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Para mirar al futuro

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Libro

He sido convocado a hacer la presentación de Cuba Libre: la utopía secuestrada, de Ernesto Limia Díaz, y vengo a este espacio agradecido de la oportunidad, pues para hablar de Cuba, en pasado, presente y, sobre todo, en futuro, nunca me faltarán ánimos. No me asiste más currículo que una muy modesta obra como cantautor, nada del otro mundo en comparación con lo que me gustaría que llegara a ser en utilidad para la cultura.

Alerto que no estoy capacitado para hacer un análisis docto de esta obra, de la cual mucho dirán los especialistas de diferentes ramas de las ciencias sociales. Ejemplo a mano, el excelente prólogo que nos recibe en las primeras páginas, firmado por el investigador y poeta Juan Nicolás Padrón. Sin dudas, un análisis sintético que nos compulsa a sumergirnos en las aguas profundas y, a veces, turbias, de nuestra historia, vistas a través de la clarificadora y rigurosa mirada del autor.

Releí el prólogo nuevamente al concluir la lectura del libro, y se me hizo más brillante Juan Nicolás cuando escribió, y cito: “Cuba Libre... no oculta las traiciones [...] tampoco omite otros aspectos delicados [...]. No hay por qué ocultar detalles incómodos, que a primera vista puedan parecer políticamente incorrectos; ello suele provocar desconfianza en los jóvenes lectores cuando se enteran de lo ocurrido por versiones interesadas o mal intencionadas. La verdad siempre es revolucionaria y conocerla, lejos de debilitar, fortalece. Por otra parte, la lucha contra el endiosamiento de sus héroes es una tarea que la historia de Cuba todavía debe enfrentar”.

Ernesto Limia se ha propuesto contarnos, sin otra altisonancia que la historia misma, el período que abarca desde el final de la ocupación de nuestra Isla por Inglaterra ―lo que propició el despegue del comercio entre Cuba y las Trece Colonias Inglesas de Norteamérica― y su devolución a España en 1763, hasta 1899, cuando procedente de La Florida, el poeta Bonifacio Byrne regresaba a bordo del vapor Mazcotte y vio en el mástil del Castillo del Morro y luego en el Palacio de los Capitanes Generales, la imagen que dio origen al poema “Mi Bandera”:

Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada y sombría,

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

Tengo 42 años, no fui un mal estudiante. Me titulé en la universidad. Leo con frecuencia. Afirmo, sin embargo, que Cuba es un país que no hemos sabido contar como se merece. Puedo dar testimonio de cuánto iluminó este ensayo zonas enteras de ignorancia e, incluso algo peor aún, del conocimiento que se cree poseer y, realmente, no se tiene.

El contexto, las circunstancias económicas y geopolíticas nacionales e internacionales, el espíritu de las épocas abordadas, los protagonistas y la sucesión de los acontecimientos a partir de las causas y condiciones de cada momento, hacen el relato cercano y certero. Como una mujer que mientras menos se maquilla más bella es, así se me hizo la lectura.

Capitanes generales españoles desfilaron por esta suerte de línea del tiempo, revelando sus características y su huella en Cuba, período tras período, desde el mandato de don Luis de las Casas, al igual que las principales personalidades de una élite político-social criolla que se desarrolló en la auténtica defensa de sus intereses de clase.

El autor, en 27 líneas, me presentó a Francisco de Arango y Parreño. Admiré al niño que, huérfano a los 14 años, tuvo que asumir los negocios familiares, y ya con 23 era el apoderado del Ayuntamiento de La Habana en las Cortes de Madrid. En el cuerpo físico de Arango, en ese espíritu esclavista, latía no tanto un corazón, sino una fecunda semilla de lo que sería luego el espeso bosque de nuestra nacionalidad.

Cada adoquín, cada pared, cada una de las centenarias calles que componen lo que alguna vez fue la ciudad intramuros y hoy es nuestra bella Habana, son monumentos bipolares: por un lado, a la magnificencia de una época de oro para las élites; por el otro, a un tiempo de cenizas para los miles de hombres y mujeres arrancados de África y traídos a la fuerza hacia las Américas. Es por eso que considero acertado que la primera de las solo nueve imágenes gráficas del libro sea el retrato de José Antonio Aponte y Ulabarra, el negro liberto carpintero, precursor de la independencia nacional en 1812, influido por la gesta de Estados Unidos y por los ideales que defendió la Revolución Haitiana.

José Antonio Saco, aunque atrapado en los límites de su tiempo y su racismo intrínseco, ya habla de una nacionalidad propia (aunque solo para blancos) y comienza a proyectarse como tal, a pesar de su adhesión a España.

En la cadena de acontecimientos, figuras y circunstancias, no hay eslabones sueltos. El rol de nuestros precursores intelectuales: agrimensores, científicos, académicos o religiosos, es puesto en un lugar esclarecedor: Tomás Romay, Alexander Von Humboldt, Tranquilino Sandalio de Noda, Álvaro Reynoso, el obispo Juan José Díaz de Espada, e incluso, el compositor Manuel Saumell.

Los datos estadísticos nunca resultan aquí abrumadores, áridos. Van dando la medida del crecimiento o desaceleración de la producción, los flujos de capitales y del comercio, la densidad poblacional, la composición étnica..., pero como parte del escenario adecuado para que fluya lo esencial.

No me extenderé en explicar lo que de forma magistral hace el libro.

Confieso, más bien, que sufrí con cada fracaso, comprendí a personalidades que hasta ayer no ponderé en su justa medida y bajé del altar a otras a quienes tenía falsamente encumbradas. Me exasperé con las traiciones de nuestros hombres. Pero no más que como vibré con los heroísmos de los llenos de virtudes. La siembra de verdaderos maestros como Félix Varela y Luz y Caballero no demoró mucho la cosecha, madurada además por los devaneos políticos de una metrópoli en plena decadencia que hizo quedar mal tanto a reformistas como a autonomistas, más temprano que tarde. Me alegré cuando la rueda de la fortuna giró a nuestro favor y no pude evitar paralelismos con la contemporaneidad cuando las cosas salieron de regular para mal por las decisiones poco sabias, las miserias humanas o cambios en la correlación de fuerzas a nivel mundial.

Pero si algo me fue revelador y útil en estas páginas, es la manera en que se expone la relación de Cuba con Estados Unidos desde su nacimiento. Cuba y su contribución a la independencia de las Trece Colonias. Cuba vista con apetencia por la joven nación norteña, con todas las variantes de adquisición posibles, desde la compra a España, hasta la invasión militar, las dos posiciones que prevalecieron luego durante el conflicto armado en la Isla. Una que intentó reconocer la beligerancia entre los bandos, encabezada por John Aaron Rowlins, secretario de la Guerra, y, del otro lado, la opción conservadora de Hamilton Fish, secretario de Estado, que consideraba esperar para actuar cuando fuera prudente. Ambas perspectivas girando en torno a un mismo eje: manipular desde dentro para que, por ley de gravitación política, terminara Cuba en su seno.

El atractivo de la nueva forma de gobierno norteamericana ―estandarte en lo político de ideales que la monarquía española era incapaz de proclamar, y menos de implementar― y la vital importancia de un intercambio comercial que ya superaba el sostenido con España, hicieron que luego de la victoria norteña sobre México, algunos ojos criollos se volvieran hacia esa potencia emergente y colosal, capaz de hacer frente a la corona ibérica. El anexionismo ganó fuerza indiscutible. Pero no se depreció solo, sino como consecuencia de las políticas de los propios Estados Unidos.

Hombres de valor, capaces de dar su vida por aquel ideal anexionista, los hubo. Sin embargo, fueron traicionados por la misma novia que decía amarlos. Como si los hubiera mandado a una guerra dándoles un revolver con una sola bala y una nota escrita: “En caso de peligro, suicídate”.

El ejemplo de Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño, fue para mí más revelador que el de un más conocido Narciso López. Este hombre, anexionista como pocos, tuvo la honradez de antes de morir dejar escrito, dos años antes del alzamiento de Céspedes en Demajagua: “Cuando la verdad está de por medio [...] el patriota no disimula mentiras ni dobleces, sino con mano fuerte rasga el velo que venda los ojos del pueblo y le enseña sus defectos, sus necesidades, sus derechos y sus deberes”, y dijo, decepcionado de Estados Unidos: “sin Revolución, señores, no hay patria posible”.

Y así, sobre este dictamen histórico de hechos comprobados, sobre los hombros de historiadores cubanos y extranjeros, sus enjundiosos trabajos y publicaciones de diferentes épocas, puntualmente referenciados, llega Ernesto Limia al 10 de octubre de 1868, inicio de nuestras guerras de independencia.

La rudeza de la contienda en 1871 es uno de los apartados más sorprendentes; la grandeza de Carlos Manuel de Céspedes, desde el alzamiento hasta una muerte más fruto de las chapuzas de sus compañeros que de las tropas españolas; la humildad de Francisco Vicente Aguilera, el hombre más rico de Oriente, que murió en la miseria pero jamás fue traidor; la altura intelectual y militar de Agramonte, su temeridad que lo llevó a la muerte; el acto sublime de Mariana Grajales, quien ante la imagen de Cristo hace jurar a sus hijos luchar por la libertad de Cuba; las proezas militares de Máximo Gómez y de Antonio Maceo...

Obviamente, llegarán los conflictos y las dobleces de Napoleón Arango, los intereses ocultos de Estrada Palma, la inexperiencia, los intereses de clase, la ambición de gloria, el miedo al negro.

El sagaz Martínez Campos, como flautista de Hamelin, con maneras agradables y sonrisa en los labios, promesas de reformas y a sabiendas del cansancio, nos condujo al abismo de la rendición. Si la esperanza, aunque herida, no murió, fue gracias al general Antonio. El inmenso Maceo que blindó con gloria el orgullo nacional en Mangos de Baraguá.

Y luego Martí. Su paciencia, su labor, su entrega. La conquista del afecto del Generalísimo Máximo Gómez. Su caída en dos Ríos.

Confieso que durante la lectura, era tal el fervor, la implicación en los sucesos que, a sabiendas de la consumación, deseaba con todo mi ser que no sucediera. Cuando cayó Maceo. La agonía de Gómez y sus desencuentros otra vez con la Junta de Gobernación en pleno desenlace de la guerra necesaria. Admiré el pundonor y astucia de Martínez Campos, como aquilaté realmente el genocidio cometido por Valeriano Weyler con este pueblo. Y compartí el dolor de los mambises al no poder entrar a Santiago de Cuba, calumniados por la prensa y los mandos yanquis. En fin, ¡este libro está fuera de liga!

El volumen de lo glosado es enorme, pero la selección hecha para sintetizar este complejo período es a mi juicio encomiable, pues mientras se desarrolla lo que conocemos como la historia patria, se develan además las otras tramas que acompañaban los sucesos en el bando enemigo en Cuba y en la propia España, la postura aleccionadora de Estados Unidos y las otras potencias de la época, la actividad de inteligencia.

La historia muestra con suficiente elocuencia que las potencias primero se ponen de acuerdo entre ellas y después miran hacia abajo, a fin de acomodar lo que ellos consideran “el resto”, a sus mejores intereses. Al referirse a la Guerra Grande, Martí nos alertó que “la espada no nos las quitó nadie de las manos, sino que la dejamos caer nosotros mismos”.

Hoy es el cumpleaños 15 de mi hijo varón. Mi familia, oriental al fin, no va a dejar pasar la fecha sin un fiestón criollo. Estuve a punto de decir que no a Limia. Presentar un libro es cosa seria. Nunca lo había hecho y, artista al fin, a lo único que temo más que a la muerte, es al ridículo. Pero me leí el libro. Y acepté el reto de presentárselos desde esta versión personal. Hoy sé que el mejor regalo que podré hacer a mis hijos, a mis amigos y a quien pueda, es Cuba Libre: la utopía secuestrada. Ser cubano no es algo innato, sino adquirido. Y lo que no se conoce, ni se valora, ni se ama.

El 17 de diciembre de 2014 el presidente de Estados Unidos dijo que era hora de enfocarse hacia adelante y no mirar al pasado. Tiene razón. Este es un libro para mirar al futuro.

Se han publicado 96 comentarios



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  • Alfredo Espinosa Brito dijo:

    Cuánto me gustaría leer el libro del amigo Limia, siempre tan claro en sus posiciones y ahora motivado por Israel Rojas.
    Pero el asunto es que aquí en la librería Dionisio San Román en Cienfuegos me dicen los trabajadores que depende de que tengan presupuesto para ellos comprarlo y luego venderlo al público, que eso lo deciden "los de arriba", los dirigentes del Instituto del Libro y que ahora en esta provincia !no hay director de ese instituto!
    Seguiremos esperando, pero también empujando por acá para que se resuelva la situación y poder aprender de otras visiones de nuestra historia, tan necesaria en estos tiempos.

  • Maya dijo:

    Israel que te podría decir! felicidades! ojalá y estuviera dotada por ese arsenal muy tuyo de verbos,abjetivos,sustantivos,metáforas,a ti se te dá la palabra como anillo al dedo tu prosa mueve multitudes...al terminar de leer tu artículo llamé a un compañero de trabajo para comentárselo y recomendarselo incluso ahí mismo se armó un buen debate,me gustó mucho q te haya invitado el autor hacer la presentación de este libro, tu, cantautor nada q ver con un crítico literario pensarían muchos...pero que se escucha en tus canciones?...críticas si, pero críticas constructivas, que hacen un llamado a todos los niveles a reflexionar, a urgar en cada uno de nosotros cubanos para desde donde estamos, desde nuestro puesto dar lo mejor de nosotros, para echar palante este país, que es lo que importa, que hace un llamado siempre en todas tus entrevistas a buscar en la historia, para reconocernos a buscar en la historia, no la historia de las aulas que no basta, buscar la historia completa, las obras martianas que tanta sabiduría encierran, claro lo que cada cual interpreta según su punto de vista, nada se habla en tus canciones que no refleje la realidad cubana y esto no debe molestar a nadie porque porque así es como se logran las grandes revoluciones de todo tipo....Israel lo mejor del mundo para ti y tu familia, gracias por poner siempre una idea, una palabra rebuscada,por invitarnos a tus reflaxiones...saludos a Yoel ese Sancho q te acompaña y es cómplice y es amigo...bsos.

  • lili dijo:

    Dios, es verdad que el Diablo anda suelto aún por el mundo. Qué veneno. Hay nombres ilustres que no se deben manchar con tanta bilis. Discrepar con respeto.

  • Rocío dijo:

    Bravo, Israel!! DAN GANAS DE LEERSE EL LIBRO!!

  • jeny dijo:

    Sinceramente no creo que Israel esté negando nuestra historia lo que es igual a nuestro pasado, TODO ES DEL COLOR DEL CRISTAL CON QUES E MIRE. y yo a la parte final de su artículo le veo una doble intencionalidad dirigida precisamente a Obama, Israel dice....Tiene razón. Este es un libro para mirar al futuro. y es cierto el libro por su contenido nos da la medida de como seria el futuro si olvidaramos el pasado, las gestas historicas de tantos cubanos para lograr nuestra libertad. En la política siempre abran incongurencias, cosas contadas a la mitad o no contadas o tergiversadas intencionalmente pero es y será la historia que como es pasado no se puede cambiar pero si nos direcciona a los pasos a seguir en el presente y en el futuro. Israel ha hecho un buen comentario del libro, él y su agrupacuón arrastran a la juventud y los que no lo son tantos(entre los que me incluyo) que tenga un negocio particular no lo hace un desafecto al sistema cubano al igual que por decir en sus canciones cosas que no escapan de nuestra realidad. Querer mejorar en lo personal y a nivel de la sociedad no puede ser un delito ni interpretarse como tal y para nadie es un secreto que todo sistema político necesita estar en constante perfeccionamiento y el nuestro no escapa a esto, tenemos dificultades que tenemos que mejorar pra desarrollar y engrandecer nuestro sistema socialista.
    Me quiero detener en la controversial fiesta de Hallowin que para mi es el festejo más inconcistente con nuestra cultura que hayan traido a coloación, cierto que se ha expandido a muchos paises en el mundo pero yo te pregunto a ti Israel... qué tenemos que ver nosotros con ella? cuando se celebró en Cuba? y no te digo después del 59, te digo antes.. Tú eres un promotor de la cultura cubana, no te parece que ustedes los trabajadores de Cultura tienen el suficiente talento para desarrollar festivales, fiestas tradionales o de nueva creación pero que tengan la PATENTE de ser Cubanas y ojo no es una crítica abierta a tu persona porque en muchos espacios públicos estan celebrando esta fiesta ej.. Jardines de la Tropical según le escuché decir a una muchacha que sin demeritar, por su vestimenta e indumentaria, casi seguro que no sabe ni que quiere decir Hallowin. Hacer nuestras las celebraciones de otros paises es como ir matando nuestras propias tradiciones o nuestra cultura, creo que ustedes deben enfocarse en RESCATAR nuestra cultura, la tradiconal y jóvenes al fin imponer otros motivos pero NUNCA implementando a qui la cultura y fechas festivas de otros paises sean cuales fueran.

    Si queremos copiar, copiemos por ejemplo a los Vietnamitas que después de tanta destrucción por las guerras han sabido levantar su economía a primeros lugares internacionalmente pero no es culpando al gobierno, al estado ni al sistema como lo han logrado, lo han hecho con el TRABAJO DE TODOS.

    Gracias por tu artículo, felicidades para tu niño quinceañero y para ti por ser Papá, piensa en lo que te sugiero, tú eres un guantanamero emprendedor y la juventud te sigue, construye una celebración pero con sello cubano.

  • Nor1 dijo:

    sencillamente GENIAL Israel. pienso que hayas motivado a agotar todas las ediciones que se hagan de este libro. personalmente ya quiero tenerlo en mis manos. una observacion Israel; creo que si no lo has hecho puedes dedicarte a escribir literatura, aparte de la poesia de tus canciones, cualquier cosa que se te ocurra. creo en ti como ser humano inmenso, como hombre honesto comprometido con lo que dice y con lo que hace. te admiro inmensamente. muchas gracias.

  • SergioR dijo:

    Por favor alguien que sea amable y me diga donde puedo encontrar el libro. Gracias.

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Israel Rojas

Israel Rojas

Cantautor cubano, director del grupo Buena Fe.

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