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La Unión de nuestra América, misión Bolivariana en marcha (II y final)

21egoficialpetrocaribeEl problema de los precios del petróleo no es solamente de Venezuela. Y no es tampoco un problema solamente petrolero.

En el mundo hay un sector que es propietario del recurso natural, pero hay otro, cada vez más poderoso, que es el dueño del capital. En el caso de los recursos naturales, existe una especie de distribución geográfica que no es uniforme. Aunque, por lo general los propietarios de esos recursos naturales se encuentran principalmente en el sur; en tanto, los propietarios del capital están en el norte. Entre los primeros, hay dispersión, Entre los segundos hay una gigantesca concentración vertical, principalmente en el norte. Capital y tierra –o recurso natural, que es lo mismo- representan una contradicción de carácter histórico. La redistribución del capital, es la ganancia. La tierra es la renta o “renta de la tierra”, según Marx.

A esa renta de la tierra se le llamó regalía que en el origen de la palabra significa la parte del rey. Por tierra, se considera no solo la superficie, sino también lo que está debajo de ella. En los estados s modernos se cobran principalmente, impuestos sobre las ganancias.

Mientras existan dueños del capital habrá quienes buscan aprovechar el recurso sin pagar regalías, y tratan de reducir al máximo posible el impuesto del Estado establecido sobre la ganancia. El propietario del recurso, sea Estado o particular- históricamente ha sido así- se siente en el derecho, además, de participar de una parte de las ganancias que genera la exportación de su tierra*.

El petróleo es un recurso natural. Está allí por obra de la naturaleza misma en un proceso de millones de años sin que haya ocurrido intervención humana alguna.

La historia del capital es mucho más cercana, pero también implicó cientos de años.

Ahora bien, hay un problema que afecta no solamente los precios del petróleo sino también el de los metales y a los grandes productores, por ejemplo, Bolivia y Chile. En general afecta a todos nuestros países, pues somos fundamentalmente exportadores de materias primas. En estas naciones los productos se exportan sin ninguna o poca transformación industrial hacia otros países o simplemente como productos semielaborados, y no son terminados generalmente dentro del mercado sudamericano.

El presidente Hugo Chávez promovió la unidad de los propietarios de recursos naturales en Sudamérica. Esa, a la vez, era una base para impulsar la unidad con mayor fuerza a escala continental, a África y Asia. La visión, la estrategia venezolana, no tuvo confinado el problema dentro sus fronteras. Primero vemos a Nuestra América como una sola nación, porque eso somos.

¿Qué constituye una nación? Ocupamos un mismo territorio, un mismo origen histórico, hablamos la misma lengua desde la Patagonia hasta el norte de México en cualquier costa, tenemos una inmensidad de recursos naturales: El 24 por ciento de las aguas dulces del mundo están contenidas solamente en Sudamérica, así como la más grande reserva forestal: la Amazonia está aquí, así como tres de los 8, más grandes ríos. En nuestras naciones están todos los minerales que se pueden concebir; tal vez es una exageración, pero podemos decir que en Latinoamérica están alojados todos los elementos de la Tabla Periódica de Mendeleiev.

Cuando se exponen estas ideas siempre surge una pregunta: ¿Entonces que nos falta, si tenemos gente inteligente, si se ha formado cantidad de científicos y tecnólogos, si hay fuerza de trabajo calificada?

Nos falta una estrategia común. Hace falta unidad.

De ahí que el presidente Chávez plateara como misión bolivariana la unión de Nuestra América, crear progresivamente un solo mercado, por lo tanto (representamos unidos un gran mercados. Separados somos pequeños mercados). Para explotar conjuntamente esos recursos, transformarlos conjuntamente, desarrollar procesos industriales con la creación de empresas entre todos nuestros países, que se harían aprovechando los excedentes de capital que se generan por la ganancia resultante de la explotación de los recursos naturales. En vez de exportarlos, que los invirtamos aquí.

Por eso también el presidente Chávez planteó la creación del Banco del Sur con un aporte del 50 por ciento de esos excedentes que exportamos a los bancos del norte. De manera que ese banco sirviera para financiar proyectos conjuntos de nuestra América. Eso ha marchado con mucha lentitud, así como los otros proyectos de integración.

Es el caso de Unasur, que vive los vaivenes de situaciones políticas nacionales. Tuvo un gran impulso tras los cambios ocurridos en la región, pero en los últimos años comienza a observarse una contraola. Esos cambios negativos traen como consecuencia el ataque a la acción, progresista y revolucionaria que venia predominando en el continente. Es esa contraola que ha promovido el imperialismo norteamericano en alianza con las oligarquías internas y que ha tenido algunos éxitos en Argentina y busca imponerse en Brasil con el golpe de estado a Dilma. El objetivo es entregar las grandes reservas petroleras a los monopolios mundiales. Ya comenzó.

Nos es casual que Mauricio Macri, tras ganar las elecciones en Argentina, fijara como primer objetivo atacar a Venezuela. Esta es una oleada contrarrevolucionaria a escala continental.

De manera que hoy, como nunca antes, es necesario reavivar el espíritu bolivariano, el espíritu de Chávez, de la unidad de nuestros pueblos, de la unidad de nuestros líderes, de la unidad con una visión conjunta para restablecer los grandes logros que se venían obteniendo e impulsar hacia nuevas etapas ese proceso de unidad.

El futuro de Nuestra América es muy promisorio, pero a condición de lo que hemos comentado: una política común, una estrategia común, propósitos comunes, una voluntad común. Ese es el sueño de Bolívar que reavivaron Chávez, Kirchner, Lula, Evo, Correa y tantos nuestros americanos. Porque esa va a ser, sin duda alguna, una contribución enorme para la estabilidad mundial.

No es cualquier cosa el peso que puede tener en el escenario mundial una América unida. Y dentro de este, la OPEP sigue jugando un rol muy importante, a pesar de que ya el peso específico de esta organización ha declinado ligeramente, pero sigue representando el treinta por ciento de la energía del mundo.

Esos países que componen la OPEP son también países del sur, que dependen fundamentalmente de sus recursos naturales, que tienen todavía un bajo desarrollo capitalista o en el mejor de los casos, mediano.

Estos países están en el conflicto de defender el ingreso por sus recursos naturales y, al mismo tiempo, la participación en la producción, en las ganancias que genera una inversión productiva y también en la participación que como Estado, les corresponde a través de los cobros de las regalías e impuestos, sobre las ganancias.

Las políticas están claras. Por su definición, están bien perfiladas. El problema es con cuánta consecuencia, con cuánta fuerza, cada uno de los factores dispersos las llevarán adelante.

Si se cumpliera el ideal de que todos nuestros países estuvieran unidos, completamente conscientes de estas posibilidades, la victoria estaría más que garantizada.

(*) El doctor Alí Rodríguez Araque es embajador de la Republica Bolivariana de Venezuela en la República de Cuba y ha sido secretario general de la OPEP (2000-2002) y de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR, 2012-2014).

Este texto forma parte de una conferencia que dictara a solicitud de PDVSA-Cuba con motivo del aniversario 56º aniversario de la fundación de la OPEP.

(**) Para la comprensión más detallada y científica del problema, ver libros y artículos varios de Bernard Mommer y/o Asdrúbal Baptista.