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Elecciones 2016 en Estados Unidos: “Putsch” parlamentario calienta panorama presente y futuro

El 25 de septiembre pasado, un puñado de tres docenas de congresistas conservadores agrupados en el “Fredoom House Caucus” escenificaron un virtual “putsch” y forzaron la renuncia al cargo del Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehrner, amenazándolo con someterlo a un voto de confianza si no se avenía a cumplir con una serie de normas que le darían a ese grupo la capacidad para imponer medidas legislativas en correspondencia con la agenda del mencionado Caucus.

Trece días después se agravó la situación, cuando el 8 de octubre, el líder de la mayoría republicana, Kevin McCarthy, representante por California, y considerado el favorito entre más de media docena de aspirantes para suceder al saliente Boehner, desistió de su intención antes de plegarse a las exigencias de los congresistas “putschistas”.

La decisión del Freedom House Caucus impedía que el partido, a pesar de contar con el 56% (247 de 438) de los integrantes de la Cámara tuviese los votos necesarios (218) para elegir al próximo Speaker (término en inglés que asume el presidente de la Cámara de Representantes) y lo obligaría a un entendimiento con los demócratas.

Paul Ryan (Foto:Archivo.)

Paul Ryan (Foto:Archivo.)

Se montó una intensa campaña republicana para convencer al representante por Wisconsin Paul Ryan, presidente del poderosísimo Comité de Medios y Arbitrios (Ways and Means Committee) y ex compañero de fórmula presidencial de Mitt Romney en las elecciones de 2012, que reconsiderara su decisión ya anunciada de no aspirar a dicho cargo. Después de retirarse a Wisconsin para pensar el asunto junto a su familia, Ryan regresó a Washington, D.C. y declaró el martes 20 de octubre que asumiría el cargo si contaba con el apoyo público unánime de los distintos grupos republicanos y no se le imponía ninguna condición (en velada pero directa referencia a las demandas “putchistas”), fijando el viernes 23 como fecha límite para saber las decisiones correspondientes. En la noche del 21 de octubre, el Freedom House Caucus emitió una declaración donde accedía de manera solapada a la demanda de Ryan, expresando que una “supermayoría” había votado “para apoyar “la aspiración de Ryan de convertirse en el próximo Presidente de la Cámara” aclarando que  “no existe consenso entre los miembros del Freedom House Caucus con relación a las precondiciones del presidente (del Comité) Ryan para asumir, creemos que esos asuntos pueden ser resueltos dentro de nuestra Conferencia (de los miembros republicanos de la Cámara) a su debido tiempo”.

Al siguiente día se anunció la aceptación de la candidatura de Ryan por parte de los dos principales grupos republicanos en la Cámara: el Republican Study Group, con unos 170 miembros y el Tuesday Group, con otros 55, lo que le permitió a Ryan declarar esa misma noche que accedía a ocupar el cargo, y cuya elección debe formalizarse con una votación de la bancada republicana el próximo miércoles 28 de octubre, formalizada por una sesión plenaria de la Cámara el siguiente día.

Se superaría de esa forma el problema inmediato, pero solo marca el comienzo de una dura tarea para Paul Ryan: lograr la unidad en las filas republicanas entre la dirección veterana y los nuevos dirigentes, especialmente aquellos que han accedido a cargos en el Congreso y en los niveles estaduales a partir del surgimiento del movimiento Tea Party en 2010.

Como tareas inmediatas, Ryan tiene que lograr, primero,  que la bancada republicana elabore una solución aceptable para ambos partidos (Demócrata y Republicano) y para el presidente Barack Obama, sobre la elevación del techo de la deuda federal de los Estados Unidos, antes del próximo 3 de noviembre, cuando se calcula que se alcanzará el limite actual. De lo contrario, el gobierno podría entrar en mora de sus obligaciones financieras. La otra tarea es la elaboración final de las leyes de asignación de fondos correspondientes al año fiscal 2016, que deben ser aprobadas por el Congreso y firmadas por el Presidente Obama a más tardar el 11 de diciembre próximo, para evitar que el Gobierno federal se vea obligado a ir cerrado sus operaciones por falta de dinero. Es una tarea que “se las trae” y seguramente dominarán el debate político interno en los Estados Unidos durante el próximo mes y medio.

Cuando asuma el cargo, Ryan tendrá como punto de atención principal lidiar con las 21 demandas que forman parte del “cuestionario” que los “putchistas” del Freedom House presentaron en septiembre al saliente Presidente de la Cámara, John Boerhner y a su frustrado sucesor, el líder de la mayoría Kevin McCarthy. En la práctica constituyen un pliego que demanda la rendición incondicional para (bajo el pretexto de la democratización de la gestión parlamentaria) aplicar en su totalidad la agenda política del Freedom House Caucus. Sería un virtual “golpe de estado”.

Si Ryan consigue enfrentar exitosamente estas tareas (nada fácil en las actuales circunstancias) verá crecer de manera casi ilimitada su liderazgo político, al menos dentro del Partido Republicano, pero no es el momento ni el lugar para entrar a analizar estas circunstancias. Solo apuntar lo que se ve en perspectiva.

Esta situación actual tendrá influencia en el futuro inmediato en el debate electoral, especialmente dentro de las filas republicanas, porque es precisamente en ellas que se desarrolla la pugna más intensa entre los catorce aspirantes. La sorpresa se ha producido alrededor de tres de ellos que se consideran fuera del círculo de los políticos profesionales y, según una encuesta de mediados de octubre conducida por ABC News y The Washington Post, alcanzan más del 50% de la intención de voto o la preferencia de los votantes republicanos e independientes.

Encabezados por el magnate Donald Trump, quien con 32% de favoritismo, se ha mantenido como puntero de la contienda, incluye al neurocirujano retirado, Ben Carson con alrededor del 22% y la ex empresaria Carly Fiorina, con un 5%. Los otros once pretendientes se reparten entre ellos el restante 41%; solo uno, Marco Rubio, logra un 10%, seguido de Jeb Bush (7%), Ted Cruz (6%), Chris Christie y Mike Huckabee (3%, cada uno) y John Kasich (2%). De los demás, ninguno supera el 1%. Un 3% se de los votantes se mantiene indeciso.

El caso de Trump es el que más atención mediática ha recibido, porque su status de favorito no se corresponde con su desempeño en términos de ideas, propuestas y razonamientos de la campaña electoral. En realidad, aunque Trump pueda sobrevivir en el primer mes de las votaciones primarias que comienzan el 1º de febrero de 2016, pocos comentaristas y políticos le dan la posibilidad de lograr la nominación por el Partido Republicano.

Foto: Tomada de abcnews.go.com

Donald Trump (Foto:abcnews.)

Se ha estado pronosticando la eminente caída de Trump y, por el contrario, lo sucedido es que aumenta la preferencia por él. ¿Cuál puede ser la explicación de este inusitado fenómeno? La respuesta está en la errática actuación del Partido Republicano, plagado de pugnas internas y de incapacidad de llevar adelante un  plan de acción que satisfaga a sus bases conservadoras. La actuación republicana se torna cada vez más decepcionante para sus bases, aún en medio de la campaña electoral, y aumenta el rechazo a los políticos profesionales. Por ejemplo, en las últimas semanas y después del segundo debate entre los republicanos el 16 de septiembre y de la crisis en la Cñamara de Representantes, Donald Trump volvió a subir en las encuestas, hasta alcanzar una sustancial ventaja de más de veinte puntos sobre  los aspirantes que son políticos profesionales.

El desenlace de la crisis parlamentaria puede influir en las posibilidades electorales de Trump y de Carson, en dependencia de la capacidad política que demuestren el “establishment” republicano. Si puede demostrar habilidad y sentido común podrá parar el desafío de estos. Pero lo contrario también es posible.

El ambiente electoral se ha dinamizado también al darse a la luz pública la información de cada candidato sobre las recaudaciones y gastos financieros durante el tercer trimestre que cerró el 30 de septiembre. Esta información (obligatoria según las normas de la Comisión Electoral Federal), es un índice de la capacidad que tiene cada aspirante a mantener activa su campaña en los próximos meses que anteceden a las primarias, porque ese dinero se requiere para cubrir gastos esenciales tales como viajes, salarios, gastos de oficina, propaganda electoral, gastos para recaudar más dinero, los cuales no pueden ser asumidos por los PACs y Super PACs.

De acuerdo a la información pública, hay seis candidatos republicanos que están en serios problemas financieros (gastan más de lo que recaudan, tienen pocas reservas en efectivo, cuentan con escaso número de donantes y son los que aparecen en los últimos puestos de preferencia en las encuestas) y difícilmente puedan sostenerse activos más allá de unas pocas semanas: el senador por Kentucky Rand Paul; el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee; el gobernador de Lousiana, Bobby Jindal; el ex gobernador de New York,  George Pataki; el senador por South Carolina, Lindsey Graham y el ex senador por Pennsylvania, Rick Santorum.

Otros candidatos que pueden por similares razones  verse forzados a abandonar la contienda antes del comienzo de las primarias son el senador por Texas, Ted Cruz, el gobernador de New Jersey, Chris Christie y la ex empresaria, Carly Fiorina.

De hecho debe esperarse que el grupo de aspirantes republicanos se vea reducido en lo que resta de año y antes del 1º de febrero a unos cinco: Donald Trump, Ben Carson, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush; el senador por Florida, Marco Rubio; y el gobernador de Ohio, John Kasich. De estos cinco, hay una evidente incompatibilidad entre Donald Trump y Ben Carson, puesto que ambos influyen sobre el mismo grupo de descontentos y no tienen apoyo de los estratos profesionales del partido. También hay incompatibilidad entre Jeb Bush y Marco Rubio, porque ambos tienen la base en el mismo estado (Florida) y sólo uno puede ganar las primarias, lo cual puede ser factor decisivo en sus aspiraciones. John Kasich, por el momento con escasa recaudación y bajo favoritismo en las encuestas,  tiene como principal elemento a su favor que su estado base (Ohio) es uno de los que son clave en la decisión de los votos para el Colegio Electoral y sus posiciones son más moderadas, lo cual lo coloca como un posible candidato de transacción.

Estas valoraciones, aunque tratan de fundamentarse en elementos objetivos, tiene aún un alto grado de especulación porque es muy temprano en la campaña, pero si apuntan en una dirección: los cinco aspirantes señalados son los que más posibilidades tienen de mantenerse activos más allá del 1º de febrero de 2016. A este grupo, como en la etapa clasificatoria de la Serie Nacional de Beisbol en Cuba, pueden subir o bajar uno, dos o tres aspirantes,

En las filas demócratas, aunque también divididas y enfrentadas,  se presenta un panorama más favorable para las aspiraciones de Hillary Clinton. A pesar de los incesantes ataques de que ha venido siendo objeto de manera sostenida durante años, en las últimas semanas ha demostrado capacidad para sobreponerse a los daños causados a su imagen como persona y líder política, aspecto crucial para poder hacer viable su aspiración a la nominación como candidata presidencial del Partido Demócrata y su elección en noviembre de 2016.

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Hillary Clinton en plena campaña. (Foto: Archivo.)

Hillary Clinton ha dado una presentación exitosa frente a Bernard Sanders en el primer debate presidencial demócrata celebrado en Wynn Resort, Las Vegas, Nevada, el pasado 13 de octubre, conducido por CNN. Como sucede en este tipo de evento mediático, el contenido no es lo que más cuenta. Lo fundamental es la imagen que se proyecta y Hillary neutralizó a su principal rival, el senador por Vermont, Bernard Sanders. Los otros tres contendientes demócratas: el ex senador por Virgina, Jim Webb, el ex senador y ex gobernador por Rhode Island, Lincoln Chafee y el ex gobernador de Maryland, Martin O’Malley hicieron el papel de “convidados de piedra”. Días después, Jim Webb y Lincoln Chafee anunciaron que desistían de la aspiración y lo más probable es que O’Malley se les una en un futuro cercano.

Otro elemento que ayuda a consolidar el status favorito de Clinton fue la decisión del vicepresidente Joseph Biden de no presentarse como aspirante a la presidencia en estas elecciones. La posible incorporación de Biden ha sido noticia destacada en los medios de prensa desde antes que comenzara formalmente la campaña electoral, en parte por las dudas crecientes sobre la viabilidad de la candidatura de Clinton. Incluso se organizó un PAC nombrado Draft Biden (Reclutar a Biden). Pero Biden fue posponiendo y posponiendo la decisión, más allá de la fecha límite por él mismo anunciada de fines de septiembre. Incluso en los últimos días se arreciaron las opiniones y exhortaciones públicas para que Biden se lanzara al ruedo.  El 21 de octubre, cuando estaba en pleno desarrollo la crisis parlamentaria republicana, Biden anunció (en compañía de su esposa Jill y del presidente Obama), la decisión de no lanzar su aspiración presidencial. Biden se abstuvo de dar su apoyo a Clinton, a pesar de afirmar que estará activo en la campaña electoral. De todas formas, la retirada de Biden fortalece la posición de Clinton como favorita para obtener la nominación  como candidata a la presidencia por el Partido Demócrata.

Y para culminar lo que se ha convertido en un octubre lleno de buenas noticias para la ex Secretaria de Estado, al día siguiente se produjo la audiencia del Comité Especial sobre los Hechos Alrededor del Ataque Terrorista de 2012 en Benghazi, Libia (Select Committee on the Events Surrounding the 2012 Terrorist Attack in Benghazi, Libya)  de la Cámra de Representantes donde concurrió como única testigo. Las actividades de ese Comité llovían sobre lo mojado porque previamente habían funcionando ocho comités congresionales y una investigación oficial del Departamento de Estado sobre el mismo tema, sin que ninguno de ellos hallará causa para imputación alguna a Clinton. Durante más de once horas los doce congresistas integrantes del Comité sometieron a preguntas a la ex Secretaria de Estado, con los siete  republicanos tratando de encontrar elementos para atacarla o que sirvieran para presentarla de manera desfavorables, mientras que los cinco demócratas le servían a Clinton como sostén, apoyo y defensa. El resultado fue muy favorable para Clinton y después de diecisiete meses de investigaciones y el gasto de cuatro y medio millones de dólares, según estimados de la bancada demócrata, prevalece la opinión de que debe ponerse fin a las actividades del Comité, aunque subsiste el interés republicano de seguir manejando el tema para atacar a Clinton. Adicionalmente, en la audiencia los congresistas republicanos revolvieron también lo relativo al uso del correo electrónico privado para tramitar asuntos oficiales  por parte de la testigo cuando era Secretaria de Estado, pero tampoco pudieron encontrar ningún elemento incriminatorio.

Hillary Clinton ha cumplido bien las tareas que tenía por delante para este mes de octubre. El 14 de noviembre (cuando el Congreso ya deberá haber concluido el debate y tomado la decisión sobre el incremento del techo de la deuda federal), tendrá lugar el segundo debate presidencial demócrata, pero en esta ocasión solamente habrán tres (o quizás dos) aspirantes demócratas. Será una oportunidad para que Hillary reafirme en esa ocasión su condición de favorita a la nominación presidencial. A no ser que suceda la imprevisto, lo cual es posible en una situación tan movida como el proceso de las elecciones presidenciales de 2016 en los Estados Unidos.