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La Ciencia, la Tecnología, la Innovación y la Ideología

El Consejo Científico de la Universidad de La Habana practica la discusión virtual hace tiempo. Se dispone de una lista de correos electrónicos a la que están suscritos sus miembros. De esa forma se organizan reuniones, se emiten criterios por todos acerca de un tema o documento determinado y los que lo desean pueden enriquecerlo. Así se toman acuerdos por consenso. Se discute mucho y la cultura de cada uno llega a todos. Nos enriquecemos con el saber de todos, de la forma más humana. También es cierto que las reuniones donde nos vemos las caras y confrontamos criterios son insustituibles. Los foros virtuales solo las complementan y hacen mucho más eficientes.

El tema de intercambio más reciente trató de la ideología y su relación con la ciencia, la tecnología y la innovación. Algunos sostienen sabia y apasionadamente que las ciencias y las tecnologías están asociadas con las ideologías.

Gracias a la ciencia conocemos como son y funcionan los sistemas del universo y el propio universo que nos rodea. Averiguamos verdades que puedan ser verificadas por muchos de forma independiente y por lo tanto son universales. Por ejemplo, la ciencia ha descubierto que el principal componente del papel es la celulosa, una supermolécula que los vegetales sintetizan con azúcares simples encadenados. Esa es una verdad científica comprobada muchísimas veces por personas en todo el mundo. La ideología que regía a los que la han verificado no influye hoy para nada en ella.

La tecnología es saber cómo hacer algo útil. Con la tecnología para fabricar el papel, que se ha depurado mucho desde el antiguo Egipto y la China ancestral, se supo trabajar la celulosa para que hoy sea uno de los principales soportes o portadores de información. Ocurrió incluso que se inventó y fabricó el papel mucho antes de que la ciencia averiguara que se trataba de celulosa, de que los azúcares existían como un tipo de sustancias, y que es el mismo material que constituye al algodón. Escribimos información en un papel y las personas pueden leerlo para enterarse de lo que quisimos grabar en ese medio. Es cierto sus inventores pueden haber tenido muchas motivaciones económicas e ideológicas. Pero el papel sirve hoy para portar todo tipo de ideas independientemente de cómo pensaban los que lo inventaron y perfeccionaron. La ideología la pone en cada momento la información que se escribe en el papel, no el papel, ni su tecnología, ni la estructura molecular de la celulosa, ni su ciencia.

Generalmente los nuevos conocimientos son innovaciones y las tecnologías que los utilicen también pueden serlo. La innovación ocurre en cualquier faceta de la vida. Probablemente el primer niño o adulto que plegó adecuadamente una hoja de papel para hacer un planeador hizo una gran innovación, sin que mediara la ciencia en forma alguna. Innovó creando una técnica muy simple. Es difícil clasificar la ideología que movió al inventor del planeador de papel. Es posible que lo haya hecho con el propósito malsano de molestar a un compañero de aula. Lo que está claro es que el planeador en si mismo puede servir tanto para molestar a alguien con el impacto sorpresivo en su cuerpo, como para trasmitir un mensaje de amor a la pareja que se encuentre a unos metros de distancia. Después de su invención, el planeador de papel, el papel y su forma de fabricación, sus tecnologías, se quedaron sin ideología. La celulosa y su estructura, sus ciencias, no la tienen tampoco. Todo es ahora solo conocimiento humano, sin modulaciones.

La humanidad ha pagado muy caro cuando se han asociado las ideologías con el conocimiento científico verdadero y las tecnologías. Las causas del progreso han visto morir en la hoguera a personas por haber sostenido verdades que contradecían ideologías, o remedos de ellas. Los códices mayas, probablemente los únicos monumentos escritos por las culturas ancestrales americanas, fueron en su mayoría destruidos por la misma causa. Así nos quedamos sin saber muchas cosas acerca de nuestros orígenes, que probablemente nunca podremos averiguar porque los que los escribieron ya no están vivos para hacerlo de nuevo. El primer experimento de sociedad humana que se pensó verdaderamente democrática desde que se quiso dar “todo el poder para los soviets” se desplomó por muchas causas degenerativas. Una muy importante fue el retraso científico y tecnológico que sufrieron en campos tan importantes como la genética y la informática. Y esos retrasos ocurrieron en un mundo competitivo cuando se impuso que la ciencia verdadera y la tecnología estaban asociados con ideologías enemigas.

Este es sin dudas un motivo de reflexión, y quizás controversia. Mucha y alta cultura filosófica se desplegó en la discusión electrónica que tuvo lugar en el Consejo Científico de la Universidad de La Habana acerca del tema. El soporte informativo de la discusión no fue ahora el papel. Los mensajes a la lista de correos estuvieron soportados en internet, que es otra tecnología sin ideología alguna, igual que el papel, y permitió todo tipo de expresiones. La ideología la pusieron los autores de cada mensaje.