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Por un costumbrismo crítico

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Formamos parte de un país que dispone de una brevísima e intensa historia. Nuestros primeros pobladores dejaron escasas huellas. Luego, fueron llegando los españoles que impusieron la inmigración forzosa de africanos. Nuestra demografía en los años que siguieron a la conquista se vio empobrecida por la partida de quienes se marcharon al continente, seducidos por el espejismo del oro y la plata. Con el andar del tiempo, los que radicaron en la Isla y sembraron familia, se fueron acriollando. Se modificó el habla, cambiaron las costumbres y, por razones de clima y de recursos, las ciudades evolucionaron con perfil propio. La mentalidad, los estilos y expectativas de vida acentuaron diferencias entre los nacidos en Cuba y sus padres. Aparecían también las contradicciones entre el monopolio expoliador de la metrópoli y los intereses económicos de los lugareños.

La agudización de las contradicciones con España se une a la conciencia de nuestra singularidad para forjar paulatinamente el sueño de la nación.

Los rasgos característicos de nuestro perfil se precisaban al contemplarnos ante un espejo. Los escritores asumieron esa tarea, punto de partida para la conformación de un imaginario colectivo. Era la obsesión de Heredia en sitio tan distante como las cataratas del Niágara, y el desgarramiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda al abandonar la tierra en que había nacido. Estaba en el descubrimiento de la peculiar luminosidad de nuestro paisaje.

Con extrema prodigalidad y riqueza, el costumbrismo se expandió a lo largo del siglo XIX. Para los contemporáneos, fue un modo de afirmar nuestra singularidad. La posteridad ha podido descubrir en esos textos el registro de un ambiente de época a través del testimonio de un vivir cotidiano que incluye una significativa franja de la sociedad. La mirada del observador recorre mercados, el vestuario y la conducta de las vendedoras de una repostería hecha al gusto de los paseantes, en las celebraciones tradicionales, en la vida de los salones y en los sitios dedicados a la recreación.

El costumbrista resulta a veces complaciente en exceso, al extremo de eludir en sus viñetas las zonas más oscuras de nuestra realidad. Podemos tropezar con la zona marginal representada por los curros del manglar, pero el acercamiento al drama social y humano de la esclavitud es mucho más cauteloso.

Los reformistas condenaron la trata negrera, pero no pudieron plantearle la abolición radical al sistema. Precursor de una ciencia en formación, en su prosa reflexiva José Antonio Saco intenta un análisis sociológico de las razones de algunos de los males que hemos arrastrado en nuestro devenir; la vagancia y los juegos de azar, que se sumergen y renacen como el irreductible marabú que inficiona nuestras tierras.

Desde la publicación de Contradanzas y latigazos, Reinaldo González no ha abandonado el estudio de Cecilia Valdés, clásico indiscutible de nuestra literatura, lectura imprescindible para todos los cubanos. Con esa novela, Cirilo Villaverde dio término al ambicioso empeño de toda una vida. Encontró maestros en los escritores europeos de su época, pero su intuición de artista lo condujo a entrecruzar la perspectiva sociológica con una penetrante capacidad de observación psicológica. En su voluntad de descubrir las interconexiones subyacentes en una realidad compleja, conduce al lector a un recorrido por la capital y por las zonas rurales. Atraviesa los estratos de la sociedad cubana, desde el comerciante español hasta el quehacer de ingenios y cafetales. Pasa junto a los mestizos que desempeñan oficios. Mira de soslayo a los estudiantes del seminario San Carlos. Describe la condición de los esclavos y advierte, con notable perspicacia, la marca de esta infame institución en víctimas y victimarios. El acercamiento abarcador a conflictos que atraviesan la sociedad se complementa con la sagaz visión del ámbito familiar de los Gamboa y la manifiesta ambigüedad latente en el vínculo entre Leonardo y su madre.

La literatura del siglo XX tomó otros rumbos, aunque nos dejó el perfil crítico del trepador Juan Criollo. No faltó, sin embargo, la crítica de costumbres. Se hizo a través del periodismo. La ejerció de manera ejemplar Emilio Roig, quien supo compartir su tarea en los campos de la investigación histórica y de animación cultural con una acción pública en favor de la cimentación de la conciencia ciudadana. En las modalidades de la convivencia cotidiana se manifiesta también el sueño martiano de preservar, ante todo, la dignidad suprema del hombre en lo que tiene de esencial, el respeto al otro.

En el aquí y el ahora del obligado quehacer de cada día, observamos la vulneración creciente de normas de conductas básicas para garantizar, en lo espiritual, una adecuada convivencia entre los seres humanos y, en el orden de la práctica concreta, un mejor funcionamiento de la sociedad. Desde la espontaneidad, se socavan los valores que sustentan un imaginario que subvierte los momentos esenciales para un presente en que germinan las semillas del porvenir. La prepotencia se expresa en la actitud del vendedor con el cliente, del funcionario que maltrata al demandante, de los poseedores de bienes adquiridos al margen de la ley y los exhiben sin recato ante quienes disponen apenas, con su trabajo honrado, de un salario depreciado. Las bocinas estentóreas perturban el descanso del vecindario. Los basurales tupen nuestras avejentadas alcantarillas, propician el derrame de aguas negras y violan condiciones de higiene indispensables para detener la propagación de epidemias. La coreografía de las fiestas de quince rinde culto a la ostentación y a la más ramplona cursilería.

Hay espacios en nuestra prensa para el registro crítico de fenómenos de nuestra realidad. Más allá de la observación del hecho aislado, se impone profundizar en las causas de las cosas y abordar el problema de manera integral. El funcionamiento de las instituciones tiene que ofrecer muestras de ejemplaridad en el cumplimiento de las normativas legales, eludir la persistente tendencia justificativa, actuar con prontitud y eficacia al responder a los demandantes, convertirse en modelo de trato respetuoso, aplicar sanciones requeridas en caso necesario, restaurar el estricto cumplimiento de la ley.

El pueblo trabajador es el mayor tesoro de la nación. Desde el siglo XIX los visitantes de otros países admiraron nuestro paisaje, pero reconocieron, sobre todo las cualidades del cubano cordial. Preservar esa virtud es compromiso esencial en este momento histórico.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 6 comentarios



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  • roque dijo:

    como siempre grande Graciella.
    este es el tipo de articulos que yo digo deberia discutirse en todos lados, desde los matutinos en las escuelas, en los turnos de reflexion, hasta en el nucleo del partido onde a veces se discuten densos y sosos documentos. es este el tipo de articulo y de reflexion que de verdad nos pide hacer un alto y revisarnos para enderezar el rumbo. Gracias Dra.

  • Pedro L dijo:

    ...«El funcionamiento de las instituciones tiene que ofrecer muestras de ejemplaridad en el cumplimiento de...». Hoy parece una utopía que tan siquiera hagan lo que tienen que hacer, no digamos ...«muestra de ejemplaridad».
    Hay una regla no escrita en algunos países, donde por funcionar mal, obtener malos resultados o estar en el ojo de la crítica pública, los funcionarios «X» renuncian a su cargo y dejan la vacante a personas más capaces. Sucede también con colectivos completos de trabajo, como un Consejo de Ministros que renuncia en pleno para facilitar al nuevo Presidente hacer su elección de personal. Hay también referentes más radicales, como en el antiguo Japón, donde los samurais se hacían el harakiri si le fallaban a su amo.
    ¿A qué factor ético, cultural, administrativo o jurídico obedecen estas acciones?
    Se supone que somos una sociedad que ética y culturalmente ha avanzado decenios con relación a su entorno geográfico, pero esa no es la imagen que dan nuestras instituciones públicas, por lo menos para el ciudadano «de a pie», ni nuestra ciudadanía en el entorno de sus barriadas.
    ¿Todo eso es consecuencia del bloqueo?
    Creo que la ejemplaridad de las «instituciones» en todos los casos tiene personas de carne y hueso que deben ser ejemplares y no lo son y eso se revisa desde arriba y hasta las raíces..., creo que entonces estaríamos hablando en concreto y no en abstracto.
    Enseñemos a nuestros hijos, a nuestros alumnos, a nuestro entorno social a llamar las cosas y la gente por su nombre y daremos ese paso que tanto reclama la sociedad, por supuesto..., si en nuestro actuar ético somos ejemplo.

  • Juan Carlos Corcho Vergara dijo:

    ´´El funcionamiento de las instituciones tiene que ofrecer muestras de ejemplaridad en el cumplimiento de las normativas legales, eludir la persistente tendencia justificativa, actuar con prontitud y eficacia al responder a los demandantes, convertirse en modelo de trato respetuoso, aplicar sanciones requeridas en caso necesario, restaurar el estricto cumplimiento de la ley´´.En la convivencia con bolsones de capitalismo, nuestras instituciones(ministerios , institutos, sectoriales empresas socialista, están obligadas a la ejemplaridad absoluta, ejemplo legal, moral, eficiencia económica, ejemplo de la cultura general integral a la que tanto nos convocó nuestro comandante, las instituciones socialistas no pueden ni deben darse el lujo de funcionar como meros emporios vacíos de los contenidos anteriormente expuestos, y mucho menos permanecer inerte ante las indisciplinas y las practicas corruptas, a mi juicio, en ello se juega la subsistencia del modelo socialista que necesitamos todos los cubanos, hasta los que ingenua y tontamente lo confrontan, al permanecer callados ante la indolencia cotidiana.

  • Marianao dijo:

    Interesante artículo, gracias a la profesora Graziella Pogolotti por ayudarnos a reflexionar con este tipo de lecciones.

  • Camilo Diaz Román dijo:

    Lamento no ver descubierto antes la grandeza de tanta sabiduría, puesta en función de descifrar los códigos con los que se puede comprender la naturaleza humana.
    Comparto el criterio de Maite, Graziella Pogolotti debe ser un referente en el sistema de enseñanza. Considero que debe proyectarse a la inmortalidad junto a los grandes pensadores que han tributado tanta riqueza al pensamiento de la nación junto al selecto grupo de Varela, Fernando Ortiz y lo mejor que atesora el altar de la patria iluminado por el más grande de los pensadores José Martí. Hoy Graziella junto a Eusebio Leal son referentes obligados para entender y defender la Cubanía.
    Solo una inmensa capacidad de pensamiento permite resumir con tanta dulzura y riqueza en el análisis la compleja madeja con su diversidad de tonalidades de nuestra sociedad, desde su génesis hasta los momentos que estamos viviendo.
    Desde que pude comenzar a disfrutar de sus artículos, me cautivó y ha sido una permanente fuente de luz a los conflictos que guiados por su sabiduría he podido sortear.
    Su pensamiento es tan profundo que lamentablemente puede que pase desapercibido ante las personas mayores, pues como dice “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, las personas mayores nos creemos importantes y por estar ocupados en cosas importantes no percibimos un elefante dentro de una boa, solo vemos un sombrero, ni podemos ver la oveja dentro de la caja, pues lo esencial se ve solo con el corazón. Para comprender a Graziella Pogolotti hay que ver lo esencial con el corazón. Es alarmante que las personas mayores no escuchemos el clamor de un demandante, pues no aprendemos la lección del Geógrafo al Principito cuando le explica que el geógrafo anota la información de un rio, una montaña un valle, una selva solo a lápiz y después de comprobar la moral del explorador que no mienta, no sea borracho pues un explorador borracho puede informar dos montañas donde solo hay una, por eso al comprobar la información anota finalmente el descubrimiento.
    Los que domesticamos nuestro entorno nos apropiamos del dolor que causa ver que los Baobabs nazcan junto al jardín como inofensivas ramitas que todas al nacer se parecen, solo Graziella Pogolotti las descubre y nos alerta en sus artículos, pero somos personas mayores muy ocupadas para atender tan ´´insignificantes alertas´´ Gracias Madre y Maestra de generaciones.

  • José García Álvarez dijo:

    La ostentación ,la maldad,el engaño y otras artimañas son difraces de muchas lobos feroces aparecidos por estos tiempos,que andan tras lo fácil ,sin esforsarse porque creen estos bagos de época que aún todo se lo merecen.Y si es cuando mamá y papá se lo ponen todo en la mano como las aves a los pichones,es cuando cresen entre esa maleza turbulenta que les confunde para siempre.¡ Alerta papá y mamá !.
    Siempre que un amigo y yo conversamos sobre lo materializado que viven muchas personas que se unden en la ostentación,llegamos a la conclución " que antes cuando eramos pobres la vida era muy apacible( años 80 )".No quiero decir que neguemos el desarrollo.

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Graziella Pogolotti

Graziella Pogolotti

Crítica de arte, ensayista e intelectual cubana. Premio Nacional de Literatura (2005). Presidenta del Consejo Asesor del Ministro de Cultura, vicepresidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, miembro de la Academia Cubana de la Lengua y presidenta de la Fundación Alejo Carpentier.

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