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El cartero siempre llama dos veces

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Se trata de una apasionada y polémica película basada en la novela homónima escrita por James Mallahan Cain en 1934. La novela aportó al género del policial un fuerte elemento erótico con esta, su primera novela, Cain entra en el círculo de grandes escritores del género policial para el cine.

Samuel Dashiell Hammett y Raymond Thornton Chandler eran hasta entonces los mayores exponentes de este género donde el relato policial mostraba lo morboso y lo decadente de la sociedad norteamericana. Con ellos se acababan las películas policiales rosas con policías y personajes asépticos.

Tanto Hammett como Chandler, utilizaron a una figura dramática, el detective privado que pasó a guiar la trama como explorador del submundo de mujeres ambiciosas y crueles familias: la riqueza decadente.

El cartero siempre llama dos veces (The Postman Always Rings Twice), tiene dos versiones. Se había rodado una famosa adaptación en 1946, con Lana Turner encarnando a la protagonista femenina. Pero vamos a referirnos a la versión de 1981 se sirvió de un guion de David Mamet, fue dirigida por Bob Rafelson y contó con Jack Nicholson y Jessica Lange como actores principales.

Pero la novedad con James M. Cain, es que él no se apoya en el detective privado para conducir la trama. En esta película, con un relato de gran fiereza, se basa en sus dos personajes protagónicos: el consagrado John Joseph "Jack" Nicholson y la entonces casi desconocida actriz Jessica Phyllis Lange, quizás la más erótica que yo recuerde en el cine norteamericano.

Jessica Lange es una mujer muy hermosa, pero de una manera diferente a las bellas actrices norteamericanas como Marilyn Monroe, por ejemplo. Jessica Lange es una mujer que impresiona porque su rostro bellísimo tiene una profundidad trágica. Se mueve en las escenas de amor con tanta naturalidad y pasión que casi le roba el filme al gran Nicholson.

La anécdota del filme es bastante sencilla, porque en este mundo del policial al estilo negro, lo que importa no es la historia sino el ambiente, su trasfondo decadente y la fuerza del impacto social en una época en la que todavía predominaba el Happy End.

La narración cuenta que en una carretera poco frecuentada y en un pueblo casi fantasma, el centro económico del lugar es una gasolinera con una pequeña cafetería para camioneros y pasajeros de ocasión.

El dueño de este lugar, es un inmigrante griego, constantemente borracho, una persona de cierta edad que vive en el piso alto del garaje con su joven esposa, sin importarle lo que pasa en el negocio.

Sabemos ya que este personaje nos va a sobrar más adelante, está condenado por la vida y por la dramaturgia. Quien atiende el negocio es su esposa Cora, Jessica Lange, en un pleno esplendor de belleza. A ese lugar llega un día un personaje un poco extraño: Frank, interpretado por el extraordinario actor Jack Nicholson, quien en otras películas ha encarnado un personaje inadaptado, una especie de sicótico.

En este filme, hace una caracterización en esta cuerda: es un hombre sombrío, con un sombrero calado hasta los ojos, y una mirada desconfiada. Se sienta en la cafetería y detiene su mirada en Cora, Jesica Lange, ella lo mira sin darle demasiada importancia al nuevo cliente. El viene buscando trabajo, y lo encuentra como ayudante en la cafetería.

El desde el primer momento comienza a acosarla con tropiezos, empujones, que llevan al ahogo y de ahí a una relación que se va convirtiendo en una especie de duelo amoroso.

Esta película es muy recordada por una secuencia más que polémica que es aquella en que la relación se convierte en un acto amoroso en la mesa de la cocina. La relación es tan intensa, que alguna crítica comentó que la pareja había consumado realmente el sexo en la famosa mesa.

Rápidamente esta versión fue desmentida por el Estudio Cinematográfico y por los agregados de prensa. Recordar que la sociedad norteamericana tiene un rostro hipócrita con respecto al sexo. En mi opinión personal que he visto la versión cuidadosamente cortada por el estudio, pienso que la secuencia es extraordinaria, quizás lo mejor que se ha hecho en el cine en este sentido, y no cabe duda de que había algo más que la maestría actoral de Jack Nicholson y la fiereza actoral de Jessica Lange.

Y me remito a una historia inicial. El director de esta película Bob Rafelson es conocido por sus películas agudas, llenas de suspense e intriga. Se cuenta que Jack Nicholson no quería hacer este filme, quizás el papel no le parecía de su altura, por lo que le director le enseñó algunas imágenes de Jessica Lange a quien Nicolson no conocía como actriz consagrada.

Lo cierto es que después de este visionaje y alguna conversación adicional sobre su personaje y sobre la película que quería hacer, el director convenció al gran actor. Sobre esta famosa secuencia que llamaríamos la secuencia der la mesa de amor y que es lo más recordado de la película y lo que le da un signo distintivo a la intensidad que rodea la atmósfera del filme. Se han escrito muchas crónicas, todas giran alrededor de si hubo o no un sexo real en la secuencia filmada, todo queda en un no sé qué, o me parece qué, pero lo cierto es que los actores no deben haber pasado muchas dificultades para encarnar sus personajes.

La pareja en su pasión amorosa decide matar al viejo dueño y apoderarse de su propiedad para empezar una nueva vida. Sueño clásico. Pero en el intento de asesinato es tan burdo, que ella es condenada, pero como estamos hablando de una causa perdida de alguna manera la vuelven a juzgar y la declarar inocente.

¿Un final de Happy End? Claro que James M. Cain no se permitió ese final, ni la película tampoco. En un inesperado y absurdo accidente ella muere. Final trágico. La atmosfera del filme, muy lograda, no permitía esto. Con esta película Jack Nicholson se anotó una muy buena actuación y Jessica Lange de la nada pasó a ser casi un mito y es lanzada al estrellato con Tootsie un año después