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La información, sus tecnologías y la libertad

Imagen tomada de Casa Perfecta.

Imagen tomada de Casa Perfecta.

“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; …”[1]. Se trata de un pasaje muy conocido de Fidel. Constituye una sus expresiones que mejor retrata la más genuina ética revolucionaria cubana. Aborda conceptos muy importantes sin rejuegos literarios ni restricciones vergonzantes: Revolución es igualdad y libertad plenas. Alto y claro.

La influencia de los crecientes flujos de información entre las personas gracias a las nuevas tecnologías es digna de estudios científicos que podrían clasificarse en cualquier país como de primera prioridad nacional. A través del tiempo conocido de nuestra especie, es la información o la ausencia de ella la que ha determinado el comportamiento de colectivos humanos y, eventualmente, el curso de la historia. Quien la instrumente puede influir notablemente en el destino y la acción de países completos. Si la información exclusiva del discurso de algún político de la antigua Roma pudo establecer el destino de las acciones de ese imperio y probablemente hasta el idioma que usamos hoy para comunicarnos, dos milenios después y en Cuba, ahora los flujos dominantes no son uniformes como entonces. Los actuales son muchísimo más intensos, diversos, eficientes, individualizados y accesibles. Inevitablemente así será cada vez más con la información que intercambiamos los humanos.

Se debe soñar y lograr una sociedad donde cada persona sea libre, donde el concepto de libertad personal y colectiva alcance su máxima plenitud como nos dice Fidel. Nos referimos a algo que tiene que ser mucho más un valor y consigna socialista que de cualquier otra tendencia política. La libertad debe tener como componente indispensable a la capacidad de decisión soberana de cada persona de adquirir y expresar la información que considere conveniente y la proscripción de cualquier medida que lo impida. El único límite en el ideario socialista debería ser el de que nadie pueda usar su libertad para afectar o violar la de los demás.  Por ejemplo, el que hace uso de su libertad personal para oír la información o la música que desee no puede tener la de imponérselas a otros mediante un altavoz que la comunidad no haya autorizado. Si lo hace está invadiendo sin autorización espacio acústico de los demás y violando su libertad.

Paradójicamente, en la conciencia colectiva de muchos países se ha ido imponiendo el criterio de que existe libertad de expresión por el simple hecho de que algunos grupos de ciudadanos poseen y expresan sus puntos de vista en los medios más influyentes, de los que son sus propietarios o subordinados de ellos. La libertad de unos pocos la hacen creer como si fuera la de todos. Usan sus medios para influir las conciencias individuales y colectivas según sus intereses de cualquier índole. Lo que enfrenta cualquier ciudadano con las informaciones que le suministran esas minorías privilegiadas es una situación muy parecida a la de la invasión del espacio acústico mencionada anteriormente. Esos medios más influyentes con sus poderosas, eficientes y científicamente desarrolladas técnicas de acceso y convencimiento invaden la libertad de las personas de acceder a cualquier otra información que puede serle más conveniente o verídica, o al arte realmente preferido, o a cualquier forma de entretenimiento informado que deseen y del que gusten realmente. Usan las tecnologías más avanzadas para invadir el espacio informativo individual con preferencias inducidas para ejercer la libertad de unos pocos sobre la de todos los demás. Ejercen así la usurpación de la libertad de conciencia de las mayorías.

En los EEUU se suele denominar como “soap opera” (obras de jabón) a las telenovelas. La razón es sencilla. Cuando ellas aparecieron en las pantallas de televisión de cada hogar eran seguidas fielmente por las amas de casa, las esposas de sus maridos que se hacen cargo del hogar y los hijos mientras él está en el trabajo, desde los tiempos de la edad de piedra. ¡Qué mejor espacio para anunciar repetitiva e invasivamente productos de limpieza doméstica! Los cubanos que peinen bastantes canas recordarán que Ace, Fab, Lavasol, etc. eran marcas de detergentes muy populares que se anunciaban intensamente en las telenovelas de nuestra naciente TV de los años 50. Era una acción de información y adoctrinamiento de las masas que algunas de nuestras mejores agencias publicitarias seguían científicamente.

Cuando en un país se pretende remediar esto a partir de que algunos grandes medios estén en manos de toda la sociedad a través del estado, los que se mantienen en manos de minorías lo califican graciosamente como una mordaza a la libertad de expresión, y lo hacen tan bien que mucha gente se lo cree. Ciertamente, es preciso reconocer que la sola propiedad social de los grandes medios no es garantía de una mayor libertad, aunque sea indudablemente mejor que la exclusividad de minorías económicamente poderosas. El uso impropio de los medios, las campañas propagandísticas vacías e invasivas y el desconocimiento del desarrollo en las tecnologías por experimentos socialistas fracasados del siglo XX lo demuestra, precisamente porque fracasaron. Pretendían tener a las masas agobiantemente convencidas de ideas que por buenas que fueran se presentaban de una forma que las desconectaba de sus necesidades materiales y espirituales más presentes. Cuando pudieron acceder a ideas disidentes que se parecían a esas necesidades, por incultas que fueran, fueron abrazadas por mayorías y hasta por los propios funcionarios de la burocracia en el poder. Mucho tiene que desarrollarse la ciencia en la gobernación de medios para lograr un sistema que garantice las libertades de forma plena, democrática y para la conveniencia de las mayorías. Eso requiere cada vez mas de innovación, de ruptura con dogmas insostenibles y de usar a fondo el desarrollo imparable de las ciencias informáticas y las tecnologías actuales y las que cada día siguen apareciendo.

Los que pudieron manchar el prestigio del socialismo y el comunismo imponiendo restricciones a las libertades esenciales de los ciudadanos en realidad traicionaron así muchas de las mejores aspiraciones de la humanidad. Cualquier sistema que se asocie en nuestra mente con restricciones a la libertad cierra su futuro y fracasa, inevitablemente. En momentos puntuales de la historia de un país amenazado pudo ser circunstancialmente necesario restringir libertades individuales y colectivas. Eso debe verse como tal, temporal y transparentemente y no como esencial o intrínseco al socialismo.

El concepto de libertad debe enaltecerse y ejercerse también en el socialismo, como lo señaló Fidel, sin timidez ni medias tintas. Su enajenación sería un contrasentido. Un país donde los medios fundamentales de creación de riquezas y la gestión social no esté en manos de minorías, sino de todo el pueblo, le puede garantizar a sus ciudadanos mucha más libertad que cualquier otro sistema donde gobiernen minorías. Pero hay que hacerlo bien, con honestidad, y científicamente. Un verdadero socialismo debe enorgullecerse de la libertad plena de sus ciudadanos. Nuestra centenaria consigna de “¡Viva Cuba libre!” deberá eternizarse en nuestras conciencias y la de nuestros descendientes.

La Habana, 10 de enero de 2017

  1. Castro, F. DISCURSO EN LA TRIBUNA ABIERTA DE LA JUVENTUD, LOS ESTUDIANTES Y LOS TRABAJADORES POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN EL 1 DE MAYO. 2000  [cited 2017 7 de enero]; Available from: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2000/esp/f010500e.html.