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Desde la dictadura no había en Brasil un gobierno tan conservador

Una manifestante en Brasil. Foto: Silvia Izquierdo/ AP

Una manifestante en Brasil. Foto: Silvia Izquierdo/ AP

A menos de una semana de haber llegado a la presidencia en la condición de vicepresidente en ejercicio, o sea, de modo interino, Michel Temer sorprendió al emprender un fuerte giro a la derecha y por haber estructurado un gabinete con inmensa propensión a lanzar comunicados confusos.

Analistas políticos afirman que desde el golpe cívico-militar de 1964, que instauró una dictadura que duró 21 años, no se veía en Brasil un programa tan conservador. Desde el fin del régimen de fuerza, ningún gobierno fue tan de derecha como el que recién empieza.

Se esperaba de Temer un gobierno muy distinto al de Dilma Rousseff, pero no tan radicalmente opositor. Las relaciones entre los dos, que jamás sobrepasaron los límites de la cordialidad formal, a partir de finales de 2015 se tornaron francamente hostiles. Temer en ningún momento, principalmente en los últimos dos meses, se preocupó por disfrazar su conspiración permanente.

Ni todas las señales clarísimas permitieron suponer un vuelco tan radical. Extinguió ministerios y secretarías, trajo a los derrotados en las cuatro últimas elecciones para puestos de relieve y poder, y actúa como si en lugar de haber pertenecido al gobierno en los últimos cinco años y medio hubiera estado en la oposición más intransigente.

En los primeros días de gobierno interino se anunció que todas las medidas adoptadas por Rousseff en los últimos dos meses serán revisadas. Las tierras indígenas asignadas, así como las que fueron destinadas a la reforma agraria, por ejemplo, serán reestudiadas. El pasado lunes comenzó una auditoría minuciosa en todos los gastos realizados este año por el gobierno de la mandataria alejada del cargo mientras se desarrolla en el Senado el juicio que pretende destituirla definitivamente.

Se anuncia una reforma radical a la legislación laboral y al sistema de jubilaciones. Hasta las centrales sindicales derechistas se oponen. La CUT (Central Única de Trabajadores), alineada al PT, y la más poderosa, se negó a participar en cualquier diálogo con un gobierno golpista.

Se revisarán las leyes relacionadas a manifestaciones públicas. El nuevo ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, ocupaba la cartera de Seguridad Pública en el estado de Sao Paulo; se hizo famoso por la violencia con que la policía militarizada reprimió manifestaciones estudiantiles, incluso de alumnos de secundaria, que protestaban contra la corrupción y la pésima calidad de la enseñanza. También las marchas contra el golpe institucional fueron reprimidas. De Moraes suele decir que no son manifestantes, sino terroristas que utilizan tácticas de guerrilla urbana para poner en peligro el orden público.

En tanto, el nuevo ministro de Salud anuncia un reajuste al presupuesto y las acciones del SUS (Sistema Único de Salud), que depende del gobierno nacional. La repercusión negativa lo llevó a suavizar las medidas anunciadas, que todavía no están claras. Lo que sí está claro es que su campaña para llegar a la Cámara de Diputados fue financiada principalmente por empresas de salud privadas, los planes de salud, que en Brasil tienen precios exorbitantes.

También se anuncia una revaluación de Bolsa Familia, el programa social más amplio de los últimos 13 años, que atiende a casi 50 millones de brasileños. Gracias a este programa el país salió del mapa del hambre de la Organización de Naciones Unidas.

Para rechazar la afirmación de que llegó a la presidencia sin haber recibido un solo voto, Temer argumenta que quien votó por Rousseff también votó por él. Su partido, el PMDB, fue aliado de los dos mandatos presidenciales de Lula da Silva y los dos de Dilma. Por lo tanto, compartió un mismo programa de gobierno, que ahora trata de destruir de manera inexorable.
Los partidos que hicieron feroz oposición a los cuatro mandatos del PT, especialmente el neoliberal PSDB, fueron ampliamente considerados en la formación del gobierno de Temer. Asumieron, por ejemplo, el Ministerio de Hacienda, que además tiene ahora bajo su mando el sistema de jubilaciones y pensiones, y también el ministerio de Relaciones Exteriores. Lo que inicialmente fue anunciado como un gobierno de notables se reveló una continuación exacta del sistema de alianza basada en la concesión de puestos a cambio de apoyo parlamentario. Temer, como ocurrió con la presidenta suspendida, será rehén del Congreso, especialmente de la turbulenta Cámara de Diputados.

Temer eligió para líder del gobierno en la Cámara de Diputados a André Moura, figura oscura absolutamente leal al ex presidente de la cámara baja, Eduardo Cunha, suspendido de funciones por el Supremo Tribunal Federal. Moura, a propósito, responde a tres juicios, dos de ellos por intento de asesinato.

El equipo económico del gobierno interino ya anunció que pretende crear impuestos para disminuir el tamaño del déficit público. Rousseff había intentado lo mismo, fue masacrada por la Cámara de Diputados. ¿Cuál será el precio que Temer tendrá que pagar?

(Tomado de La Jornada)