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Depende de nosotros hacer realidad el modelo de prensa que soñamos

Ariel Terrero, presidente del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Desde el IX Congreso de la Upec los periodistas cubanos discutimos, analizamos y trabajamos para renovar el modelo de prensa de Cuba, animados por una serie de conceptos que han ido ganando consenso dentro y fuera del gremio.

Por razones históricas y políticas, nuestro modelo de prensa no saldrá a imagen y semejanza de ningún otro, sino de nuestras propias concepciones y necesidades, y de acuerdo con la dinámica de un socialismo también en renovación que nunca ha cerrado los ojos a la experiencia internacional. Cuba fue la primera nación del planeta que se decide por el socialismo en el contexto de una cultura de prensa occidental y moderna. Fuimos el primer país latinoamericano que contó con transmisiones de Radio y Televisión. El primer cable submarino del mundo se tendió entre La Habana y Cayo Hueso.

“Esa debió ser y puede ser aún una premisa válida para buscar un estilo de periodismo que sintetice aquellos criterios de modernidad y los valores políticos y humanistas de la nueva sociedad”, advirtió Julio García Luis.

La Política de Comunicación recientemente aprobada ofrece claves de cómo hacerlo frente a la compleja trama de cambios económicos, políticos, jurídicos y sociales que están en plena ejecución en el país. Mientras, se van consumando las definiciones estratégicas para fortalecer el consenso de la Revolución y su legitimidad en las presentes circunstancias y coyunturas regionales y globales, de modo que nos permitan procurar nuevos itinerarios para el proceso emancipador y de dignificación personal iniciado en 1959.

Tal renovación no se produce en la asepsia de un laboratorio, sino impelida por complejos acontecimientos internacionales que, aunque no suponen para Cuba un determinismo fatal, enmarcan inevitablemente el tiempo histórico en que se ejecutan los ajustes en el modelo socialista, los cuales resulta imposible eludir y no pueden ser reinterpretados exclusivamente desde el pasado.

La necesidad de renovar el modelo cubano de prensa es parte imprescindible de la Actualización del modelo económico y social de desarrollo socialista.

Hace más de un lustro, en su Informe al VI Congreso del Partido, el General de Ejército Raúl Castro, dijo directa y claramente que:

“La prensa cubana, en sus diferentes formatos, está llamada a jugar un papel decisivo con el esclarecimiento y difusión objetiva, constante y crítica de la marcha de la actualización del Modelo Económico, de modo que con artículos y trabajos sagaces y concretos, en un lenguaje accesible para todos, se vaya fomentando en el país una cultura sobre estos temas.”

Más aún, nos convocó a:

“…dejar atrás, definitivamente, el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública…”. Sin dejar de reconocer que  “a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, la mayoría de las veces (los periodistas) no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión”.

“La suma de estos factores -dijo- explica la difusión, en no pocas ocasiones, de materiales aburridos, improvisados y superficiales”.

Repasemos algunos impactos de los cambios políticos y sociales generados por el Partido en nuestro modelo de prensa:

A estas declaraciones se han sumado señales que constituyen evidencia y factor de aceleración del consenso político en la sociedad a favor de una transformación del modelo de prensa.

Desde la sociedad.

Crece la aceptación del valor estratégico de la comunicación social en cualquier modelo de desarrollo participativo que aspire a la sostenibilidad, la prosperidad y el éxito económico y político.

Desde las tecnologías.

La revolución del escenario mediático en el mundo y en Cuba por la expansión de nuevas tecnologías, vías y plataformas de comunicación, impone la transformación de un modelo de prensa que nació en otras circunstancias históricas, políticas y mediáticas.

Desde los medios.

Aunque con objetivos y resultados variables en cuanto a la profundidad, crece el número de medios de prensa en Cuba que estudian innovaciones en modos de funcionamiento y principios de su modelo de gestión editorial y de gestión económica. Los más avanzados ya ensayan algunas de esas innovaciones, a pesar de trabas que encuentran en un sistema de comunicación desactualizado y en un modelo económico y social también lastrado por prácticas burocráticas y verticalismo excesivo.

Desde la academia.

Ha crecido la contribución y profundidad del examen de la prensa cubana del presente desde la academia. En las carreras de periodismo de universidades cubanas -de La Habana, Holguín y Santiago de Cuba, con resultados más loables- han ganado peso las tesis de licenciatura, maestrías y doctorados que priorizan el examen del modelo vigente.

Sabiamente, los medios de prensa más inquietos de cara a la renovación de su modelo de gestión editorial y económica tienden a prestar más oído a estas reflexiones y propuestas surgidas de la academia y a las nuevas hornadas de profesionales que se formaron bajo premisas técnicas y de razonamiento que superan los antiguos esquemas.

Desde la organización de los periodistas.

Entre los profesionales se ha reiterado la necesidad de salvaguardar el carácter político y clasista de nuestra prensa, la propiedad social en que ella se sustenta, y el papel dirigente del Partido como fuerza de vanguardia de la sociedad.

El cambio en la prensa, como es obvio, no puede abrirse paso aisladamente, sino en el entorno de un perfeccionamiento integral y de raíz endógena, ordenado e inteligente, de nuestro sistema social y debe convertir a los profesionales en agentes de esa transformación, y reconocerlos como tales para que sus contribuciones sean fértiles, efectivas.

De manera reiterada, la Upec ha promovido en esta etapa encuentros, talleres y estudios para examinar y proponer alternativas revolucionarias del modelo de gestión editorial y de gestión económica.

Una comisión de periodistas desarrolló a partir de 2013 propuestas para la renovación del modelo cubano de prensa y promovió su análisis colectivo en el Pleno del Comité Nacional y en otros espacios de debate, a fin de enriquecer el proceso de reflexión colectiva, alentar el espíritu innovador y hacer sus propuestas propias de renovación.

Después de estudiar documentos políticos y jurídicos y propuestas de varios medios de prensa, esta Comisión de la Upec concibió un Proyecto de Bases para un Modelo de Gestión Estratégica de la Comunicación Social, con definiciones conceptuales sobre la estructura del sistema de medios de comunicación masiva, formas de propiedad, la economía de la comunicación y formas de financiamiento.

Ese esfuerzo realizado desde la Upec contribuyó de manera sustancial a que la  Política de Comunicación del Estado y el Gobierno, recientemente aprobada, incluya entre sus definiciones que:

La transformación hacia un modelo que abra los ojos a sus propios valores, en este caso los valores de la prensa y del periodismo cubano en todos los tiempos y en el presente, sería un camino seguro a la materialización de nuestros sueños. No subestimemos las lecciones que nos deja lo ocurrido en otras sociedades que intentaron construir el socialismo reduciendo la experiencia del periodismo como forma de la comunicación social a un instrumento de clase, ideológico y político, no siempre bien entendido ni siquiera en ese sentido, y subestimando su condición cultural, civilizatoria, como práctica humana y como forma de conocimiento y relación con la realidad.

Dicho de otro modo, en tanto civilización y cultura, las mejores experiencias y desarrollos profesionales del periodismo, sin importar dónde ellos se han producido, deben ser en principio incorporados al ejercicio de la prensa socialista y servir bajo sus banderas ideológicas, junto con los méritos y éxitos del periodismo revolucionario cubano, que no han sido pocos en casi seis décadas.

La mejor prueba es su tributo durante más de medio siglo a la legitimidad de una Revolución y un sistema político socialista que ha sobrevivido a los embates del imperialismo más rudo y desalmado, y a coyunturas históricas globales que ahogaron a otras naciones que se plantearon proyectos socialistas.

No descubrimos nada nuevo si decimos que no se ha desarrollado un modelo de prensa genuinamente socialista en ninguna parte del mundo. Nuestra prensa tiene el imperativo de contribuir a salvar este vacío y descubrir las potencialidades que la nueva sociedad ofrece al desarrollo del periodismo.

Un enciclopedista cubano que muchas y tempranas definiciones hizo sobre prensa y periodismo, José Martí, nos legó pensamientos obligados y muy oportunos a la hora de repensar hoy el modelo de prensa cubano:

“Tiene la prensa periódica altísimas misiones; es la una explicar en la paz, y en la lucha fortalecer y aconsejar; es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que rige, y ya que tantas graves cuestiones preocupan en una nación que asciende de una situación vacilante y anómala, a la de tierra dueña y libre, ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han menester más seria y urgente reforma. La prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo."

El socialismo puede y debe auspiciar una prensa más veraz, atractiva y de mayor calidad que el capitalismo. El hombre socialista debe estar mejor informado y el rasgo esencial que distinga a nuestra prensa, más que en los temas objeto de información, debe radicar en el análisis e interpretación de esos hechos.

Con la mirada en ese horizonte, tenemos los periodistas el deber de contribuir a hacer posible un desafío que implica a toda la sociedad, a toda nuestra nación. Se lo debemos a nuestro pueblo y al genio de dos periodistas políticos cubanos y universales: Martí y Fidel. El uno, creador de un cuerpo de ideas y un ejercicio periodístico cuya brillantez todavía nos estremece. El otro, intérprete de aquel legado, y creador al mismo tiempo de un modo insuperable de conectar con el pueblo desde sus dotes de comunicador excepcional y movilizador que fue siempre el primer movilizado.

Deslumbrado por el alcance de las nuevas tecnologías, Fidel ideó y nos dejó una obra todavía en construcción: la Universidad de las Ciencias Informáticas, prueba de su eterna juventud y su sorprendente capacidad para aproximarnos el futuro.

Si no lo hubiera dejado escrito -y lo hizo- bastaría pensar en su fascinación por Internet y su aviso de que se había inventado para nosotros, los pobres de la tierra, necesitados de conectar y articular voluntades de cambio desde plataformas novedosas, con mensajes que en otras épocas costaba fortunas difundir.

Nuestro actual Presidente, apasionado defensor de esa filosofía, nos reafirma en la esperanza y la necesidad de suplir nuestras limitaciones materiales con una más profunda y sistemática apropiación del conocimiento y de la tecnología a nuestro alcance.  En esos ideales se sustenta el modelo de prensa que sueña Cuba.

De nosotros depende, en buena medida, hacerlo realidad.