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Cinco claves de las elecciones presidenciales en México

“Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, se lamenta desde hace dos siglos el pueblo mexicano, el mismo que está llamado a las urnas el próximo domingo en unos comicios marcados por la convulsa relación con el vecino del norte, la corrupción enquistada en el sistema político, la violencia endémica y la guerra sucia contra el candidato progresista Andrés Manuel López Obrador, quien parece más cerca que nunca de llegar a la presidencia.

López Obrador lidera las encuestas al frente de la coalición “Juntos Haremos Historia”, liderada por el partido Morena. Le siguen el candidato del derechista Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya, de la coalición “Por México al Frente”, y José Antonio Meade, representante de la agrupación “Todos por México”, que incluye al gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).

De acuerdo con la ley electoral mexicana, quien obtenga la mayoría de los votos se lleva la victoria y se convierte en presidente por un periodo de cinco años y diez meses, sin posibilidad de reelección.

Cubadebate comparte con sus lectores cinco claves sobre los comicios en la nación azteca y su importancia para la región.

1. El regreso de la izquierda


Tras seis años de gobierno de Enrique Peña Nieta, en los que creció el descontento de los mexicanos con el sistema de gobierno y aumentó la brecha económica entre ricos y pobres, el voto protesta contra la clase política tradicional es uno de los grandes protagonistas.

A escasos días de las elecciones, el candidato de la izquierda mantiene una ventaja de dos dígitos frente a su rival más cercano, de acuerdo con un sondeo de las firmas GEA/ISA divulgado el lunes último por la agencia Notimex.

López Obrador, que cuenta con un 35 por ciento de intención del sufragio, parece decidido a hacer valer el dicho de que “a la tercera va la vencida”.  De lograr la victoria, establecería un programa de cambios profundos en la sociedad mexicana, con énfasis en los servicios sociales como salud y educación, al tiempo que revisaría las políticas de liberalización económica de los últimos años, en especial las del estratégico sector de los hidrocarburos.

A pesar de que la inmensa mayoría de los partidos mexicanos y los medios se han concentrado en ataques contra el representante de Morena, el descrédito de la clase política tradicional juega en su favor.

La apelación al miedo y las denuncias de un supuesto apocalipsis económico en caso de que gane la izquierda, calan cada vez menos en un electorado decepcionado por los últimos gobiernos y con muy poco que perder.

La victoria de López Obrador en México, una nación con larga tradición revolucionaria, supondría un impulso para la causa progresista en América Latina, que registró duros reveses en los últimos años en países como Argentina y Brasil.

2. El costo de hacer política

Un total de 130 políticos fueron asesinados en México en la etapa comprendida entre el comienzo del proceso electoral, el 8 de septiembre del 2017, y el 25 de junio último, según el “Indicador de Violencia Política en México 2018”, elaborado por la consultora Etellekt.

De acuerdo con la misma fuente, se registraron un total de 543 agresiones en contra de políticos en todo el país.

Las agresiones se registraron en 343 municipios de la nación azteca, donde la violencia organizada es uno de los factores que limita la participación ciudadana y promueve la abstención en las urnas.

Los políticos no son los únicos que se exponen al peligro. Los asesinatos de profesionales de la prensa mexicanos han dado la vuelta al mundo en forma de denuncias sobre la preocupante situación de las libertades civiles en el país.

Con 44 muertes registradas, el sexenio de Peña Nieto es el más letal para los periodistas, de acuerdo con datos de la organización Artículo 19.

La vida puede ser el precio de hacer política en México o escribir o reportar sobre ella, una condición con la cual difícilmente puede convivir cualquier sistema político.

3. El cáncer de la corrupción

El Índice de Percepción de la Corrupción del 2017, que elabora el organismo Transparencia Internacional, ubica a México en el escalón 135 de 180 países. Es el país peor evaluado entre los miembros del G20 y los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).

La debilidad de las instituciones de la nación, el avance del crimen organizado y la sensación de impunidad ante sonados crímenes como la desaparición de 43 estudiantes, dibujan un panorama desolador para los electores mexicanos.

Esa realidad cala en especial entre el 50 por ciento del padrón que tiene menos de 39 años, del cual casi un quinto votará por primera vez. Las encuestas indican que la mayoría apuesta por una transformación moral del país y no es favorable a apoyar las opciones políticas tradicionales, responsables del estado actual de cosas.

4. La brecha social y económica

La desigualdad social es uno de los grandes problemas de México. Foto: Emequis

El próximo presidente mexicano tendrá que hacer frente a un país con cerca de la mitad de la población en la pobreza, 53,3 millones de personas, según un estudio de la agencia de cooperación británica Oxfam.

Además, 10 millones personas enfrentan condiciones de extrema miseria en el país del multimillonario Carlos Slim, una de las personas más ricas del mundo.

Mientras los ingresos aumentaron de manera sostenida en las últimas dos décadas, la pobreza se ha mantenido estancada y las fortunas de los ricos han crecido exponencialmente.

Según el estudio de Oxfam, el 1% de los mexicanos acumula el 21% de la riqueza del país.

Esta situación se perpetúa en el tiempo y se hereda de una generación a otra. Un estudio reciente financiado por la OCDE revela que la mitad de los mexicanos que nacen pobres, lo serán toda su vida.

5. El muro en el norte

El presidente Trump aseguró que México pagaría por la construcción del muro. Foto: NYT

La nación azteca es la primera línea de contacto con los Estados Unidos en la era de Donald Trump, con sus políticas de construcción de muros y medidas económicas proteccionistas, que amenazan a aliados y rivales por igual.

El escándalo desatado por la situación de miles de infantes separados de sus padres en la frontera entre ambos países puso de relieve las consecuencias humanitarias de la política migratoria de Trump, quien llamó “asesinos y violadores” a los mexicanos que son el sostén económico de muchos sectores de la economía norteamericano.

Aunque el presidente firmó esta semana un decreto para poner fin a la práctica de la separacón, pocos dudan de que las tensiones fronterizas estén cerca desaparecer.

Durante la campaña electoral en el 2016, el candidato republicano prometió la creación de un muro en la frontera con México y añadió que el gobierno de ese país sería el responsable de pagarlo.

Le idea no desapareció con su llegada a la Casa Blanca y aún se mantiene como una afrenta a la soberanía del país vecino y un freno a las relaciones bilaterales.

Más allá de la migración, el escenario tampoco es favorable. Las medidas proteccionistas de Washington empezaron por el acero y el aluminio y ahora amenazan con extenderse a otros sectores como la fabricación de autos y mercancías con alto valor añadido.

Asimismo, la administración Trump puso a revisión el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y presiona con fuerza por mejores condiciones para Estados Unidos, que es la principal economía de la alianza que incluye también a Canadá.

Un movimiento en ese sentido tendrá un impacto en la economía mexicana, que depende en gran medida de sus exportaciones a los países del TLCAN.

En cualquier caso, el próximo presidente mexicano estará obligado a lidiar con su vecino del norte, defender sus interesas y mantener al menos una posición soberana, que no traicione el voto de quienes lo apoyarán el próximo domingo ni ofenda la dignidad del pueblo mexicano.