Cubadebate Goles son amores: Gestos

Fernando Torres y Diego Simeone. Foto tomada de Pulse.

Hay, en cada período, una cuestión primigenia y definitiva a la vez: la caducidad de los gestos. Toda etapa acaba con un movimiento que confirma la fatiga, la decepción o la novedad. En cualquier caso, la expresión sería, a duras penas, testimonial: la historia a través de gestos es una historia, a priori, necia. Todo ademán sería invasivo y supondría demasiados conflictos interpretativos. Simeone, cuando le preguntan si haría todo lo posible para que Fernando Torres siguiese en el Atlético, parece solemne y fugaz. Parece el Simeone del traje negro. Parece el Simeone del 2016 que redacta (aunque a veces sea un dictado interminable) el libro Creer: el desafío de superarse siempre. Cerca del final, como si estuviese en una rueda de prensa hace cuatro días, escribe: “es bueno tener un ídolo en el equipo, mientras responda. Cuando ya no lo hace, debe ir al banco. El problema para el entrenador nace cuando el equipo pierde y el ídolo se encuentra fuera del campo. Es una situación muy contradictoria, porque el hincha siente amor por aquella figura que tantas alegrías le otorgó en el pasado, pero, además, desea que su equipo gane. Entonces, llega un momento en el que el técnico debe decidir lo mejor para el equipo. De todos modos, siempre se encuentra abierta la posibilidad de incurrir en el enojo de los simpatizantes”.

El 'Cholo' nunca ha sido un tipo pop. Entiéndase pop en un sentido esnobista. Rechaza lo ecléctico y dispara frases que se vuelven consignas. Pese a ello, no es un tipo pop. Hay lugares donde las consignas son espontáneas, donde las consignas son, hasta cierto punto, no-consignas. No es eficaz en lo instantáneo. No es, tampoco, eficaz en lo estético. Su estilo se basa en los espacios: el fútbol sin el fútbol, que es el único deporte díscolo donde las representaciones parecen despectivas y los antojos, estoicos. Si resuelve que no está dispuesto a retener al ídolo, debe ser porque el ídolo es, en las últimas instancias, un paradigma figurativo que raras veces salva. Es el fútbol un lugar donde el ídolo, cuando se acerca al final, no es necesariamente épico. En esos casos, cualquier guiño podría ser retrospectivo, cualquier maniobra podría evocar gloriosas fechas preliminares. Torres calla ante tanto revuelo. Después de tantos años tiene poco que demostrar. Después de tantos años el silencio sigue siendo un gesto que fatiga.