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¡Donde basta con una: la mía!

Desfile por el primero de mayo en La Habana, 2017. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Desfile por el primero de mayo en La Habana, 2017. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

La patria una vez más nos convida a salir al camino a pelear por la dignidad de sus hijos. Madre coraje que no se rinde ni acepta la cobardía; deviene ejemplo de resistencia y libertad. Por ella, porque lo necesita, hemos de sacrificarnos; hasta las últimas consecuencias si fuese preciso, porque como escribiera José Martí a su amigo Manuel Mercado: “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber…”; es ese el espíritu del sacrificio, y como buenos hijos de la patria tenemos el deber de servirla y nunca servirnos de ella; de defenderla ante cualquier agresión, de salvaguardar nuestros principios que son sus esencias. El alma de la patria se ha tejido de enlaces invisibles y continuos. Vivimos una Revolución – del decoro y la dignidad – en marcha indetenible; con las claves del antimperialismo como arma ideológica para enfrentar la más cruenta de las guerras: la cultural.

Muestra de reafirmación patriótica y altura ética es en Cuba el desfile por el 1 de mayo. Millones de cubanos inundan las calles de la Patria enardecida para dar un sí por las ideas que defendemos, para hacernos más fuertes que ayer y seguir adelante, juntos, como pidió Martí y nos enseñó Fidel. Y ahí estaba; con su dignidad incólume, su hidalguía y honor, guiando a su pueblo; como hacen los líderes verdaderos, el General de Ejército Raúl Castro. Nos alerta Raúl de los peligros que nos acechan, de cómo debemos prepararnos, de lo importante de las armas del pensamiento.

El enemigo histórico de la Revolución: el imperialismo yanqui; ha insistido siempre en que la juventud constituye el principal factor de cambio para lograr sus planes de destruir la Revolución cubana. Es útil para el imperialismo la juventud descontenta, no comprometida, ajena a las realidades de Cuba y la humanidad y supuestamente desideologizada, que es una de las formas más peligrosas de ideología. Allí encuentran terreno fértil las más nocivas formas de pensamiento, incluida la contrarrevolución y se fomenta la separación entre las nuevas generaciones y aquellos que llevaron la Revolución a su triunfo definitivo y la han dirigido hasta hoy.

El desfile del primero de mayo pasado, la victoria del pueblo ese día, consagró la continuidad histórica de la Revolución. Los jóvenes no fallamos, y no fallaremos jamás. Las pretensiones enemigas se deshacen por sí solas. El muro con el que chocan y caen, es demasiado fuerte para tumbar. Ese muro es el pueblo, su resistencia y heroicidad. Hubo de salir, en acto de provocación, portando un símbolo del imperio; la bandera con la que a diario matan a millones de seres humanos, con las que nos invadieron por Girón y han vertido el peor de los odios contra Cuba; como quien ha sido pagado para ello, es probable que su cobardía lo haya convertido en mercenario del siglo XXI, un antipatriota entregado a las garras de la podredumbre moral. ¿Qué clase de hombre aquel que se manifiesta en contra de su patria? A ese desalmado no le basta con la bandera de la estrella solitaria, ni le bastará porque no se siente patriota; y la bandera cubana, cuando ante sí la tiene, lo vence porque su anti patriotismo lo reduce abismalmente en su condición humana. Seres como ese son tristes episodios preparados por el imperialismo.

Sólo representa una mancha en medio de la luz propia que irradia nuestra patria, de la fuerza estremecedora que lleva en sí nuestro pueblo, y que ha sabido mantener pese a amenazas y burdas agresiones. Se nos enciende el pecho de orgullo cuando vemos arder de pasión a Cuba, a sus jóvenes defendiéndola, como los que ayer salieron bajo la égida de Mella, Trejo, Villena, Guiteras, Camilo, Che, Frank y José Antonio. Retumbaron aquellos versos llenos de pasión: “…hoy sostengo con honda energía, que no deben flotar dos banderas, donde basta con una, la mía.”

Nos convocaba el destacado revolucionario Armando Hart Dávalos, a pensar el futuro de Cuba ante las nuevas circunstancias: “En este y cualquier otro escenario de lucha: mi honda es la de David”. Es la elección de toda una generación histórica que no dejó morir a Martí en el año de su centenario. Ha de ser nuestra elección también como jóvenes de este tiempo convencidos de que hay que seguir luchando contra el imperialismo.

Ser patriotas es amar nuestros símbolos. Los símbolos en los pueblos que luchan contra el colonialismo: “son fuerzas inmensas con las que cuentan, muy superiores a sus escasas fuerzas materiales, porque son capaces de promover la emoción, exaltar los valores y guiar la actuación hasta cotas de esfuerzo, incluso de abnegación, heroísmo y sacrificios, que serían imposibles sin ellas, y propician triunfos que pueden ser asombrosos. Al mismo tiempo, son el santo y seña cívico de una comunidad nacional, las canciones, las telas, los nombres, los lugares que identifican y reúnen a las hijas y los hijos de un pueblo orgulloso de su historia”. Así es nuestra bandera, símbolo nacional de las hijas e hijos de la Patria.[1] Así nos levantamos cada día, emocionados y dispuestos a darlo todo por la Revolución.

José Martí, en un llamado al combate, a juntarse las fuerzas del Partido Revolucionario Cubano; en canto patrio, por el himno de esperanza, proclamaba el saludo a “…la bandera de una revolución de energía y concordia que proclama el bien de todo el país, y no el bien exclusivo de una sola clase de él”.[2] Y había que, juntos salir adelante; para vencer al enemigo que nos quería dividir y ahogar. He ahí su alerta de tener un plan de resistencia para enfrentar el plan de ataque del enemigo. “A un plan obedece nuestro enemigo: el de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre. Plan contra plan. Sin plan de resistencia no se puede vencer un plan de ataque.”[3] Hoy es más fuerte el plan de ataque del enemigo, nos quiere destruir, mancillar la libertad que con tanta sangre derramada logramos los cubanos, la soberanía e independencia de la Patria, nuestra Revolución socialista. Tenemos que hacer cada vez más fuerte nuestro plan de resistencia, y ello pasa por la conciencia y las ideas, el patriotismo, sentir en lo más hondo nuestros símbolos, vivir la Revolución, amar nuestra bandera.

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