Cubadebate Goles son amores: Historia de vida

Pantaleo Corvino. Foto tomada de 90min.com

Cuando Fabrizio Miccoli nació, Pantaleo Corvino tenía 26 años y aún vivía en Lecce, Italia. En 1996 hizo que el pequeño jugador firmara por el Virtus Casarano, conjunto donde trabajaba y que disputaba la Serie C1. Con el fichaje de Miccoli comenzó todo. El Ternana Calcio, que por aquellos años jugaba en la división inmediata superior, observó de cerca la evolución del delantero y decidió ficharlo para la campaña 98/99.

Miccoli había nacido en 1976 en Nardò, un pueblo en la provincia de Lecce. A mediados de los noventa, Nardò tenía más de 30 mil habitantes y registraba en aquel entonces la mayor cantidad de pobladores de su historia. Corvino no tiene que desplazarse mucho y tampoco tiene demasiado material donde encontrar talentos. Por aquellos años, el equipo insignia de la provincia, el Unione Sportiva Lecce, disputa la Serie C1. Como ya hemos dicho, el Virtus Casarano jugaba en la misma división y se antojaba como atractivo para los futbolistas de la región que aspiraban a disputar más minutos. Miccoli, incentivado por Corvino, se va al Casarano. Más tarde llegará, incluso, a jugar en la Juventus durante una temporada, tres en la Fiorentina, dos en el Benfica, seis en el Palermo…

El Lecce quiso entonces contratar al cazatalentos que le había sacado a Miccoli del radar. Pantaleo llegó al equipo en 1998 y permaneció allí durante siete años. Descubrió a Valeri Bojinov, un joven búlgaro que jugaba en la liga de Malta y que sería toda una sensación en sus primeras campañas en Italia. Contrató al uruguayo Chevantón, que después se convertiría en el hombre que más goles anotaría con esa camiseta; al montenegrino Vucinic, (34 goles en 111 partidos con el club del sur de Italia) y otros.

En 2005 llega a la Fiorentina. Hasta allí llevó a jugadores como Luca Toni, Jovetic, Gilardino y Mutu… El equipo viola de mediados de la década anterior pasó sin penas ni glorias. En una temporada entre Mutu y Toni anotaron 31 goles (la mitad de todos los que marcó el equipo). Jugaron una semifinal de la Copa UEFA (ahora Europa League) donde cayeron ante el Rangers de Glasgow. Llegaron a octavos de final en la Champions y perdieron ante el Bayer.

La temporada pasada comenzó a todo tren para los dirigidos por Paulo Sousa. Victoria ante el Milan en el Artemio Franchi por dos a cero. Marcos Alonso e Ilicic anotaron. Hasta el día 20 de octubre todavía eran líderes del campeonato. El centrocampista Borja Valero aseguraba que la gente en la ciudad estaba loca, que gritaban salutate la capolista (algo así como “saluden al líder”). Valero, obviamente, sabía de lo que estaba hablando. La locura en Italia siempre ha sido una consecuencia del perdón o del falso perdón. Ya lo había dicho hacía bastante tiempo, el fundador de la célebre escudería de autos, Enzo Ferrari: “Detrás del éxito hay algo terrible. Los italianos lo perdonan todo: los ladrones, los asesinos, menos el éxito”.

Un año atrás, o sea, a mediados de 2014, horas antes de la final de la Copa de Italia entre la Fiore y el Napoli había vuelto a desatarse la locura en el fútbol italiano. Marek Hamsik, capitán del equipo napolitano, tuvo que pedir permiso a uno de los líderes de los tifosi para comenzar a jugar el encuentro. Dicen que el aficionado llevaba un pulóver con un letrero para pedir la libertad de otro seguidor encarcelado por el asesinato de un policía en 2007.

Meses después de que el inspector Filippo Raciti falleciera luego de las trifulcas tras el partido entre el Catania y el Palermo del 2 de febrero de 2007, la Fiorentina recibía en su feudo al rival de turno y ponía en práctica el Viola Fair, un proyecto que tenía como objetivo premiar a aficionados y rivales por su comportamiento y disciplina. Hubo una imagen que recorrió los medios de prensa italianos: los jugadores de la Fiore, al final de un partido con el Inter, saludaban a los futbolistas nerazzurri después de que estos los derrotaran por dos a cero. En la foto aparecía, incluso, Zlatan Ibrahimovic con la camiseta de un rival. La locura, por tanto, tenía sus matices extraños.

III

En una entrevista que salió publicada en Jotdown, Andoni Zubizarreta, que por aquel entonces era el director deportivo del F.C. Barcelona, decía lo siguiente sobre Ramón Rodríguez, ‘Monchi’, su homólogo en el Sevilla: “su club es más pequeño, por lo que a veces la toma de decisiones es más rápida”. Todo parece indicar que en estos equipos “menores” la lógica de las contrataciones funciona de esa manera. Una vez, Corvino le echó el ojo a Manuel Pasqual para cubrir el hueco que dejaba Chiellini (firmado por la Juventus) y sin pensárselo dos veces el club desembolsó la cantidad pedida para traerse al futbolista desde las catacumbas de la Serie B donde jugaba con el Arezzo, para convertirse en el futuro capitán del equipo violeta.

En 2012 fue sustituido Corvino por el antiguo director deportivo de la Roma, Daniele Pradè, y se fue entonces al Bologna que jugaba en la Serie B. El 23 de mayo pasado regresaba al conjunto viola.

Pantaleo quizás haya estado en uno de los palcos del Artemio Franchi y haya observado cómo la Fiore empataba a cero con el Milan. Quizás también recuerde que hace poco más de un año, cuando daba vueltas por algunos de los campos de segunda, lo llamaron por teléfono y le preguntaron si se acordaba de Miccoli. Por supuesto, no lo había olvidado. Le dijeron que, con 39 años, jugaba en el Birkirkara Football Club de la primera división de Malta y que le había marcado un gol al West Ham inglés en la 2º ronda de la clasificación previa para la UEFA Europa League. Le dijeron también que le comunicara a Pradè que no se preocupara, que el equipo maltés había perdido en los penaltis y estaba fuera.