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Petróleo en Cuba

El edificio público más importante de Isabela de Sagua en 1961 era la Aduana. Estaba edificado sobre el mar, lo que selló su efímera suerte. En su primer salón se desplegaba un mapa de pared que dibujaba con detalles esa porción cubana de la desembocadura del río Sagua, el más majestuoso de la costa norte de Cuba. Obviamente reflejaba la zona que corresponde a los páramos y manglares que se atraviesan por la línea del tren y por la carretera que nos lleva a la ciudad homónima del río, Sagua la Grande. Allí aparecía escrito: “posible zona petrolífera”. Para entender lo que pudo motivar esa afirmación del ignoto autor de tal mapa es preciso comprender lo que es el petróleo, tener noción del tiempo y un poco de nuestra geografía.

Los seres vivos sintetizamos grasas y son ubicuas en todo nuestro sistema. Se trata de moléculas no demasiado complejas en relación con todas las demás que produce la vida. La parte que nos interesa de ellas no se puede disolver en el agua, es hidrofóbica. Es por eso que sirven de frontera a las células que tienen que existir en medio acuoso y así constituyen sus paredes membranosas. Se trata de fracciones de hidrocarburos. Empleamos una considerable cantidad de energía en sintetizarlas. Tanta, que ese tipo de moléculas sirve también como su almacén, a veces en exceso para las normas estéticas corporales que más nos agradan.

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La antigua Aduana de Isabela de Sagua.

La vida lleva unos 3500 millones de años sintetizando grasas, millones más, millones menos. Las dimensiones del tiempo, tan simples como parecen, requieren de un cierto razonamiento para darnos verdadera cuenta de lo que significan. Es preciso imaginarse cuantos amaneceres han ocurrido durante tantos millones de años. La vida de una persona, con tantos avatares que nos ocurren, es menos que un instante en comparación con esa cifra. Como decía Pablito en una memorable canción: “del universo un segundo”.

La primera energía que la vida usó para sintetizar grasas vino de ciertos minerales. Nuestros ancestros más simples la usaron para fabricarlas. Después, los seres vivos siguieron mutando y seleccionándose hasta aprender a usar la energía solar por la fotosíntesis. Y entonces la producción de moléculas de grasa para vivir se aumentó mucho, porque el sol era (y sigue siendo) pródigo en energía luminosa.

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Lo que queda del antigua edificio.

Pues la descomposición de innumerables seres vivos que han ocurrido en todo ese tiempo ha creado acumulaciones de moléculas de grasa parcialmente transformadas para dar lugar a hidrocarburos más o menos simples. Ese es, esencialmente, el petróleo que estamos quemando desde que aprendimos a hacerlo en grande, hace más de un siglo: los restos moleculares grasientos de la vida que ha nacido, se ha reproducido, y ha muerto en tantos miles de millones de años sobre la Tierra.

Parece que fueron los habitantes iniciales de Cuba los primeros en usar nuestros hidrocarburos naturales. Aparecían como un manantial de agua extraña, que nadie podía tomar pero que se incendiaba. Eso ocurre en un lugar del norte de la actual provincia de Villa Clara, conocido por Motembo, que en si misma es una palabra heredada de las lenguas de nuestros predecesores. Es probable que el autor del mapa de la Aduana de Isabela de Sagua se inspirara en estas fuentes para sospechar que allí había petróleo.

Un trabajo originario publicado por Lewis en 1932 acerca de los yacimientos de nafta y asfalto en Motembo y Bacuranao, los asociaba correctamente con la presencia de rocas ígneas. Al estar originadas en eventos volcánicos o similares la acumulación de restos vivos en ellas debe aparecer en fuentes aisladas, o no aparecer. La mayor parte del petróleo de este mundo aparece donde no se pudo quemar por algún evento natural.

Mucho se ha estudiado, y mucho se ha dejado de publicar con respecto al petróleo en Cuba. Lo relativo a algo tan importante como el petróleo se suele mantener en reserva en todas partes por razones comerciales y políticas. No obstante, una de las empresas extranjeras que hace prospección en nuestra patria ha declarado reciente y públicamente que tiene razones para creer que en la zona existe mucho petróleo y del bueno. La noticia ha recorrido el mundo por ser de interés de todos, con toda razón. El anuncio debe de estar motivado por datos esperanzadores de las prospecciones con los métodos más modernos. Se hace, entre otros propósitos, para que los inversionistas compren acciones de las empresas involucradas.

Los más interesados en esta noticia somos los cubanos y debemos ser los primeros en saberla con sus pros y sus contras, responsablemente. Nuestros especialistas deberían comentarla desde todos los puntos de vista, el científico, el comercial, el político.

Nos queda una buena esperanza de que el bienestar de los cubanos se garantice si este hallazgo se hiciera realidad y de que esas riquezas sean propiedad del pueblo cubano. La esperanza está también en que nuestro sistema económico en transformación llegue a permitir más temprano que tarde que los talentos que se han educado por la Revolución, nuestra principal inversión, sean los que descubran y exploten nuestras riquezas, y con la más actualizada tecnología. Lo que tenemos que tener, como dijo el poeta.