerra Mundial.

Recuerdo que celebramos diversas actividades, para recolectar los fondos necesarios y alquilar un avión fletado -solo para nosotros- con 140 delegados. Todos ellos fueron seleccionados democráticamente en Asamblea General del Comité Organizador.

Las más destacadas figuras artísticas, como Lucecita Benítez, Danny Rivera, El Grupo Taoné, Haciendo Punto en Otro Son, Moliendo Vidrio, Teatro del Sesenta, Teatro Anamú, Histriones, el artista plástico Luis Maisonet, el boxeador medallista centroamericano Alberto Mercado y el mártir Carlos Muñiz Varela, entre muchos otros, aceptaron formar parte de la delegación.

No olvido la imagen de la delegación en plena pista del aeropuerto de Isla Verde, con todas las maletas abiertas, para que los entrenados perros sabuesos de la Policía de Puerto Rico olfatearan nuestras pertenencias en la búsqueda de explosivos.

Nosotros habíamos tenido la confidencia de que se intentaría boicotear el viaje a Cuba, incluyendo la posibilidad de poner una bomba en el avión. Por eso le avisamos a las autoridades, por si pasaba algo, ellos quedaran implicados.

Por suerte, la ultra-derecha criminal,  compuesta por mafiosos cubanos exiliados, tan activa en aquellos tiempos de confrontación política no pudo ejecutar ninguna acción terrorista contra nuestra delegación.

La verdad es que el viaje a Cuba de 1978 implicó un muy arriesgado desafío al imperio y sus lacayos del patio, por el nivel de intolerancia y represión existente.

Al llegar a Jamaica, luego de dos horas de vuelo, participamos en un evento político masivo con el entonces Presidente de Jamaica, Michael Manley, que es imposible olvidar, por su diversidad cultural. Allí se consumía marihuana como un ritual entre toda la multitud, pasándose pipas y pitillos por doquier. El humo del “cannabis” llegaba hasta la tarima, pues era un espacio cerrado y también los dirigentes jamaiquinos la disfrutaban sin inhibiciones.

De ahí partimos en el tren, muy contentos y relajados, hacia Montego Bay, donde un gigantesco barco crucero de nombre Comandante Piñero, nos transportó durante más de veinte horas con muy mal tiempo, hasta Cienfuegos.

En mi caso, pasé toda la trayectoria del barco en proa, mareado y vomitando, por el brusco movimiento de la embarcación. Los demás formaron tremendo rumbón afro-antillano, donde los tambores anunciaban nuestra inmensa alegría. Al llegar por fin a tierra cubana, nos llevaron directo a las decenas de guaguas que nos esperaban en el puerto de Cienfuegos, para trasladarnos por vía terrestre hasta La Habana.

El pueblo cubano se había tirado a las calles y avenidas de las provincias de Cienfuegos, Santa Clara, Matanzas y La Habana, para darnos la bienvenida con banderas monoestreladas y del Festival. El lema del evento, se podía leer por doquier: “Por la solidaridad antimperialista, la paz y la amistad”.

Esa extensa travesía terrestre tomó más de ocho horas, lo que suman más de cuarenta horas de viaje entre el avión, el acto político, el tren, el barco y las guaguas para llegar a La Habana. Allí nos alojamos en el hermoso Parque Nacional Lenin, durante diez días.

Lo próximo fue la emocionante Inauguración Oficial del XI Festival, en el Estadio Latino Americano, ante más de cuarenta mil personas, que nos dejó impresionados, por la organización y el entusiasta apoyo del pueblo cubano. Allí llegamos los 18,500 delegados, marchando por las calles de La Habana, para escuchar el mensaje principal de Raúl Castro Ruz y a los más famosos artistas cubanos de la época. Entre ellos, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Sara González, entre otros.

Poco después se celebró la Gala Artística de Puerto Rico en el majestuoso Teatro Karl Marx. Esta resultó ser una de las más concurridas y aplaudidas del evento, debido a la calidad de nuestros artistas y el prestigio cultural de nuestro país.

En ese emocionante acto artístico se reunió el más extraordinario y variado talento boricua, en un evento internacional. Hubo más de diez agrupaciones, incluyendo cantantes,  teatreros, bailarines de danza moderna y poetas, que pusieron muy en alto nuestra bandera.

Más adelante, durante ocho días de sano compartir en diversas actividades culturales y políticas, la delegación logró educar y promover nuestra causa libertaria, con los representantes de los 145 países, en un ambiente de confraternización y felicidad plena.

Sorpresivamente, apenas llegando a Cuba, se confirmó la terrible noticia de los crueles asesinatos del Cerro Maravilla, el 25 de julio de 1978,  enlutando y desgarrando el alma de toda la delegación. Allá se supo que fue un agente encubierto de nombre Alejandro González Malavé, el traidor que había llevado a los jóvenes Carlos Soto Arriví (18 años) y Arnaldo Darío Rosado (26 años) a un pelotón de fusilamiento de la Policía, supervisado por el FBI.

Al otro año de 1979, también asesinaron cobardemente a uno de los delegados al festival, el entrañable y noble compañero Carlos Muñiz Varela. Esta ralea humana se ufanó de haberlo acribillado, indefenso en su auto, publicando las fotos de su cadáver, en su gaceta oficial. ¡Prohibido olvidar!

Han pasado ya cuatro décadas de las combativas campañas por la descolonizacion, en contra del servicio militar obligatorio, por la defensa de los recursos naturales del país y la democracia universitaria. ¿Cómo olvidar aquellas multitudinarias movilizaciones estudiantiles y patrióticas de la década del setenta?

Tampoco las acciones audaces de aquella época, como el viaje al XI Festival Mundial, en donde sobre todo, aprendimos la urgente y esencial necesidad de la unidad en la acción.

Recuerdo ahora la luminosa imagen de Fidel, dando por clausurado el festival, ante la masiva concurrencia en la Plaza de la Revolución, que nos inspiró a todos, con su emotivo llamado a la lucha antimperialista, de los 18,500 jóvenes progresistas del mundo allí reunidos y los cientos de miles de cubanos.

Por eso, a los 40 años del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de La Habana de 1978, estoy convencido, que nuestra delegación fue una hito histórico. Un capítulo de nuestra lucha centenaria por romper las cadenas de la esclavitud política, que es el colonialismo.

Este breve artículo es solo un tributo a los 140 jóvenes que nos representaron tan dignamente. Cumplo con mi deber de conmemorar y celebrar esta gesta, como una gran victoria del movimiento estudiantil y juvenil puertorriqueño.

Brindemos por esta página hermosa de nuestra historia, que nos señala el camino amoroso y solidario a seguir. Solo así conquistaremos la libertad y la justicia social, elevando nuestro desarrollo espiritual, como dijo El Apostol Jose Martí.

Así termina la canción tema del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de 1978, que nunca olvidaremos:

“Si tus manos fueran con mis manos, mil gaviotas que al volar, se reparten sol, amor y pan, seremos mil gaviotas más que vuelan sobre el mar. Que vuelan sobre el mar.”

En Video,  Haciendo Punto en Festival de la Juventud de 1978, en Casa las Américas

https://www.facebook.com/papo.coss/videos/10156391217350340/