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¿Qué vamos a hacer sin Fidel?

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Durante décadas, los cubanos nos hemos hecho la misma pregunta: ¿Qué vamos a hacer cuando no esté Fidel?

Y es que Fidel no solo fue el líder de una Revolución que aprendió a resistir cualquier adversidad; sino que fue maestro de un pueblo, y al mismo tiempo, su discípulo más extraordinario.

Quiero creer que apenas emprendió un largo viaje, dejándonos a todos una huella inmensa de amor y honor.

Nuestro Comandante se queda en el aire, en el polvo, en el agua, en su tierra y en todas partes. Y no solo es guerrillero, presidente, intelectual, padre, amigo, hermano, porque Fidel Castro, en primer lugar, es hombre, un hombre digno, íntegro, leal, inmenso.

Tiene una sinceridad que impresiona, una inteligencia que deslumbra, un poder de convencimiento que contagia. Posee el don especial de la palabra y la virtud de la sencillez y la hidalguía.

Fidel cambió el rumbo de una nación esclava para fundar la Patria libre, soberana e independiente. Su legado se sembró en América y en el mundo. Está vivo, como su voz, sus ideas, su visionario pensamiento.

Su partida física entristece a los cubanos y a millones de personas en el mundo, pero a la vez alienta el espíritu de su pueblo que tiene el inmenso desafío de enaltecer su memoria.

Fidel nos deja la enseñanza de servir a la verdad y a la ética, de ir siempre a nuestras raíces, y por sobre todas las cosas, de respetar a la Patria.

Será muy difícil vivir sin Fidel. Pero él mismo, día a día, nos preparó para cuando físicamente no estuviera presente. Entonces: ¿qué vamos a hacer sin él?

Trabajar, para seguir construyendo un mejor país para nuestros hijos y nietos. Crear y pensar, para que sus ideas nunca mueran. No claudicar, para ser fieles a sus principios, porque fue consecuente con los ideales que defendió y nos enseñó a no hacer concesiones cuando se trata de la soberanía de Cuba.

Seguiremos sosteniendo la unidad de este pequeño país, de esta nave inmensa que con Fidel al frente ha sabido sortear las peores tempestades. Sin Fidel físicamente, pero siempre con él, continuaremos defendiendo Cuba, cueste lo que cueste.

El que tiene que vivir es Fidel. Lo dijo el joven Abel Santamaría a su hermana Haydée. Y ese fue el mayor mérito del líder de la Revolución cubana, permanecer vivo para su pueblo.

Llegó el duro momento y mucho que duele. Pero su pueblo sabe qué hacer ahora que físicamente ya no estará con nosotros. Luchar, trabajar y vencer, para honrar su legado con honor, porque Fidel es Cuba y a partir de ahora, todos somos Fidel.