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¿Alguien duda?

La orden de arresto dictada el pasado jueves contra la incansable y prestigiosa luchadora social latinoamericana Hebe de Bonafini reconfirmó que el presidente de Argentina, Mauricio Macri, es un dictador sin escrúpulo, pero al mismo tiempo un espantadizo como los clásicos tiranos implicados en la otrora “Operación Cóndor”, fabricada en Estados Unidos.

Macri, a través de un fiscal a sus servicios, prescribió la detención de Bonafini, de 88 años de edad, pero las autoridades policiales no pudieron “hacer su trabajo” dado el respaldo inmediato que recibió de su pueblo la Presidenta de las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo, el cual obligó además a levantar pocas horas después esa vergonzosa medida judicial.

El intento de apresarla movilizó al pueblo argentino, que todos los días sale a las calles para repudiar al nuevo dictador de esa nación sudamericana por sus continuas medidas neoliberales, los tarifazos, la represión, y sus cotidianas y flagrantes violaciones de los Derechos Humanos (DD.HH), como el mantenimiento en prisión durante más de 200 días de la también luchadora social Milagros Salas.

La determinación indigna del presidente de Argentina coincidió con la visita a Buenos Aires del secretario de Estado norteamericano, John Kerry, evidentemente preparada para darle “instrucciones” al nuevo “agente público”, o mejor dicho, al flamante monigote del Pentágono y la Casa Blanca en América Latina.

Analistas y expertos reiteran que en política no hay causalidades, y en este caso claro que menos aun, porque son sabidas las firmes posiciones mantenidas por Bodafini ante varios intentos de sentarlas en el banquillo de los acusados por oponerse públicamente al accionar antipopular del mandatario argentino y a los planes de Washington de retomar su dominio sobre la Patria Grande.

Vale recordar que la líder de las Madres y las Abuelas de la Plaza Mayo, reconocida en el mundo por sus luchas en defensa de los verdaderos DD.HH y la soberanía de su país y nuestra región, denunció recientemente ante el Papa Francisco la instalación de bases militares estadounidenses en territorio argentino.

No era de esperar otra reacción de la administración norteamericana frente a las acusaciones de Bodafini, quien además ha estado comandando las movilizaciones de rechazo a las medidas neoliberales de Macri contrarias a sus compatriotas, y al asedio político y judicial de que es blanco la expresidenta Cristina Fernández.

El ensayo de detención de la ferviente luchadora argentina, “coincidente” con la visita de Kerry a Buenos Aires, reafirma a su vez que cuando una “bota gringa” pisa cualquier territorio del mundo para nada bueno es, sino todo lo contrario. Miren Irak, Siria, Afganistán, Libia, Honduras, Brasil, Paraguay, Guatemala, por citar solo algunas naciones.

Pero en Bodafini, tanto Estados Unidos como su monigote, tienen sin duda alguna otro hueso duro de roer porque a lo largo de muchos años la veterana revolucionaria latinoamericana ha demostrado que no teme a los dictadores.

Además, los argentinos y los pueblos de la Patria Grande de seguro impedirán a toda costa que Macri y sus amos de Washington se salgan con las suyas ante cualquier otra tentativa de aprehender a la Presidenta de las Abuelas y las Madres de la Plaza de Mayo, quien representa un baluarte de Nuestra América, al igual que Cristina y Salas.