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España, otra jornada rota

Se repite la historia o, si prefiere, la piedra estaba ahí y se tropezó de nuevo con ella. España se adentra, otra vez, en una circunstancia tan similar a la ocurrida tras las elecciones del 20 de diciembre pasado, que se cae en el peligro de reeditar los mismos accidentes.

Como ningún partido logró mayoría para gobernar, será imprescindible hacer pactos, intento imposible de viabilizar durante el pasado semestre, pero situación que amaga con un tercer intento electoral.

Las opciones son pocas. Una   es la alianza entre el Partido Popular y el PSOE.Fuerte tentación para los socialdemócratas, pues lasuma de escaños entre las dos formaciones es suficiente para dale inicio a una nueva legislatura, pues sobrepasa de los 176 exigidos por ley.

Mariano Rajoy lo intentó la vez pasada, pero Pedro Sánchez se opuso, dándole paso a un pacto con Ciudadanos que ahora obtuvo menos votos, por tanto no tiene igual utilidad.

El líder del PSOE, se ha dicho hasta aquí contrario a cualquier opción con el corrupto PP, desde donde se baraja algo poco probable: sacrificar a Mariano Rajoy si hiciere falta. Sustituir con otro candidato al presidente del gobierno en funciones para mantener el poder, traería un escenario no menos peliagudo y siempre de espaldas a ciertos principios.

Tampoco resulta simple, ni imposible, la unión de fuerzas entre el PSOE y Unidos Podemos, solo que los primeros han reprobado tanto a los segundos que parece impracticable algún entendimiento, sobre todo por la alergia que el grupo emergente provoca en un poderoso sector del dividido PSOE.

Los que se consideran herederos del Movimiento Indignado no resultaron tan favorecidos como suponían de la experiencia en urnas recién concluida. A falta de evaluaciones “a pie de urna”, criterios oficiosos apuntan hacia las cifras de participación en los escrutinios pues no fue suficientemente elevada, y hasta el influjo de la conmoción provocada por el Brexit en el Reino Unido, tema que está generando innumerables leyendas y jugadas que van desde la peor soberbia a los pocos escrúpulos.

También se achaca al sistema electoral español, basado en la ley D'hondt, un sistema de cálculo proporcional creado en el siglo XIX por el jurista belga de igual nombre, y fórmula que beneficia a los partidos mayoritarios en detrimento de los pequeños. Muchos desean cambiarlo o, a falta de ello, varios jurisconsultos consideran que, al menos, debía mejorarse.

Sin descartar que influya de alguna manera en lo acontecido, y aun cuando el método explica que el PP obtuviera antes y después mayoría, dejar a un lado la fragmentación del criterio evidenciada con la aparición de dos nuevos partidos (Podemos a la izquierda, Ciudadanos a la derecha) y la dispersión de la voluntad y el ejercicio del sufragio que ello comporta, sería improcedente.

La sociedad española cambia, atraviesa por experiencias traumáticas, está influida por acontecimientos internos y los procedentes de fuera, que todo se intervincula. Sea el referéndum británico o las esperanzas y frustraciones que formar parte del Pacto Comunitario entraña.

Decidir es difícil siempre, máxime si, como en este caso, los electores no tienen bases de sustentación suficientes. Algunos pensadores advirtieron que Podemos propone alternativas progresistas pero no se pronuncia sobre temas de envergadura, como desafiar las directrices neoliberales europeas que llevaron al país hacia los desahucios y la rebaja del nivel de vida total.

Lo vivido en Grecia de la mano de Syriza, asusta. La gran movilización popular que dio su apoyo a Alexis Txipras se vio frustrada cuando el premier aceptó las exigencias de la Troika que colocaron a los helenos en peores circunstancias que antes y con el añadido de enormes limitaciones a la soberanía nacional que no saben ni cuándo ni cómo podrán recobrar.

Parece, por igual, haber actuado de algún modo un factor que se vio en la propaganda en favor de la permanencia en la UE del Reino Unido. Fue tanto el miedo diseminado y tantos los fantasmas puestos a circular, en uno u otro sentido, que muchos concluyeron confundiéndose.

Ni siquiera dos gotas de agua son idénticas, pero los excesos mediáticos, también en el caso de España, seguro tuvieron un efecto y casi seguro contrario al buscado, o le dieron espacio a dudas capaces de anular el buen discernimiento.

Así se piensa en un primer examen de lo sucedido que, desde luego, no es ni lo último por ocurrir ni lo mejor pues el tema, como el del Brexit, tiene una frondosa cola.