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¿Es sólo un fenómeno de Panamá? Hechos y cifras sobre los paraísos fiscales

paraisos fiscalesRealmente siempre resulta interesante conocer la enorme capacidad de que disponen los medios de comunicación del sistema capitalista actual para desvirtuar la triste realidad que hoy envuelve a la economía financiera global con múltiples subterfugios y ardides.

El caso de los Panama Papers es solo otro incidente en este sentido. Nunca han sido los paraísos fiscales tan atacados en el ejemplo del accionar de sus empresas fantasmas que cuando la derechización política y la intencionalidad de opacar y desprestigiar personalidades políticas y acciones contestatarias, han pasado a ocupar un papel trascendental en la estrategia global para defender lo indefendible: la sostenibilidad del sistema capitalista actual.

Aún a las puertas de otra de las más importantes facetas de la crisis global, las medidas y propuestas para mantener en funcionamiento al sistema no asumen políticas que resuelvan los desequilibrios estructurales que hoy condicionan la prolongación en extremo de la crisis, pero si promueven toda una mediatización de ataques radicales que generan una profunda diversión, como en las estrategias militares, del objetivo esencial que debería ser reconquistar la confianza de los potenciales inversionistas en la economía real, su potencial capacidad para invertir y asumir políticas de empleo, que recuperen el crecimiento de las fallidas economías del sistema.

Pero el objetivo actual ya no es ese, en medio de la crisis surgida en 2008, el capital ha ido acaparando cada vez más riqueza y su interés, por supuesto, es conservarla y potenciarla. Si ello se logra, aún en medio de las condiciones más severas que afectan a la mayoría de la Humanidad, no interesa, sólo interesa construir mayores “fortalezas” para seguir incrementando este nivel de concentración del capital. Y, por supuesto, como acallar aquellas voces que se han alzado, incluso dentro de las filas del sistema, para contradecir el “Modus operandi” .

Por supuesto que los ataques no se refieren a los impactos reales que tienen hoy los flujos ilícitos globales en el contexto de la economía global. Tal pareciera que el tema escogido para acallar voces contestatarias no ha sido el más apropiado.

Brevemente se pudiera analizar el contexto general actual para los flujos ilícitos de capital comenzando por el propio concepto. En un marco más estrecho, se consideran flujos financieros ilícitos aquellos montos de capital que no han sido registrados propiamente como capital de empresas o individuos y cuyo proceder es ilegal o fruto de ganancias en actividades ilegales, tales como droga, prostitución, trata de mujeres o niños y la corrupción. También puede darse el caso de que las fuentes del capital sean legales pero su transferencia a mercados en el extranjero viola las leyes nacionales, tales como la obligación del pago de impuestos, con lo cual estos flujos asumen la categoría de ilícitos. Asimismo, se consideran también ilegales aquellos fondos con origen legítimo que son usados para propósitos ilegales, como la financiación de acciones terroristas. En su concepto más amplio, los flujos financieros ilícitos hacen referencia a reservas que, a través de ardides legales y otros arreglos artificiales, evitan el espíritu de la ley, incluyendo, por ejemplo, los planes diseñados por las empresas transnacionales para crear sociedades anónimas en el extranjero y así evitar el pago de los impuestos establecidos en los países donde originalmente radican.

En el caso de la evasión de impuestos, las reglas de carácter jurisdiccional con elevados niveles de secreto financiero atraen gran volumen de flujos ilícitos. Si tal panorama se combina con bajas tasas de interés, tales regímenes pasan a ser muy atractivos, pues se convierten en los lugares ideales para evadir el pago de impuestos. Tales regímenes financieros son capaces de amparar una amplia industria bancaria privada con la aparición de las empresas “Fantasma” o “Concha” (Shell, por su denominación en inglés), así como otros mecanismos que facilitan la evasión fiscal a empresas o personas individuales poseedoras de patrimonio neto elevado de una manera sistemática. A través del uso de estas políticas corporativas, las cuentas pueden ser contabilizadas como anónimas y las reservas pueden mantenerse sin que se tenga que pagar impuestos por ellas o con un nivel de impuestos mínimo y sin que se vean sometidas a la presión de identificar a quién pertenecen.

En medio de toda esta campaña actual contra los paraísos fiscales, no puede pasarse por alto el hecho de que las locaciones con jurisdicciones de secreto más importantes del mundo se encuentran en países desarrollados, que históricamente se han encargado de facilitar la evasión de impuestos a sus capitales privados.

Calcular este monto de capitales que hoy fluye a los paraísos fiscales resulta difícil, dada la naturaleza de la reserva involucrada en estas locaciones, y debe hacerse indirectamente. Varios son los informes que revelan un incremento, desde 7,6 millones de millones de dólares en paraísos fiscales al final de 2013, hasta 36 millones de millones en 2015. Vale aclarar que esos cálculos aproximados proveen solamente la riqueza financiera e ignoran posesiones legítimas, como bienes raíces, arte, joyas y oro, entre otros.

También existe hoy consenso entre expertos sobre cómo se ha incrementado la cantidad de riqueza particular que se encuentra fuera de los países de origen, como un 16% promedio anual para el período 2004-2014, aunque para los años entre 2008 y 2013, el salto fue del 28%, especialmente en los países subdesarrollados.

Los países subdesarrollados se encuentran particularmente afectados por este fenómeno. Para los países de África y América Latina se calcula que aproximadamente el 20-30 % de su riqueza se encuentra hoy fuera del territorio nacional. Adicionalmente, si se toma en cuenta que la mayoría de los países analizados mantienen tasas impositivas bajas, sus recaudaciones por concepto impositivo son menores, por lo que sufren doblemente esta exportación de capital

La conferencia de Naciones Unidas para el comercio y el desarrollo (UNCTAD) ha calculado que la brecha impositiva para países subdesarrollados se ubica entre 66 mil millones de dólares y 84 mil millones de dólares, anualmente, lo que representa aproximadamente dos tercios de la Ayuda Oficial para el Desarrollo (ODA) que reciben. La erosión de la base impositiva no permite a los gobiernos de estos países poder sumar estos ingresos a sus economías.

Otro elemento clave es la enorme desigualdad en la propiedad de esta riqueza ubicada en los paraísos fiscales. Se calcula que entre el 85 y 90% de esta riqueza pertenece a menos de 10 millones de personas, o sea el 0.014% de la población mundial. Adicionalmente, al menos un tercio pertenece a las 100,000 familias más ricas del mundo, donde cada una accede a un patrimonio neto de al menos 30 millones de dólares. Otro estudio revela que en la misma medida que las posesiones extraterritoriales están aumentando, el número de clientes está descendiendo, por lo que la riqueza media por cliente está creciendo. La lectura evidente para tal tendencia es simple: la reducción mundial en recaudaciones tributarias beneficia a los sectores más ricos casi completamente. Por lo que el cambio de las reservas de capital hacia los paraísos fiscales para facilitar la evasión de impuestos promociona y perpetúa los patrones de desigualdad económica.

Otra práctica para evadir impuestos es la conocida refacturación. Ello presupone falsear documentos de comercio, como los trámites y documentación de los servicios aduaneros. Con la refacturación de las exportaciones e importaciones, los evasores de impuesto pueden cambiar de lugar sus capitales hacia otros países, ubicándolos en cuentas bancarias confidenciales y compañías fantasmas en paraísos fiscales.

En opinión del Informe sobre Integridad Financiera Mundial, la refacturación comercial es la manera más común de cambiar de lugar reservas ilícitamente de países subdesarrollados. Esta organización ha calculado que la refacturación se duplicó en el período entre 2004 y 2013, representando más de 80% de todos los flujos ilícitos, aproximadamente unos 655 mil millones de dólares promedio anual. Asimismo, el volumen global de los flujos financieros ilícitos provenientes de los países subdesarrollados, de los cuales la refacturación constituye mayoría, resultaba superior al valor combinado de la AOD y la inversión directa extranjera (IED) recibida por estos países.

La comprensión de los términos en este tema resulta crucial ya que, por ejemplo, la evasión fiscal no es sinónimo de evitar los impuestos, y ello entraña otras modalidades para poder ampliar los flujos de capitales ilícitos. Si bien la evasión de impuestos viola los derechos tributarios nacionales y resulta abiertamente ilegal, los planes para evitar los impuestos corporativos usan métodos muy complicados que impiden a las autoridades competentes encontrar pruebas suficientes de que se está contraviniendo leyes nacionales y reglas. El efecto en conjunto de esas prácticas es reducir la base imponible corporativa de muchos países en una manera no planeada por la política nacional. Adicionalmente, el evitar impuestos, en el caso de las sociedades anónimas de las transnacionales, daña a las sociedades porque no contribuyen con la parte correspondiente de la carga tributaria que les toca.

Una forma común para evitar impuestos corporativos es la conocida como “Cambiar las ganancias“(“profit-shifting”, por su denominación en inglés), donde las sociedades anónimas de las transnacionales aprovechan los diferenciales de tipo impositivo en los paraísos fiscales. De la misma forma que la evasión de impuestos, el evitar los impuestos provoca pérdidas de ingreso de impuestos para países tanto desarrollados como subdesarrollados. La UNCTAD ha calculado pérdidas de ingreso de impuestos para los países subdesarrollados en 100 mil millones de dólares anualmente, lo cual representa aproximadamente un tercio de los impuestos sobre la renta corporativos que debieran ser pagados en ausencia de esta modalidad de “cambiar las ganancias”.

Las fugas de recursos totales que pudieran destinarse al desarrollo, incluyendo aquellos ingresos no percibidos por concepto de pérdida de oportunidades de reinversión, más las pérdidas por concepto de evitar los impuestos, alcanzan entre los 250 mil millones de dólares y los 300 mil millones de dólares anualmente. Estos cálculos pueden ser conservadores ya que no cubren todas formas en que se evitan los impuestos por parte de las empresas. Un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI ) calcula pérdidas de ingreso anuales en países subdesarrollados de alrededor de 200 mil millones de dólares, lo que representa el 1.7% del producto interno bruto en estas economías, mientras que en los países de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), las pérdidas se ubican en 500 mil millones anualmente, un 0.6% del PIB.

En el caso específico de los Estados Unidos de América, otro informe calcula pérdidas debido a esta modalidad de “cambiar las ganancias” de las empresas, en alrededor de 100 mil millones de dólares anualmente. Otros trabajos apuntan a una disminución en el pago de impuestos efectivos en empresas del país entre el 20 y 30% en un periodo de aproximadamente 15 años y dos tercios de esta disminución se asocian a la práctica “cambiar las ganancia”. Estas pérdidas son responsabilidad tanto del Gobierno de los EE.UU como de los gobiernos de otros países, mientras que los beneficios se acumulan para el beneficio de los accionistas de las compañías respectivas. Tendencias similares también pueden ser observadas en otros países desarrollados.

Todos estos elementos apuntan a una concentración cada vez mayor de la riqueza de las minorías más pudientes en los paraísos fiscales, pero estos no resultan temas importantes en el debate de los Panama Papers.

Las evidencias disponibles sobre los flujos ilícitos indican que constituyen uno de las tendencias con mayores impactos en la economía mundial y los países de los originan. Sin embargo, este impacto resulta dramáticamente asimétrico. A pesar de las pérdidas en recaudaciones tributarias, los mercados en las economías desarrolladas pueden disfrutar beneficios netos de estos flujos ilícitos, tales como el blanqueo de dinero, ya que después del paraíso fiscal, los capitales blanqueados pueden ser reinvertidos en otras regiones, sectores, en centros financieros ubicados en las mismas economías avanzadas. Contradictoriamente estos flujos tienen impactos devastadores sobre los países subdesarrollados.

Sumas enormes de dinero son trasladadas afuera de países subdesarrollados ilegalmente. Estos flujos financieros ilícitos quitan recursos de países del Tercer Mundo que podían ser empleadas en los servicios públicos, garantizar la seguridad de servicios sociales básicos como la salud y educación, quitan fuerza a sus sistemas financieros y potencial económico. Mientras tales prácticas ocurren en todos países - y son perjudiciales en muchos sentidos-, el impacto social y económico sobre los países subdesarrollados es más grave dada su escasa dotación de recursos para el desarrollo.

Pero la solución a estos problemas no está contemplada en el show mediático de los Panama Papers. No es este su objetivo y adicionalmente, para poder hacer frente a este fenómeno global se requieren de otros enfoques, otras políticas que romperían con la esencia misma del sistema.