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¿Cómo será Argentina con dos bases militares de Estados Unidos?

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La pregunta flota en el aire y hay razones muy valederas para hacerla, porque Argentina puede llegar a convertirse a corto plazo en una colonia militarizada de los Estados Unidos como efectivamente ya lo es Paraguay. Va en camino a eso en función de los acuerdos que el actual gobierno de Mauricio Macri ya ha puesto en marcha a través del Ministerio de Defensa y que consisten en instalar, en principio, dos bases de la NSA (Agencia de la Seguridad Nacional) en Misiones y Tierra del Fuego, y además generar misiones de intercambio con tropas norteamericanas para ejercicios conjuntos tanto en el territorio como en otros países de Latinoamérica. De esta manera, el actual gobierno hace efectivo el giro notoriamente entreguista en política exterior, alejándose de la CELAC, Unasur y los BRICS. También hace caso omiso de las recomendaciones dadas por el titular de la Unasur, Ernesto Samper, de que ya es hora de que las bases norteamericanas “se retiren del continente”. A la vez, tanto Macri como su canciller Susana Malcorra, embisten contra Venezuela y los países del ALBA y reinstalan las relaciones carnales con EEUU, pidiendo sumisamente ser parte de la Alianza para el Pacífico, coalición de países que no tratan sólo temas económicos sino que ponen en marcha por acción u omisión acciones intervencionistas de gran calado.

En ese marco, todo indica que lo que en su momento intentó lograr el ex gobernador kirchnerista del Chaco, Jorge Capitanich, en las instalaciones del aeropuerto de esa provincia y que fue paralizado producto de la movilización popular y el buen tino de algunos funcionarios de la Cancillería local, ahora cobra cuerpo para realizarlo en dos zonas estratégicas a nivel geopolítico y que afectarían profundamente a la soberanía nacional. Decir Misiones es hablar de la Triple Frontera y del Acuífero Guaraní, una de las fuentes de agua más importantes del mundo, y también un territorio que, desde Ronald Reagan en adelante, siempre despertó apetencias en Washington. Tanto que en una oportunidad, Georges Bush hijo, estuvo a punto de colocarlo como “objetivo militar a bombardear”, con la mentirosa excusa de que allí se “entrenaban” milicianos palestinos y de Hezbolah.

Por ello, que Macri y su combo de cipayos hayan dado luz verde a instalar una base de radarización y observación “para combatir el narcotráfico y el terrorismo internacional” (sic) es una muy mala noticia, no sólo para los misioneros que ya han comenzado a movilizarse, sino también para la convulsionada situación que hoy vive Sudamérica. De hecho, ya se han personado varios “observadores” del Comando Sur de EEUU y la NSA, que están recorriendo la zona y al parecer se inclinan por que sea Puerto Iguazú (en la frontera con Brasil) el lugar para instalar este santuario intervencionista gringo. Incluso, algunos medios de Misiones aseguran que esta decisión ha generado revuelo entre algunos mandos militares argentinos ya que no habrían sido consultados. Otros rumores no confirmados, pero francamente creíbles en los tiempos que corren, indican que desde hace varios años, ese territorio es visitado por mandos del ejército norteamericano con la intención de observar lo que ahora está a punto de convertirse en realidad. Algo parecido a la invasión de soldados israelíes que se está dando en el sur argentino y sur de Chile. Con la excusa de “vacacionar” de las brutales acometidas invasoras contra el pueblo palestino, al igual que sus pares estadounidenses, aprovechan la ocasión para hacer “inteligencia” para Tel Aviv sobre franjas muy codiciadas del territorio nacional.

Frente a tal panorama, y en conocimiento de la impunidad con que en estos meses se ha movido el gobierno macrista para arremeter contra los intereses nacionales y la propia población, es que varias organizaciones populares de Misiones ya están planteando nacionalizar el tema y (como ocurriera con la base fallida del Chaco) generar en primera instancia una campaña informativa de concientización a la población que ayude a posteriores movilizaciones in situ. También, por la vía parlamentaria, el diputado misionero Daniel Di Stéfano ha presentado en el Congreso de la Nación un proyecto de resolución solicitando al Poder Ejecutivo nacional detalles sobre la instalación de dos bases militares en el territorio argentino.

En el caso de Tierra del Fuego, la base de “observación” y “experimentación científica” se instalaría en las proximidades de Ushuaia, y como es fácil de entender sería un verdadero “caballo de Troya” para incidir en un territorio altamente estratégico a nivel geopolítico y cuyas consecuencias militares son imprevisibles ya que a pocas millas está la base de la OTAN en Malvinas, y también el territorio Antártico argentino, bastión también codiciado por Estados Unidos por la importancias de los hielos continentales para la provisión de agua a futuro.

Por último, vale la pena recordar que Estados Unidos acostumbra utilizar varias vías para llevar a cabo su injerencismo militar: en algunos casos utiliza la excusa de “asesoramiento y asistencia humanitaria”, generando campañas contra el dengue, el zika o lo que se le ponga a mano. En ese marco, primero desembarcan enfermeras, médicos y paramédicos, y luego siempre aparecen observadores militares cuyas tareas no tienen nada que ver con los objetivos primarios anunciados. Ocurre, entre otros países, en Honduras, en Perú, en Paraguay y en República Dominicana. En otros casos, sin demasiados preámbulos, “arreglan” con gobiernos aliados o sumisos (o cooptados por acuerdos económicos sustanciosos) la instalación de bases de observación, colocando radares y otros artilugios tecnológicos de los que no ofrecen mayor información pública. O abren, como ya lo han hecho en 36 oportunidades, bases militares en toda línea (hay 761 a nivel mundial) con pistas de aterrizaje y despegue de aviones bombarderos y presencia de efectivos con uniforme y armamento. Los casos de Colombia, Panamá, Perú, Chile (con su base de “tropas de paz” en Concón), Curazao, Guatemala y varias más repartidas en pequeñas islas del Caribe.

Ahora, el virreinato de Mauricio Macri quiere sumarse a esa peligrosa costumbre de ceder territorio y asegurar la impunidad de la actuación de efectivos civiles y militares estadounidenses en el norte y sur argentinos. Si no se lo enfrenta radicalmente ahora, antes que lo pueda concretar, después no habrá oportunidad para lamentarse por lo que no se haya hecho.

(Tomado de Resumen Latinoamericano)