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Francia: Mar picada y velas rotas

Como no todo el monte es de orégano, algunas buenas hierbas nacen con la capacidad de salvar de situaciones temibles.  Acaba de ocurrir en Francia donde se repite, con las variantes propias de cualquier suceso, algo parecido a lo que ocurrió hace 13 años, cuando el fundados del Frente Nacional, Jean Marie Le Pen, estuvo a punto de convertirse en el primer  gobernante ultraderechista de Francia.

Los partidos de izquierda concertaron una alianza en aquel momento y llamaron a la población a que votaran por Jaques Chirac, postulado por la derecha, pero alternativa preferible a la tendencia política que había alcanzado mayoría de votos en la primera vuelta de aquellas presidenciales del 2002. La maniobra, pese a implicar un sacrificio político, fue exitoso y… ahora también.

Me refiero a que si el domingo 6 de diciembre los ultraconservadores lograron mayoría de sufragios nuevamente, esta vez en unas municipales, si no pudieron repetir igual resultado se debió a que el Partido Socialista, gobernante,  retiró sus candidatos en varias regiones, en favor de los presentados por Los Republicanos, la derecha liderada por Nicolas Sarkozi.

Cuando los socialistas le propusieron al ex jefe de estado una alianza transitoria para evitar el triunfo de Marine Le Pen y los suyos, quienes habían obtenido 6 de las 13 regiones en la primera ronda del escrutinio, Sarkozi se negó a participar de la propuesta que, en definitiva, ha concluido salvándole.

Resulta, además, que la nueva  división administrativa  aprobada en Francia, otorga mayores libertades a los funcionarios en el uso de presupuestos locales al tiempo que amplía sus funciones. Por eso resulta importante quién administra y también quién influye en las decisiones. En este caso,  la ultraderecha contará con una bancada opositora capaz de hacer daño o frenar propósitos.

Varios autores consideran que Sarkozi y su tropa  no tendrán mayores problemas para conciliar intereses con los ultras, pues cuando hacía campaña electoral del 2007, se acercó bastante a los Le Pen y hasta adoptó algunos aspectos de su plataforma, buscando sumar para sí algunas de sus papeletas. Citan  la xenofobia y el lenguaje discriminatorio del entonces presidente que lo mismo sometió a ultraje a los emigrantes radicados en el país o a los gitanos europeos, que a  sindicalistas y otros segmentos sociales. Esa postura recibió críticas del Parlamento Europeo.

Sus detractores recuerdan que bajo su mandato (2007- 2012)  la deuda pública subió de 921 000 millones de euros a 1,386 billones. Quiere decir que en apenas 5 años, se elevó en un 50,4%. Acudiendo a datos de Eurostat,   se sabe que Francia tenía  un 2,3%  de crecimiento cuando Sarkozi asume el cargo que se reduce al 0%  cuando lo concluye. El propio organismo de estadísticas del Viejo Continente plantea situaciones de descenso similares para la  balanza comercial, mientras que hubo aumento pero solo del paro laboral (del 8,4 al 10,2%).

¿Habrá pesado esta realidad en los resultados actuales? Lo mismo si a escala popular hay memoria como si no la suficiente, en etapas tan confusas y desconfiadas, hasta un pelo pesa en la balanza.

Dentro de año y medio, en las generales, se sabrá. Por ahora y apenas conocerse la ventaja de Los Republicanos, Valss dijo que no cabía asumir ningún tipo de triunfalismo, pese a que resultó exitosa la maniobra para evitar un mal peor.

El premier advirtió que la ultraderecha ni está muerta ni desapareció. Es posible que tras la advertencia no ande solo el grupo derrotado en esta cita sino también las tendencias extremistas ante la migración y el enfoque étnico- religioso al que se pretende reducir el terrorismo, aprovechando, de paso, los atentados de noviembre recién pasado.

A lo mejor sacó cuentas de los antecedentes citados de la etapa Sarkozi o mejor, percatándose de que si el FN fue neutralizado en parte, no menos real resulta  que obtuvieron ahora 600 000 votos por encima de lo adquirido en la primera vuelta. Sumando, y a golpe de matemática elemental, tienen más de 6 millones y medio de simpatizantes en todo el país.

El Partido Socialista, Los Verdes y la Izquierda radical lograron el 28,49%, un poco por encima de la ultraderecha, pero los de  Sarkozi gozaron de un porcentaje impreciso pero importante “prestado”  por los socialistas. Por eso, uno que otro, cuestiona su triunfo.

Él mismo, en un alarde de realismo admitió: “No podemos ir de una votación a otra como si los franceses no hubieran dicho nada”. Es cierto, en este caso  y pese a que fue conjurado el peligro, también se impone una reflexión y muy seria.