“Patria o muerte, hemos vencido”

Diciembre de 1976, constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Foto: Diario Granma

Tuve el privilegio de asistir a la Constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, el 2 de diciembre de 1976. Era viernes, pero para los cubanos no fue un día como cualquier otro. Habíamos vivido, desde comienzos de ese año, un largo proceso de Institucionalización del país.  Reordenamiento total: nueva Constitución, nueva división territorial, nuevos ministerios, creación de gobiernos locales, las primeras elecciones para la mayoría. La nación dio un vuelco y cayó de pié. Pletóricos de esperanzas y proyectos, estábamos siendo testigos de una jornada memorable.

Las entonces rojas cortinas del Teatro Carlos Marx, fueron recogidas lentamente, y allí, sentado para dirigir lo que allí iba a ocurrir, estaba, tal y como exigía la Ley, el diputado de más edad: Juan Marinello Vidaurreta, abogado, poeta, ensayista, maestro, y hombre de la vanguardia intelectual y la política cubana; actuaban como secretarias las compañeras Lucía Perdigón Martín y Ramona Curbelo Hernández, las dos diputadas más jóvenes.

Desde mi lugar, periodista de BOHEMIA recién estrenada en la profesión, fue una experiencia extraordinaria, a la que sucedieron 28 años largos escribiendo acerca de estos temas, entrevistando diputados, visitando casi todos los rincones del país, madurando, desde la práctica: la Democracia, concepto tan llevado y traído por el mundo, tan utilizado como bandera sobre todo en mano de quienes no la ejercen.

Los detractores de la Revolución Cubana, dos palabras que llevan intrínseco: gobierno, Partido y el pueblo, llevan 60 años atacando a Cuba por su ausencia de democracia, y pueden existir elementos discutibles en este sentido, pero ninguno de ellos afecta el derecho a la salud y educación gratuitas, ni la igualdad de derechos sin discriminación por sexo o raza, ni el derecho al trabajo y otras muchas más oportunidades que tenemos los cubanos que por habituales, ni las vemos.

No voy a explicar ni tratar de convencer a nadie de que el sistema electoral es el mejor, ni de si es el más democrático o no, sólo les remito a que busquen información y estudien otros métodos electivos que existen en el mundo, sobre todo los referidos a los países más desarrollados del planeta.

He sido testigo de decenas de sesiones de la Asamblea Nacional, y de Asambleas locales, de cientos de reuniones de circunscripción entre los años 1977 y 2003, y puedo dar fe de que no es el sistema, son los hombres y la aplicación de determinadas directivas, quienes llevan sobre sus espaldas la responsabilidad de los errores que hemos sufrido.

Tampoco podemos pasar por alto las vicisitudes económicas vividas en los últimos años, de los 40 que tiene el Parlamento. La cantidad de ataques de todo tipo para impedir el desarrollo económico y desprestigiar a Cuba, no sólo desde fuera, sino desde dentro por parte de seres oportunistas que se arrogan el derecho de criticar la Revolución de frente, o lo que es peor de forma solapada, mordiendo la mano que les dio de comer, que los hizo lo que son.

Las dificultades económicas son el peor enemigo del avance de nuestro sistema democrático, pues un delegado de circunscripción que soluciona los problemas más acuciantes de la gente, que repara viviendas y avenidas, que facilita trámites, que propicia beneficios para la localidad, siempre será un buen delegado. Pero ese hombre o mujer que ni tiene recursos, ni administra, y a veces ni tiene el apoyo de las entidades administrativas. Ese representante del gobierno en la base, tiene aún -40 años después- un reto extraordinario.

Aunque ahora hubo una renovación del 42 por ciento, ello es referido a la octava Legislatura, pero permanece en el Parlamento un número importante que son fundadores y comprenderán mejor lo que digo.

Dentro y fuera de Cuba había muchas expectativas acerca   acerca de ¿Quién sería el nuevo Presidente?, ¿Cuáles serán los cambios? El cubano, -que en ocasiones no muestra su educación formal-, tiene sin saberlo, una alta instrucción política, y en los últimos meses el tema obligado en reuniones de amigos y familia, era: ¿Qué pasará en Cuba a partir de que Raúl deje la Presidencia del país? Los alumnos más avanzados decían, que en la práctica inmediata: “no pasará nada”, pero en el camino hacia el futuro: “será mucho y notable”.

Comparto con ustedes las palabras de Fidel en la constitución de la Asamblea Nacional del Poder popular aquel 2 de diciembre de 1976:

“Solo nos resta un acto formal: expresar que en este instante el Gobierno Revolucionario transfiere a la Asamblea Nacional, el poder que desempeñó hasta hoy. Con ello el Consejo de Ministros pone en manos de esta Asamblea las funciones constituyentes y legislativas que ejerció durante casi 18 años, que es el periodo de más radicales y profundas transformaciones políticas y sociales en la vida de nuestra patria. ¡Que la historia juzgue objetivamente esta época!...

“Por mi parte soy, queridos compañeros, un incansable crítico de nuestra propia obra. Todo pudimos haberlo hecho mejor desde el Moncada hasta hoy. La luz que nos indica cuál pudo haber sido la mejor variante en cada caso es la experiencia, pero ella desgraciadamente no la poseen los jóvenes que se inician en el duro y difícil camino de la Revolución. Sirva esta, sin embargo, para aprender que no somos sabios y que ante cada decisión puede haber tal vez alguna superior.

“Si tuviera el privilegio de vivir otra vez mi propia vida, muchas cosas las haría diferente de como las hice hasta hoy, pero puedo a la vez asegurarles, que toda mi vida lucharía con idéntica pasión por los mismos objetivos por los que he luchado hasta hoy.”

Estimo que dichos pensamientos no merecen comentarios, por la visión tan clara, y tan adelantada.

Aquel 2 de diciembre de 1976 quedaron para siempre en mi memoria las últimas palabras del discurso de Juan Marinello cuando quedó constituida la Asamblea Nacional, palabras que si echamos un vistazo a lo hecho y a lo no hecho en los últimos 40 años, tienen indiscutible vigencia para un momento como el que vivimos hoy. Dijo entonces Marinello: “Patria o muerte, hemos vencido”.