- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Es mi Apóstol

Foto: Archivo.

No soy un estudioso de Martí. Lo reconozco. He tenido la inmensa suerte de haber leído desde mi infancia, sin imposiciones, sus escritos, discursos y pensamientos. Y me seduce el verbo oportuno y sincero, la palabra directa, la metáfora más clara y la enorme esperanza que transmite su obra. A veces recurro a él cuando me confunden las acciones de otros. Y les puedo jurar que siempre hallo un remanso, aunque se trate de un llameante discurso.

Por estos días se ha hablado mucho de él. Creo que de vez en cuando es necesario despertarnos y pensar en cuánto nos ayuda regresar a Martí y su legado. Y no hablo de asustarnos ante el librero y aquella edición de 28 ejemplares de sus Obras Completas. Se trata de encontrar lo que necesitamos en momentos y coyunturas en las que su mano en nuestro hombro se hace imprescindible.

Y es que no hay nada más lejano de la comunicación que el insulto. La profanación del noble símbolo no puede confundirse con transgresión rebelde, pues el que profana ex profeso sabe que tiene que enfrentarse a la repulsa masiva por su acto. El sacrilegio repugna, más aún cuando las bases de una nación están bastante  bien apoyadas en el pensamiento del Apóstol.

He estado varias veces en Santa Ifigenia. He bajado mi cabeza ante su tumba. Y cada vez que lo hago me lleno de una energía que solo pudiera compararse con esas vibras extrasensoriales de las que hablan las fantasías literarias. No es por gusto que eso sucede. Martí es un gran CUBANO.

Siempre ha sido mi Apóstol. Ni coyunturas ni opiniones de otros han podido quitarle ese título. Cómo mencionó un gran martiano, Eusebio Leal, Apóstol es quien lleva una palabra, quien transmite un mensaje. Por lo tanto, no es posible despojarle de ser eso.

Pensemos más en él. Ese ser humano que sufrió, amó, luchó y legó. Yo creo en él. Y cada 19 de Mayo miro al sol, aunque me queme un poco la vista. Es  la manera de expresar mi gratitud a aquel que tantas profecías ya cumplidas hizo.

Es mi Apóstol. Por lo tanto, quien lo insulta está agrediendo mis creencias. Y me permito criticarlo, con decencia y sin gritos. Porque: La crítica es el ejercicio del criterio: destruye los ídolos falsos, pero conserva en todo su fulgor a los dioses verdaderos”.