Cubadebate Goles son amores: El cuerpo y las manos (+ Video)

Jan Oblak, para quien esto escribe, fue la figura del triunfo 1-0 ante el Málaga. Foto: @mandapelotas.

Todo, hasta cierto punto, tuvo que ver con el cuerpo y las manos de Jan Oblak. El regate de Correa a Ricca, que acabó luego en el gol de Griezmann, fue una maniobra vulgar; algo que, si se mira desde alguna perspectiva menos matemática, no debería importarle a casi nadie.

Hace pocos días nos habían vendido que cuando Correa tenía diez años falleció su padre y, durante un tiempo, el único ingreso que entró en su casa era el dinero que ganaba de pequeño, jugando al fútbol. Con eso, leíamos, comían sus hermanos y su madre. Pasó, además, por una operación en el corazón al poco tiempo de firmar el contrato en las oficinas del Atlético. “No tenía miedo de si me iba a morir, quería que saliera todo bien porque otra cosa que jugar al fútbol no sabía hacer”.

Pudiera valorarse, a priori, que después de aquellas líneas, el caño a Rosales debería estar cercano a la épica o, en el más extremo de los casos, importa demasiado como para estar obviándolo.

La cuestión que muchos subestiman quizás esté en si falló Borja Bastón o atajó Oblak; si golpeó mal al balón Rolán o si lo sacó el esloveno: las simples preguntas que aparecen, por ejemplo, después de un penal fallido. Las simples preguntas que aparecen siempre cuando el delantero tiene alguna ventaja.

Tendrá que lidiar con ello por siempre. A veces debe hacer tres paradas consecutivas en cinco segundos, como en aquel partido de la última Champions ante el Leverkusen.

En el estreno del Wanda Metropolitano, Oblak salvó los tres puntos. Como casi siempre sucede cuando el Atlético gana 1-0: con el cuerpo y las manos. "Los futbolistas se pasan más minutos sin la pelota que con ella", zanjó alguna vez el Cholo. Todo se trata de espacios y distribución de anatomías o, como diría el portero en una vieja entrevista: "intento esperar lo máximo que puedo y después elegir".

En la cuenta en Twitter del club no aparece ninguna imagen del arquero. El héroe allí fue Griezmann que, en palabras de su descubridor, en la infancia "lloraba cuando volvía de las vacaciones porque echaba de menos a su familia". Cada gol suyo debe ser, como el de cualquier otro, una gesta innombrable.

Javier Marías, en las últimas líneas de su más reciente novela, habría resuelto ese tipo de subestimaciones: "es lo que suele pasar con las vidas que, como la mía y también la suya, en realidad como tantas y tantas, solamente están y esperan".

P.D: El pasado día 12 de septiembre Goles son amores cumplió un año.