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Europa juega a la política con los neonazis acechando

yatseniukEl gobierno de Ucrania acaba de recibir un regalo: se le condona el 20% de la deuda externa, lo que equivale a casi 20 mil millones de euros. Supongo que la noticia debe alegrar a muchos en ese país, aunque aún tengan que pagar el 80% restante. Una palmadita casi imperceptible en el hombro de los que actualmente gobiernan en Kiev, pero al fin y al cabo, una palmadita.

La persona que sonríe en cámara entregando un ramo de flores a su Ministra de Finanzas es Arseni Yatseniuk, el rostro más visible del golpe de Estado contra Viktor Yanukovich en febrero de 2014. Ha presentado la condonación de la deuda como un importante logro frente a lo que denomina el enemigo, o sea, Rusia.  Se ha mantenido en el cargo de Primer Ministro desde el golpe.

Yatseniuk tiene un pasado lleno de puntos oscuros. Expertos en el tema ucraniano plantean que en su biografía oficial no señala que nació en una familia judía con raíces rumanas, en lo que se considera por muchos como un intento por evitar ataques de sus opositores, especialmente aquellos que exigen que la alta política debe ser manejada por personas de “pureza étnica 100% ucraniana”.  En 2009 se le acusó de gastos ilícitos en su campaña por la Presidencia de Ucrania, en cuyas elecciones logró solo el 6,7% de los votos.

La filosofía política de este personaje se plantea cercana al pensamiento neonazi que cobra auge en Europa. En un momento de histeria, llegó a calificar públicamente a los rusos como “subhumanos”. Esas palabras dieron la vuelta al mundo como demostración de la ideología de los que tomaron realmente el poder en Ucrania tras el mencionado golpe de Estado. Ha intentado reescribir la historia, declarando que fue la URSS la que invadió Alemania y Ucrania en la Segunda Guerra Mundial.

Lo más preocupante del “regalo” a Ucrania es cómo lo interpretarán las fuerzas de la ultraderecha europea que cada día aumenta más su presencia en el debate político de la región. El espaldarazo a un régimen que es resultado de maniobras y apoyos externos, nos recuerda varios pasajes similares de la Europa del pasado siglo. Interesante cómo la historia se repite una y otra vez.

En una posición diametralmente opuesta, esa misma Unión Europea no le hace ninguna concesión a un gobierno surgido desde las masas, como es el caso de Grecia. Independientemente de la visión que podamos tener sobre la actitud de Tsipras, la realidad es que no se accedió a ninguna demanda de la parte griega y se le impusieron las condiciones más leoninas para que pudiera mantenerse en el sistema financiero europeo. Es como si con esa presión se quisiera obligar a Grecia a salir de la zona euro.

Dicen algunas fuentes que esos hilos se están manejando desde Berlín. Con varios países bajo la amenaza de movimientos de ultraderecha que plantean salir de la Unión Europea o de la zona euro, el tratar de empujar a los griegos a hacer lo mismo suena extremadamente peligroso. Se siguen dando señales a los grupos extremistas, especialmente a aquellos que plantean acabar con la inmigración y eliminar el espacio común europeo, “Schengen”. Lo que para muchos pueda parecer ilógico, para los que trazan la política tiene un fin bien preciso.

Mientras se hacen regalos a extremistas políticos, niños inmigrantes sufren golpizas en el seno de Europa. Siguen arreciándose los controles a la entrada de personas de países subdesarrollados y se elevan las cifras de los que mueren tratando de llegar a las costas y fronteras terrestres europeas.

Lo que parece que hay que evitar por cualquier medio es que lleguen al poder los movimientos anti-capital. Si para eso hay que ensalzar a los extremistas de derecha, no importa. Pero las élites no pueden permitirse el lujo de la más simple amenaza a su bolsillo. Aunque las consecuencias puedan pasar de nuevo por millones de muertos en el futuro. Si es que a eso se le puede llamar futuro.