¡Sean científicos!

En una reciente presentación de tres héroes en la televisión cubana uno de ellos hizo un relato que puede ser enigmático. Contaba el héroe que preguntó a Fidel su opinión acerca de lo que ellos deberían hacer ya asentados de nuevo en la Patria por la que dieron mucho de lo más valioso de sus vidas. Y que la respuesta de Fidel fue: ¡Sean científicos!

La ciencia y el interés por conocer las razones y las lógicas de lo que nos rodea es una componente primordial de la condición humana. Sin ese afán de conocimientos no existiríamos como especie. Es una de las causas por la que nos seleccionamos naturalmente y hemos logrado un importante predominio en la naturaleza de este mundo.

Pocos líderes políticos han apuntado tanto a la ciencia como Fidel. Y diría, que muchos menos lo han hecho en nuestro grandioso, hermoso y también contradictorio entorno cultural iberoamericano. El verdadero enigma está en la razón íntima, el por qué final, de que Fidel piense así. Nada de sus antecedentes biográficos ni de su educación documentada explica esto. Quizás nunca se sepa. Es una pregunta que nunca nadie le ha hecho y que, por supuesto, nunca ha tenido que contestar.

Podría afirmarse que lo más importante de la recomendación de “¡Sean científicos!” lo podemos recoger todos los cubanos de hoy. La Revolución Cubana y su líder promovieron que un pobre país caribeño creara de la nada todo un movimiento científico y comenzara a construir una conciencia social donde la ciencia ya tiene un espacio, aunque debería ser mayor aún. Eso no era así, no es, y no ha sido así en la mayoría de los países modernos que comparten nuestros antecedentes culturales.

Ser científico no es solo ponerse una bata y entrar en un laboratorio para hacer experimentos. Es querer conocer todo lo que se considera necesario conocer. Es creer en todo lo que puede demostrarse para todos y desconfiar de criterios hipotéticos hasta que no se encuentra una confirmación que todos avalen. Es tratar de encontrar en lo que nos rodea las verdades que nos hacen sentir plenos y con dominio de las situaciones. Es la búsqueda de la esencia misma de cualquier fenómeno, natural o social, para poder actuar en consecuencia para nuestro propio bienestar. Es cooperar con otros en esos empeños y contrastar cualquier hallazgo o hipótesis para acercarnos cada vez más a la verdad, sin prejuicio alguno. Es también cambiar todo lo que debe ser cambiado. Ser científico se parece mucho a ser revolucionario.