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Los puercoespines

Se cuenta que poco antes del asesinato de John F. Kennedy en 1963 tuvo lugar una reunión entre Fidel y un negociador norteamericano. Tal encuentro prometía un salto adelante de 53 años en la historia para colocarnos a los cubanos en una situación política con los EEUU similar a la de esta primavera de 2016. Desafortunadamente, eventos ajenos a las intenciones de ambas partes frustraron tal avance, como resulta evidente.

En aquel contexto positivo surgió la pregunta de “¿Cómo hacemos esto?” y alguien respondió: “Pues como hacen el amor los puercoespines, ¡con mucho cuidado!”. Los puercoespines son mamíferos, roedores, esparcidos en varios continentes de este mundo a los que la selección natural ha dotado de un pelambre modificado en agudas y ofensivas espinas. Esto les permite ser relativamente pacíficos pues pocos depredadores se interesan en llevarse a la boca tan doloroso bocado. La incógnita de cómo hacen el amor se ha logrado despejar, pues si no se aparearan no existirían como especie. La hembra puede desdoblar sus espinas de la cola de forma que su amante encuentre un dulce lecho en el momento decisivo. Pero es verdad que deben tener mucho cuidado.

Cuba y los Estados Unidos de América tenemos una historia centenaria de desencuentros. Por ser los más pequeños, nos ha tocado llevar la peor parte casi siempre en cuanto a privaciones y sufrimientos. Los problemas siempre han sido asimétricos, desde el poderoso al pobre, desde el grande al pequeño. Ambas naciones nacieron de forma parecida. Se compusieron étnica y culturalmente también de forma parecida. Pero los cubanos nos vimos obligados a suplir las diferencias evidentes en territorio y población con una dignidad que nos ha salvado de disolvernos y dejar de identificarnos. De hecho, la mayoría inmensa de los cubanos libres y soberanos que habitamos nuestra isla estamos aquí precisamente porque lo hemos preferido, a pesar de muchas ventajas y posibilidades que significaría, en lo material sobre todo, dejarnos disolver en la gran nación norteamericana.

La visita de un muy talentoso y culto político que hoy preside la nación norteña, su comportamiento y pronunciamientos, ha dejado una estela de preguntas, criterios, y opiniones, muchas veces dispares. Se trata de un hecho insólito, con una única referencia histórica en condiciones muy diferentes a las actuales en todos los sentidos.

Una situación nueva requiere soluciones y pensamiento nuevos, y lo nuevo ocurre siempre porque hay cosas viejas, es hijo de lo viejo. Nuestras experiencias históricas, positivas y negativas, nos proporcionan la capacidad de elaborar las mejores de las nuevas acciones para que los cubanos que queremos serlo y seguir siéndolo saquemos la mejor parte. A lo que no le debe quedar espacio alguno es a un nihilismo timorato.

Muchos procesos dolorosos y sangrientos donde unos se han ensañado con otros han encontrado un camino de avance en la historia más reciente, con mayores o menores éxitos. Nunca han dado lugar a situaciones óptimas de plena felicidad, sobre todo porque las penas pasadas no se pueden borrar mucho en las memorias. La España postfranquista está todavía sangrando de heridas no curadas de la dictadura pero transita por un sistema político mucho mejor, aunque a veces las cicatrices determinan hasta en el propio presente. La relativa estabilidad en la Sudáfrica después del apartheid solo se logró gracias a que todo el rencor acumulado se condujo gracias a una conducción política brillante. Los pueblos que habitan ese inmenso país están destinados a una convivencia inevitable donde se conocen perfectamente los detalles de todos. El Viet Nam próspero de hoy ha sabido convivir, avanzar y hasta cooperar con los que los masacraron y trataron de humillar sin compasión en una cruenta guerra impuesta que les costó la sangre de millones de sus hijos. En estos y en muchos otros casos, los débiles y sufridos han sabido tomar sus posiciones, abrir más las puertas y progresar, sobre los rencores y huellas de un horrendo pasado, gracias a su dignidad e inteligencia.

Los cubanos estamos aquí porque hemos demostrado tener talento sobrado para aprovechar lo mejor de cualquier hecho adverso, aprender la lección y avanzar sobre él. Nunca hemos despreciado una oportunidad por los peligros que ella pueda conllevar. Solo es necesario saber esos peligros y evitar caer en ellos con mucha conciencia, con inteligencia, con ideas, con iniciativas novedosas: ¡Subiendo la parada!, como solemos decir. No podemos dejar tampoco que nos roben un discurso o que otros se apropien de los conceptos que defendemos.

Si lo hacemos con mucho cuidado, como los puercoespines, podemos llegar a sacar los mayores beneficios de una situación de relaciones con el vecino norteño más ventajosas que nunca antes en nuestra historia. Estamos obligados a ser vecinos y tenemos que aprender a serlo y sacar ventaja de ello. La valentía se demostrará siendo mejores, más allá de cualquier discurso.