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Los Ángeles 1932: La Didrikson y su estrella fugaz

Inauguración en el Coliseum.

Inauguración en el Coliseum.

California es, en la actualidad, el Estado más importante de la Unión Americana, y uno de los más jóvenes, pues su colonización fue iniciada por España, pero arrebatada a México durante la expansión al oeste de la gran nación del norte en 1846. Con razón se afirma que si California fuera un Estado independiente, estaría entre los primeros diez países en el Producto Interno Bruto.

La capital es Sacramento, debido a su valor histórico, aunque varias ciudades son más importantes por su desarrollo, como Los Ángeles, San Francisco, San Diego, Oakland...

Los Ángeles está situada a la orilla del río del mismo nombre. Posee un elevado por ciento de la producción del Estado en esferas como el petróleo, centros comerciales, industrias químicas, navales, astronáuticas, mecánicas y muchas más. En sus alrededores se encuentra Hollywood, que constituye el centro de la industria cinematográfica de los Estados Unidos, esencial en el desarrollo de un espectáculo que genera apreciables ingresos. Por su peso específico en la sociedad norteamericana, California es el Estado que tiene una mayor cantidad de votos electorales y a menudo decide en los destinos del país.

Esa ciudad fue designada sede de los Juegos de la X Olimpiada, en 1932; un salto al espectáculo. El pueblo norteamericano es amante de los deportes, sobre todo los de mayor tendencia a la violencia o la espectacularidad. En aquel país la competencia, que llevan a cabo los productores y comerciantes en todas las esferas, no es ajena al deporte. Pero todavía no era el momento de mostrar las armas del profesionalismo.

Recordemos que en 1932 el Olimpismo se regía por el concepto original inglés del amateurismo, aunque con matices de apertura. Para introducir la comercialización y el profesionalismo en el movimiento olímpico en una fecha tan temprana, era necesaria la sutileza. De todas formas, ajustándose a las reglas o no, aquel espectáculo recaudó mucho dinero, pues la publicidad en función de los Juegos llenó las tribunas y se desarrolló una verdadera fiesta del deporte.

Debido a que los Juegos Olímpicos de 1932 se celebraron en medio de la Gran Depresión, y en la costa oeste, lo que la convertía en más lejana para las delegaciones, se presentaron menos atletas a las competencias, al extremo de cancelar el torneo de fútbol soccer. No obstante, se impusieron 18 records mundiales. Además, por primera vez, más de 100 000 personas se ocuparon de la Ceremonia de Inauguración. Los Angeles 1932 sería la primera edición olímpica en obtener dividendos favorables: 1 millón de dólares.[1]

Asistieron 1 331 atletas de 38 países (algunas fuentes ofrecen la cifra de 1 408, otras 1 281), que compitieron en dieciséis disciplinas; 127 fueron mujeres, una cifra que decreció con relación a Amsterdam 1928. Europa seguía sin convencerse de que los Juegos podían y debían organizarse fuera de sus fronteras. El sistema de comunicaciones en 1932 no se acercaba al actual, lo que dificultó el traslado de muchos participantes, pero los Juegos estuvieron bien organizados.

El país sede se encontraba en la Gran Depresión de 1929, que estremeció al mundo. No obstante, arrolló con las preseas doradas (44), seguido de lejos por Italia (12) y Francia (11).

Esos Juegos serán recordados por el despliegue hollywoodense, que despertó un notable interés turístico. El cine era el comunicador más universal y Estados Unidos estaba a la cabeza de esa industria, posición que mantiene en la actualidad.

El majestuoso Coliseum, con capacidad para 105 mil espectadores, acogió las ceremonias de inauguración y clausura, así como las principales competencias. Se dispuso de una Villa Olímpica superior a la fundadora de París 1924. Confortable, garantizó los recursos para cualquier necesidad, desde la adecuada alimentación, hasta una variada gama de entretenimientos. Las damas fueron ubicadas en hoteles de lujo.

El desarrollo tecnológico iba en ascenso. Se incorporó el cronometraje electrónico hasta las centésimas de segundos. Con tal método se otorgó la medalla de bronce en los 110 metros con vallas, a favor del británico Donald Finley, a pesar de que el norteamericano Jack Keller había sido declarado campeón. No obstante, en un gesto caballeroso, Finley declinó la medalla en favor de Keller. En las competencias se registraron 35 récords olímpicos y 19 mundiales. La premiación se hizo, por primera ocasión, sobre un podio y se izaron las bandeas de los triunfadores. Las competencias se desarrollaron en dieciséis días. En la actualidad oscila entre quince y dieciséis jornadas.

Para evitar sucesos violentos, se prohibió la ingestión de bebidas alcohólicas en los locales de competencias y la Villa Olímpica; se extremaron las medidas de seguridad. Ello perjudicó a los argentinos, italianos, franceses y otros países, adictos históricamente al vino en las comidas.

Cuba, una vez más, declinó asistir, ahora envuelta en la convulsa etapa del machadato. América Latina estuvo representada por Argentina, con tres medallas de oro, a cargo de Juan Zabala, conocido como el Ñandú criollo, en la difícil maratón, primer latinoamericano, y los boxeadores Carmelo Robledo (hasta 126 libras) y Santiago Lovell (más de 91 kg.); la de plata fue a la cuenta del también púgil Amado Azar (75 kg.). México se alzó, por vez primera, con dos de plata: el boxeador Francisco Cabañas (112 libras) y Gustavo Huet en las competencias de tiro, en la modalidad Marksman. Uruguay alcanzó una de bronce, a cargo de Guillermo Douglas, en remo, modalidad single scull.

Colombia (debutante), Brasil y Haití, no marcaron en el medallero. Los favoritos uruguayos, que en las dos anteriores ediciones se habían erguido con las medallas de oro, se vieron perjudicados por la suspensión del fútbol soccer.

Una final de leyenda estremeció el estadio, a cargo del argentino Zabala y la maratón. El gaucho había llegado solo a la instalación, pero:

En el momento en que Zabala entró al Estadio Olímpico, llevaba un minuto de ventaja a sus competidores más cercanos. Había recorrido ya ¾ partes de la pista cuando aparecieron Ferris (británico), el finlandés Tolvonen y el también británico Wright. De esta forma el público presente en el Stadium pudo apreciar un espectáculo poco visto en los maratones, los cuatro finalistas al mismo tiempo en la pista olímpica. Zabala, con un esfuerzo final supremo, cruzó la meta de llegada, para enseguida caer desmayado.[2]

En estos Juegos, Paavo Nurmi, uno de los más grandes de la historia, fue declarado profesional, provocándole un profundo dolor para toda su vida. Trató de inscribirse en la maratón, pero no lo admitieron.

Hubo otros atletas y hechos destacados. Fue controversial la carrera de 5 000 metros, pues el finlandés Lauri Lehtinen se interpuso en la carrilera del norteamericano Ralph Hill, para llegar primeros a la meta con el mismo tiempo (14:30.0). Lethtinen debió ser descalificado, pero Hill declinó incriminarlo y se quedó con la medalla de plata.

El japonés Chuhei Nambu ganó la difícil prueba del triple salto (15,72). En competencias precedentes se había destacado más en el salto de longitud, donde implantó un récord mundial. En un hecho sin precedentes, los de la tierra del sol naciente dominaron ampliamente en la natación. Asimismo, el canadiense Duncan McNaughton se hizo dueño de la medalla de oro en el salto de altura (1,97 ms), superando a dos norteamericanos, un francés y un filipino, que alcanzaron la misma cota de 1,91.

En total se compitió en dieciséis deportes: Atletismo, Boxeo, Ciclismo, Clavados, Equitación, Esgrima, Gimnasia, Hockey sobre césped, Pentatlón moderno, Remo, Vela, Tiro, Natación, Waterpolo, Levantamiento de pesas, Lucha.

También se efectuaron competencias demostrativas en el fútbol americano y el Lacrosse.

Desde Estocolmo 1912 se venía desarrollando, a instancias de Coubertin, el llamado Pentatlón de las Musas, que se mantuvo, a veces con otros apelativos, hasta los Juegos de Londres 1948. Fue así que en Los Angeles 1932, se compitió en arquitectura, escultura, literatura, música, y pintura.

Mildred Babe Didrikson

 El canadiense Duncan McNaughton.

El canadiense Duncan McNaughton.

Los griegos antiguos prohibían la participación de las mujeres casadas en los Juegos olímpicos, ni siquiera para presenciar los eventos. Designaban un solo día para competir las doncellas en el dromos, o carrera de un estadio. El deporte moderno no ha sido una excepción. Las mujeres se incorporaron a la práctica olímpica en París 1900, donde algunas compitieron en el torneo de tenis de campo.

En Los Ángeles 1932 reinó una jovencita:

Mildred Ella Didrikson "Babe" Zaharias (Port Arthur, Texas, 26 de junio de 1911-Galveston, Texas, 27 de septiembre de 1956) fue una deportista estadounidense, considerada una de las atletas más polivalentes de la historia. Destacó en disciplinas deportivas como el golf, el baloncesto, el béisbol o el atletismo. De joven jugó en el equipo masculino de béisbol de los Brooklyn Dodgers, donde recibió el apodo de "Babe".[3]

En los Estados Unidos se desarrollan fortísimas competencias en busca de la clasificación para los Juegos, sobre todo en los eventos de pista. Ella se presentó sola a competir, como un equipo, enfrentando otros que disponían de hasta veintidós muchachas. Babe participó en ocho de las diez disciplinas programadas y ganó en 5. ¡Acumuló más puntos que las demás!

En los Juegos de Los Angeles 1932 derrotó a todas. Obtuvo 2 medallas de oro y 1 de plata; impuso 3 récords mundiales: 80 con vallas, lanzamiento de la jabalina y salto alto. En las dos primeras ganó el oro y en la última la plata, con el mismo registro de la campeona. A la Didrickson hay que verla como una fugaz estrella olímpica, pues solo compitió en esos Juegos.

La figura de los Juegos será la norteamericana Mildred Didrikson, más conocida por Babe Didrikson, medalla de oro en 80 metros vallas y lanzamiento de la jabalina y plata en salto de altura. A los dieciocho años ostentaba tres récords del mundo en su haber además de sus éxitos olímpicos, Babe fue proclamada como la mejor atleta del primer medio siglo.[4]

Después quiso competir en los 100 metros planos y el 4 por 100, pero su delegación no la inscribió. Sus registros personales eran los mejores. Para la Historia quedaría la decisión. Pudo alcanzar otros dos títulos.

La Babe practicó varios deportes: baloncesto, 80 metros con vallas, jabalina, salto de altura, golf, fútbol, lucha, boxeo y hasta jugó al béisbol durante la Segunda Guerra Mundial, para llenar el vacío de los hombres que partieron a la confrontación.

En el golf se destacó más, pues se impuso en un torneo en 1940 y después fue prácticamente imbatible. Logró veinte campeonatos, uno detrás del otro, incluyendo el británico; así se convertiría en campeona amateur y profesional, instituciones bien delimitadas por entonces.

Su voluntad de hierro es capítulo aparte. En 1954, con cuarenta años de edad y enferma del cáncer que no le permitió recuperarse, se presentó recién operada al torneo por la Copa de Golf de los Estados Unidos, y resultó la campeona absoluta. Así se despidió del mundo deportivo, aquella mujer que a los cuarenta y dos años, dejó de existir.

Está entre las deportistas más brillantes que ha conocido la humanidad, su recuerdo merece el respeto de hombres, mujeres y niños. Mildred Babe Didrikson abrió, definitivamente, el camino hacia la gloria olímpica de las mujeres.

[1] David Wallechinsky y Jaime Loucky: The complete book of the Olimpics (2012 edition). Aurum Sports. 7 Greenland Street. London NW1 OND, p. 15.

[2]Fabio Ruiz Vinageras: Un siglo de Deporte Olímpico. Cuba y América Latina (1896-1996). Editorial Deportes. La Habana, p. 35.

[3]Wikipedia, la Enciclopedia libre, 2013.

[4] Conrado Durántez: Historia y Filosofía del Olimpismo. 5ta edición. Asociación Iberoamericana de Academias Olímpicas. España. 2002, p. 29.

Los Ángeles 1932.

Los Ángeles 1932.

Lauri Lehtinen y Ralph Hill.

Lauri Lehtinen y Ralph Hill.

El boxeador argentino Carmelo Robledo.

El boxeador argentino Carmelo Robledo.