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Papá, murió Fidel

Fidel Castro. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Fidel Castro. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

“Papá, murió Fidel”, fue la única frase que hilvanó mi hija por teléfono para despertarme en la noche del 25 de noviembre del 2016. Y recordé al Che de inmediato y su carta de despedida: “En una Revolución se triunfa o se muere si es verdadera”.

La Revolución es verdadera. La muerte también. Y Fidel, el Comandante en Jefe, ese que hace tres meses y 12 días festejó sus 90 cumpleaños no volverá a respirar entre nosotros como un mortal. Es la noticia para la que nunca nos hubiéramos preparado porque la pérdida de un padre, de un familiar querido, de un fundador de pueblo, siempre es tan dura que desgarra el corazón y llena de lágrimas el alma.

Vendrán ahora sus honras fúnebres y los recuerdos de todos, de cada palmadita en el hombro, de cada discurso estremecedor, de cada gesto desprendido por hacer de Cuba más libre, independiente, soberana, socialista y revolucionaria. Vendrán de nuevo su sonrisa, su gallardía, su amistad incondicional, su visión de futuro, su ejemplo más austero, su entereza como hombre, su liderazgo natural y ganado a fuerza de convicciones y de un amor profundo por una idea justa.

Para Fidel las crónicas, los testimonios y el homenaje serán pocas hoy. Tantas razones hay para despertar sobresaltado con la noticia como para asumir el futuro de Cuba desde la victoria, el optimismo y la firmeza que nunca la abandonó hasta el 25 de noviembre del 2016, a las 10:29 horas de la noche.

“Papá, murió Fidel”. La noticia telefónica me sacó de la cama como a cualquier cubano digno. Nadie me pidió estas líneas bien difíciles de escribir. El dolor y el honor, el Fidel que conocí y conozco, el Comandante invicto e imperfecto, el de frases eternas y consejos multiplicados, el revolucionario más grande de esta Isla en el siglo XX merece mucho más que una muerte física. Merece la gloria.