Marcos Rubio y Bob Menéndez andan bien cabreados por el restablecimiento de relaciones entre EE.UU y Cuba y todos los pasos posteriores al 17 de diciembre.
Pegados por largo tiempo a la teta de la industria anticubana, ven cómo sus añejos empeños anticubanos y sus propósitos de separar a nuestros pueblos se le van derribando como castillo de naipes.
Incapaces, como han sido, de detener en el Congreso las acciones de la administración Obama para cambiar la política hacia Cuba, buscan cebarse ahora con un objetivo a su alcance (matar al mensajero aunque no puedan con el mensaje): Roberta Jacobson, la Secretaria de Estado Adjunta para el Hemisferio Occidental, quien está nominada para el puesto de Embajadora en México.
Jacobson, como se sabe, encabezó la delegación estadounidense que negoció con la contra parte cubana el restablecimiento de los lazos diplomáticos y la apertura de embajadas, además de otros significativos asuntos bilaterales. Muchos le reconocieron su profesionalidad al actuar en ese complejo escenario.
Su currículo diplomático incluye puestos que le avalan para la nueva misión que le prepone la Casa Blanca: Directora de la Oficina de Asuntos Mexicanos del Departamento de Estado y Subsecretaria Asistente para Canadá, México y los asuntos del TLCAN.
Pero eso poco importa a los filibusteros Rubio y Menéndez, quienes han alargado hasta lo imposible el proceso primario de aprobación en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, comenzado tras la nominación de Jacobson para el puesto el pasado mes de junio.
Una campaña a ultranza, que ignora el apoyo mayoritario que tiene la propuesta dentro del Comité, como reconociera en reciente entrevista el Presidente de ese ente, Senador Bob Corker; quien, pese a todo, se muestra optimista con lograr la aprobación en la próxima reunión del Comité.
El Senador demócrata por Vermont Ben Cardin ha expresado su descontento por la dilación del proceso: “… todo esto tiene que ver con la política hacia Cuba. No se trata de Roberta Jacobson. Se trata de la política de Obama”.
Por su parte, el Senador Republicano por Arizona Jeff Flake expresó: “Esto es desafortunado. Ella esta eminentemente calificada”.
Ya Rubio y Menéndez han bloqueado anteriormente nominaciones de la administración Obama por algún punto de vista de los propuestos sobre Cuba. En el 2011, Rubio paró temporalmente la designación de Roberta Jacobson en su actual puesto en el Departamento de Estado, en parte por sus puntos de vista acerca de la relación con Cuba. Antes, en el 2009, Bob Menéndez se opuso repetidamente a la finalmente aprobada nominación de Carlos Pascual como Embajador en México. Pascual había participado en la redacción de un documento favorable a la normalización de relaciones con Cuba.
Varios analistas vaticinan que aunque se logre en los próximos días sobrepasar la barrera del Comité de Relaciones Exteriores, la batalla podría alargarse aún en el pleno del Senado. Allí, a los citados Rubio y Menéndez, podría sumarse Ted Cruz, otro furibundo anticubano y conocido filibustero congresional.
Son las cosas de la política en EE.UU; tres Senadores, uno de ellos (Menéndez) encauzado por corrupción, pueden bloquear indefinidamente por su rabieta anticubana los sensatos deseos de la mayoría, que es consciente de la importancia que para su país tienen las relaciones con México, tercer socio comercial y nación con la que comparte una extensa frontera.
Desde hace varios meses, Estados Unidos tiene vacante el puesto de Embajador ante el gobierno de México. Y eso puede alargarse. The New York Times llamó el jueves a los líderes del Congreso a actuar: “No se debe permitir que las pequeñeces de dos senadores socaven una importante y crítica agenda bilateral con México”.