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Desiderata mínima para el acto máximo de vivir un nuevo año

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Desear es querer, es soñar. Es también tener esperanza. Es mirar desde el bienestar posible, y la felicidad merecida. Es crear, favorecer, construir. Desear es amar, sentir profunda y comprometidamente. Por eso deseo…

Que el alma cubana sea más cubana, en su universalidad y su insularidad. Sea el cultivo de los valores, de lo autóctono, la inteligencia vital del desarrollo, el combustible de la producción cultural nacional, la energía que mueve en Cuba las aspiraciones y realizaciones de todos y cada uno de nosotros.

Que la luz de lo hecho no se empañe, ni ciegue. Avancemos lo posible (y un poco más) desterrando lo obsolescente, abriendo caminos creativos, plurales, diversos, pero siempre compartidos. La cultura de la vida sembrando cada día en la tierra fértil del porvenir. El trabajo ha de hacer la cosecha.

Que nadie viva en la abundancia de lo superfluo, mientras otros viven en la falta de lo básico. Que no existan ni ricos ni pobres, sino cubanos y cubanas que extienden sus beneficios a los menos beneficiados y hacen de la solidaridad un principio de justicia humana. Sea la distribución de las riquezas, y no su acumulación, un principio ético de cada ciudadano de nuestro país.

Que las distancias sociales, que avanzan peligrosamente, sean las mínimas posibles, y no alcancen nunca el límite en el que convocan a la exclusión y a la desintegración de la sociedad, a la pobreza (económica y espiritual) y a la baja autoestima, a la envidia y al odio. La diversidad es riqueza, es una potencia cultural que la historia nos regaló a fuer de conquistas y reivindicaciones.

Que nadie confunda responsabilidad con poder, posición con privilegio, status con impunidad, gobierno con decisión unilateral, deseo con obligación. Los de arriba no son sino los de abajo, y estos los de al lado, porque la dimensión de lo justo no es vertical, sino horizontal.

Que los disfraces de moda no acaben por desvanecer los trajes auténticos de la humildad, la simplicidad. Y el culto al tener, sea remplazado día a día por el apostolado de ser una buena persona. Estar es siempre condicional. Ser es siempre incondicional.

Que nos acerquemos mucho más en lazos humanos, que en redes sociales. Y nos miremos, nos hablemos, nos abracemos llenos de afecto y buenas vibraciones, para que los avances tecnológicos no roboticen nuestras emociones y nuestras formas de expresarlas libremente, y sí sean puentes que superan las largas distancias y facilitan las intencionalidades más virtuosas.

Que la malsanidad, la vanidad y la egolatría no ganen adeptos. La complicidad con lo que engañosamente brilla no solo es mediocridad, sino una degradación que desvirtúa el sentido humano de la existencia. Nadie es mejor que cuando es bueno para todas y todos. Y ser bueno es algo que podemos con solo quererlo.

Que nos movamos en la dirección de la felicidad- esa meta que por momentos se aleja, y luego se vuelve a acercar, para que la sigamos buscando siempre. La prosperidad no es un fin, es un modo de vivir para alcanzar la paz, la buenaventura, ese mejor mundo posible que nos pide acercarnos y no alejarnos.

Que seamos capaces de unirnos en una visión de futuro, compartida, construida entre todos y todas, y que tengamos la fuerza y el empeño para avanzarla hasta allí donde ya sea una nueva visión de los que vienen un poco después. Que soñemos una Cuba mejor. Que queramos esa Cuba mejor. Que seamos capaces de luchar juntos por esa Cuba mejor.

Desear es hacer. Hagámoslo. Vale la pena.