Imprimir
Inicio »Opinión, Política  »

El camino de Cuba y el futuro de América Latina

En este artículo: América Latina, Cuba
| 5

Muchísimos latinoamericanos desconocen por completo lo que significa Cuba en nuestras vidas; otra cantidad no menos importante venera la gesta revolucionaria de los jóvenes barbados de la Sierra Maestra, pero no atina a entender la revolución cubana como un proceso histórico, complejo, humano, lleno de contradicciones y con un cúmulo de experiencias único en el planeta.

Mientras que el bloqueo y el anticomunismo feroz nos aislaron de lo que sucedía en la isla, nuestras propias limitaciones nos hicieron perder de vista la importancia de aprender de la experiencia cubana.

Las diferencias entre nuestros países y Cuba son mucho mas grandes que lo que podemos percibir; a base de propaganda nos hicieron creer por décadas que allá se vivía ni más ni menos que en el infierno mismo. Hasta hace poco tiempo, y forzados por la fuerza moral de la posición cubana en el mundo, aprendimos a reconocer sus múltiples avances en diversos campos. Sin embargo, dos factores tienden a ignorarse con facilidad: la magistral dirección de la revolución y los efectos que ha tenido el proceso en cada habitante de la mayor de las Antillas; y el carácter dialectico de este ejemplar proceso.

Dicho de otro modo, lo que sucedió por más de medio siglo no fue producto de un milagro: si algo podemos afirmar es que el azar no ha tenido nada que ver con esta historia. Por esa razón, suena vil que Obama salga de la nada pidiendo a este pueblo que olvide su grandioso paso por la historia de la humanidad; paso que lo trajo desde el predestinado papel de nación subyugada (igual que sus hermanas latinoamericanas) a una patria digna, símbolo de todos los valores que dan sentido y razón a la existencia de la humanidad.

Como bien veía Marx, satisfechas las necesidades básicas de subsistencia, los seres humanos se pueden dedicar a la producción de bienes materiales y no materiales. Esto sucedió en Cuba; que alcanzó en la práctica cotidiana lo que por falta de entendimiento nosotros creemos tener: la democracia. Además, lo que también es lógico, profundizar en los cambios permitieron un verdadero cambio ideológico, que hoy se puede percibir en cualquier cubano, aun si está en contra de la revolución.

La capacidad de reflexionar en colectivo, ausente en todas las demás sociedades de nuestro continente, y como efecto deliberado del sistema hegemónico, ha permitido cambios cualitativos cuasi incomprensibles para nosotros. Si hay algo lamentable es que muchas veces encontramos a nuestra gente, de derechas o de izquierdas, pensando en una Cuba que se dirige irremediablemente de regreso al capitalismo. Parecemos converger en una idea, unos por arrogancia, otros aterrados por la fatalidad.

Esa falta de claridad, promovida por el imperio con mucho agrado, llevó a este último a ver a Cuba como un trofeo invaluable; si la caída del bloque socialista no acabo con la revolución cubana; el retorno voluntario de esta al redil inevitable en el que todo es mercancía, enseñara al mundo el carácter inevitable del fin de la historia.

Llegados a ese punto nos puede resultar más fácil tener un atisbo de la importancia que tiene para nuestro futuro entender el camino cubano; lo que hoy nos quiere imponer el imperio es la idea de que no existe alternativa alguna al infortunio que nos ha deparado el oráculo siniestro del capitalismo. Por eso es crucial para los latinoamericanos ver las verdades de Cuba.

No podemos pretender actuar como clarividentes y predecir qué sucederá en un país en el que se anticipa un vendaval de espejismos y fetiches alrededor de las maravillas del consumismo. A lo que Cuba se enfrenta ahora, el intento de asalto ideológico, es precisamente nuestro mayor problema para sostener los procesos de cambio en nuestra región, más aun para profundizarlos y extenderlos. Aquí el imperio apuesta a conseguir en Cuba los “exitosos” resultados que ha tenido en nuestros desafortunados países.

Sabemos que la sociedad cubana es de lejos la que tiene más acceso a participar en las discusiones que la afectan; al mismo tiempo el individualismo no es confundido con ninguna libertad, y el bienestar no es medido con los mismos instrumentos de la ideología neoliberal. Por otro lado, el interés colectivo es el motor de una sociedad con menos sobresaltos, con menos aspectos dejados a la incertidumbre; y esto se aprendió en una experiencia extraordinaria de solidaridad que alcanzó su paroxismo durante el periodo especial.

Para la sociedad cubana, el mañana no está marcado por la ansiedad resultante de la posibilidad de eventos cataclísmico, tan comunes para nuestros pueblos, que nunca tienen certeza de nada, porque esta se compra. Si voy a comer o voy a sobrevivir el día que sigue, debo tener algún valor que intercambiar por esas certidumbres.

El proceso cubano se ha ido convirtiendo poco a poco en una vía que debemos ver detenidamente. El sistema en el que nosotros vivimos es, además de inmensamente injusto y desigual, profundamente destructivo. Avanzar en el equivale a un suicidio consciente de toda la humanidad. Lo que Obama cree son las maravillas del mundo que ofrece a los cubanos, es realmente nuestra perdición, y el modelo alternativo que se construye en la isla representa una esperanza global de supervivencia.

No podemos inventar absurdos tampoco, a lo largo de este periodo revolucionario, además de múltiples aciertos, como es natural, también se cometieron muchos errores; sin dejar de lado el hecho de que el fin supremo de la revolución es el bienestar de la sociedad y, por lo tanto, la tarea pues es avanzar en la dirección de terminar con la falacia de que la justa distribución es equivalente a repartir miseria.

Podríamos preguntarnos ¿Cuántos de nuestros pueblos estarán listos para soportar un periodo especial?, la respuesta sería muy diversa, pero nos serviría para entender la envergadura del ataque imperial contra esta y el material del que dispone para derrotar el embate enemigo. Fidel, comandante en jefe, anticipaba con mucha antelación que era en la batalla de las ideas donde finalmente se definiría el futuro de la humanidad, en esto Cuba dispone de un arsenal formidable.

Por ahora, nosotros no estamos a la altura de entrar en ese combate de ideas, pero Cuba, una vez más, lleva a cuestas la tarea de mantener el frente mientras nosotros nos somos capaces de superarnos a nosotros mismos, mientras asumimos la responsabilidad de pensar en colectivo; mientras llegamos a la única conclusión que nos permitiría cambiar nuestra historia: la unión de todos nuestros países en una gran nación latinoamericana.

No será recitando a Marx, Lenin o Mao que lograremos ese mundo mejor que anhelamos; la clave está en nuestra capacidad de ser valientes y asumir el reto de superarnos a nosotros mismos; en construir sin moldes, entendiendo que los errores son parte de la historia.

Lejos de creer en la “normalización” de Estados Unidos, debemos entender que la agresión contra Cuba continua, con nuevos métodos, sin abandonar los antiguos, y que, defender la revolución cubana es defender nuestro futuro.

Por último, dejemos claro que defender la revolución cubana, o a cualquier otro pueblo nuestra américa, no debe ser simplemente un acto declarativo. Debemos ser revolucionarios, tomar en serio lo que nos pasa a todos. Hay que aprender de nuevo lo que significa la solidaridad; no dar lo que nos sobra, sino lo mejor de nosotros.

(Tomado de TeleSurTv)

Se han publicado 5 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Hugo Andrés Govín Díaz dijo:

    Ricardo: A nombre de mi familia, muchísimas gracias por este artículo suyo, a todas luces salido de su alma.
    Le ratifico también nuestra voluntad de continuar la batalla que iniciamos, convocados por nuestro padre, el mismo primer día de enero de 1959. Esa UNIDAD de pueblo nos seguirá conduciendo por caminos victoriosos.

  • alexander dijo:

    Muy de acuerdo. sobretodo en la falta de capacidad de los pueblos latinoamericanos de superarse a si mismos y acabar de entender profundamente la importancia de crear esa gran nación latinoamericana. Sin chovinismos. Cuba desde el mismo 1 de enero del 59, sufrió agresiones de todo tipo y el pueblo se unió para defender un proyecto. Lo importante de todos estos años es que unido a la dirección increible de Fidel, la unión del pueblo (recuerdese que nuestro ejercito se conoce tambien como el pueblo uniformado) y la adaptación de los cubanos a cualquier situación han permitido conservar lo mas preciado de la revolución en materia social. no hemos perdido la historia a pesar de muchos no haber vivido el capitalismo. Sabemos de donde venimos y sabemos a donde y como queremos llegar. Como bien dijo Fidel y ratificó Raúl sin dejar a nadie, ni sacrificar a nadie, menos sacrificando nuestra independencia.
    Si pudiera dar un mensaje a los pueblos latinoamericanos sería que radicalicen sus revoluciones. Es la única manera de neutralizar la andanada de mentiras, los ataques económicos y miles de cosas que estamos viendo hoy en día en el continente y que tienen como primer objetivo lograr la desunión de nuestras naciones.

    • Arturo dijo:

      Y cual ha sido el resultado de la RADICALIZACION de procesos en la HISTORIA de la HUMANIDAD, nos puede usted ILUSTRAR?.

  • Julio dijo:

    Mientras exista imperialismo la imposición estará presente en todos los gobiernos que practiquen políticas opuestas a sus intereses. Eso es un principio insoslayable sobre el que teorizar no debe ser la principal prioridad del momento, pero, subestimarlo tampoco. En el caso de los llamados gobiernos progresistas desde que asumió la presidencia Hugo Chávez el imperio se está imponiendo. Eso era previsible a partir de lo sucedido en Cuba desde el 1ro de enero de 1959. ¿Por qué teorizar no debe ser la principal prioridad del momento? Porque le resta tiempo al pensamiento progresista para consagrarse e innovar sobre un nuevo diseño de cómo gobernar desentendiéndose gradualmente de los antivalores o supuestos valores que para el imperio tienen un carácter universal. ¿Por qué no subestimar la imposición del imperio? Para reforzar en el día a día el liderazgo de los directivos en todos los niveles de la estructura social, y, eso se logra empoderando los valores morales que los excluidos socialmente desean apreciar en sus nuevos dirigentes. Entonces, sin subestimar al imperio, la principal tarea de la política debe dirigirse, y la práctica lo está demostrando, hacia lo interno porque hacia lo interno el imperio pone su inteligencia utilizando como soporte su inmenso poder mediático para manipular, sobre la base de sus intereses, el quebrantamiento del liderazgo aunque sea un hecho aislado. ¿Para qué? Para provocar indiferencia al convertir los errores personales en imperfecciones de los gobiernos progresistas. Miren lo que está sucede en Argentina, miren lo que sucedió en Venezuela el 6 de diciembre del 2015. En síntesis, si la caída del mal llamado “socialismo real” no acabó con la Revolución Cubana fue porque Fidel lideró magistralmente su vínculo con el pueblo estimulando la confianza en la Revolución. Ahora, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y los intercambios que entre ambos países se están produciendo, al no cambiar las aspiraciones del imperio, implica reforzar el liderazgo para blindar la unidad del pueblo con sus dirigentes en todos los niveles de la sociedad.

  • qbaneando dijo:

    sin dudas el proceso de "normalizacion" deja expuestos no solo retos que debe enfrentar ambos sistemas o gobiernos sino algunas de las similitudes y el como estas sencillamente se hacen evidentes como obstaculos de peso mayor es decir como dice aquella voz popular "dos narisones..."

Se han publicado 5 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Ricardo Arturo Salgado

Ricardo Arturo Salgado

Licenciado en Matematicas de la Universidad Autonoma de Honduras Estudios de Postgrado en Sociologia: Universidad de Berlin, Experto en Investigacion Social en Zonas Costeras entre poblaciones Pesqueras.

Vea también