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¿Dónde están huérfanos de Fidel?

tributo-a-fidel-2Una joven periodista me escribe diciendo que con la muerte del Comandante se ha generado una matriz de opinión en grandes medios de prensa occidentales de que entre los cubanos “existe un sentimiento de orfandad, que no sabemos hacia dónde caminar”.

Una amiga italiana recién llegada a Cuba me cuenta la llama su madre muy preocupada por las insurrecciones que, según anuncian allí los periódicos y la televisión, estarían a punto de estallar en La Habana. Un escritor cubano residente en España protesta  indignado porque “se miente impunemente” en un panel televisivo diciendo en Cuba se necesita visado para ir de una provincia a otra y desde emisoras argentinas y mexicanas me preguntan cuándo comienza la “transición” que el fallecimiento de Fidel habría, “al fin”, facilitado.  Las cámaras de grandes las empresas de televisión internacional llegadas a  la Plaza de la Revolución, a pesar de ser visibles tantos jóvenes en el homenaje, sólo entrevistan personas ancianas.

Pareciera que de tanto inventarse una Cuba que no existe, la gran prensa capitalista está acabando por creérsela, y como el Señor Donald Trump, hace caso a lo que le cuenta aquella minoría que, desplazada del poder en 1959, sigue añorando  desde el Sur de la Florida que Washington le devuelva su trono sobre la montaña de miseria en que vivía el pueblo cubano hasta que llegó el Comandante y mandó a parar.

No es la primera vez. Ocurrió cuando cayó la URSS y el “satélite” que -según esa prensa- era Cuba debía caer con ella, en lo que un libro muy de moda por entonces llamó La hora final de Fidel Castro, y también tras conocerse la enfermedad que obligó al Comandante a abandonar sus responsabilidades en el gobierno cubano, hace diez años.

Paradójicamente, la prensa que exige pluralismo a Cuba es unánime al señalarle solo un camino: capitalismo y democracia burguesa. No es posible debatir el qué sino el cómo: si bajo la presión del bloqueo o la seducción del consumismo a la que Obama ha apostado sin eliminar lo primero. El socialismo debe desaparecer del horizonte, aunque sea lo que millones de cubanos han aprobado en sucesivos debates abiertos, imposibles allí donde dan consejos a la Isla y hay tantos huérfanos de escuela, vacunas, narcotráfico, pandillas y hasta de huracanes como el que acaba de pasar por el Caribe, dejando muertos en todas partes -incluyendo Estados Unidos- menos en Cuba.

Los medios de comunicación cubanos han dado voz en estos días a miles y miles de personas, unas entrevistadas, otras en mensajes de correo electrónico o con comentarios en espacios digitales: de una forma u otra la gran mayoría coincide en continuar y perfeccionar el camino emprendido por Fidel. No niego la existencia de algunos pocos que se hayan alegrado con la muerte de Fidel y añoren, como en Miami, un festejo que retrata la estatura moral de los enemigos del Comandante.

Pero si en la prensa que nos supone desencaminados dejaran hablar a alguien más que contratistas y anunciantes, o a los empleados de estos, tal vez encontrarían a los verdaderos huérfanos que añoran un Fidel que les cambie su realidad de exclusiones y engaños. Se enterarían de hacia dónde quieren caminar las mayorías que al Este, Oeste, Norte y Sur de esta Isla son huérfanas de la justicia y dignidad que el Comandante conquistó para los cubanos, a pesar de que allí tienen el capitalismo y la democracia burguesa que el Sr Trump y  quienes lo critican -pero comparten sus aspiraciones sobre Cuba- nos exigen.