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También algunas consignas deben se actualizadas o al menos mejor interpretadas

Desde hace algún tiempo tenía la intención de escribir sobre este asunto, y viendo el noticiero de la televisión cubana hoy domingo 12 de julio de 2015, aparecieron dos consignas que catalizaron positivamente  mi intención.

Soy de la generación de los alfabetizadores, con menos de 14 años de edad; y me ubico junto a quienes quieren y hacen por mejorar nuestro socialismo, y no con quienes desean verlo destruido.

Intentaré no rebasar las 1300 palabras. Aunque no tengo culminada la fundamentación, considero que por esa cifra debía estar un artículo base para ser publicado en los foros de las Redes digitales.

Considero que las consignas suelen ser útiles en determinadas circunstancias, pero en general he aprendido con los años que en la mayoría de los casos suelen convertirse en algo de poca utilidad y a veces se tornan contraproducentes.

Una buena consigna con una buena pista de aterrizaje, una buena tecnología de navegación, una buena nave, buenos tripulantes y pasajeros deseosos de aterrizar, triunfa. Un buen ejemplo es el “yo sí puedo” convertido en triunfo irrefutable al proporcionar felicidad y libertad a millones de seres humanos que aprendieron a leer y a escribir; ahí se conjugaron la finalidad, el método, los alfabetizadores capacitados, los recursos materiales y claro está la gente deseosa de aprender.

El “consignismo” es la enfermedad del buen uso de las consignas, tal como el formalismo es la enfermedad de la formalidad.

Ya Fidel nos dijo que debíamos cambiar todo lo que deba ser cambiado. Estamos trabajando por actualizar el modelo económico cubano, pero no se puede desligar del entramado social.  Cuando expreso actualizar o lograr una mejor interpretación de algunas consignas, me refiero tanto al texto como al contexto. No pretendo presentar una investigación del surgimiento y desarrollo de las consignas seleccionadas.

He seleccionado 5 consignas y seguramente los lectores tendrán muchas más que podrían ser también analizadas.

La primera consigna: “Esto es tarea de todos”

Es cierto que la mayoría de los objetivos o problemas a resolver que de alguna manera involucran o afectan a todos reclaman la participación de todos. Pero se ha convertido en algo de poca utilidad repetirlo cuando no la interpretamos bien y no especificamos que cada parte del proceso componente del proceso general, debe tener un responsable y un plazo para ser cumplido. Se produce un proceso mental desmovilizador cuando interiorizamos que como es de todos, me quedo esperando por el cumplimiento del otro o de los otros. Yo propongo que digamos: “Es tarea de todos, pero en que cada cual cumpla lo que le corresponde”.

La segunda consigna, también escuchada el domingo 12 de julio de 2015. “Los acuerdos no deben engavetarse”.

También es cierto que muchos acuerdos se engavetan, o se “encarpetan”, para estar a tono con las TICs,  y solo se vuelven a retomar cuando se acerca el plazo de cumplimiento y hay que rendir cuenta. Pero la causa de este mal es múltiple. A veces es un acuerdo mal adoptado, bien por su deficiente redacción, o por la incorrecta  designación del responsable. Los acuerdos resultan elementos clave del proceso de dirección, y su adecuada gestión ha de ser un deber ineludible del Jefe que lo aprobó.

En las técnicas de dirección se habla de la ley de Parkinson: “Todo trabajo se dilata indefinidamente hasta ocupar todo el tiempo disponible para su completa realización”.

Un acuerdo comienza a trabajarse una día una semana o un mes antes de la fecha de su cumplimiento.

Propongo que se diga: “Para que los acuerdos no se engaveten, deben ser bien gestionados desde el inicio”.

La tercera consigna: “Hacer más con menos”

Si bien conceptualmente pudiera ser consistente esta redacción, la vida nos ha demostrado, que esta consigna nos lleva a conformarnos con un cumplimiento en que la calidad se ve seriamente afectada; bien porque le ponemos menos de los ingredientes que la norma plantea, o porque le damos menos tiempo que el requerido, o porque estamos acostumbrado que el cliente se conforme con recibir el producto o servicio, bajo la otra expresión popular que dice “más vale algo que nada”. Aclaro que no me refiero a mejoras tecnológicas que efectivamente posibilitan un verdadero ahorro de recursos tangibles o intangibles. Propongo que digamos: “Hacer más con la calidad requerida”

La cuarta y penúltima consigna: “Tenemos que dar una mayor participación a…”

Esos puntos suspensivos pueden ser interpretados como los protagonistas del proceso, o sea los trabajadores, los estudiantes, los ciudadanos, para lograr el objetivo propuesto.

El primer problema radica en la creencia que estar presente en la reunión o en la asamblea en la que se toma un acuerdo significa participar. Ya sabemos que muchos están físicamente presentes pero mentalmente ausentes. Hay que asegurar que la participación nazca de un verdadero involucramiento en el debate, y de una votación democrática; que siga con la posibilidad real de intervenir en el proceso de propiciar cambios necesarios, finalmente de beneficiarse moral y materialmente de los resultados buenos o de asumir las consecuencias de los incumplimientos. Propongo que se diga: “La participación ha de ser consecuente en todas las etapas del proceso”.

La quinta y última consigna seleccionada en este trabajo: “Tenemos que ser más creativos para…”

Se apela con mucha frecuencia a la creatividad, pero se trabaja poco para entrenar a las personas en la generación, análisis, selección y aplicación de ideas creativas. Los actuales y complejos problemas a los que nos enfrentamos y enfrentaremos en el futuro, reclaman capacidad de creatividad y eso no se decreta, se entrena. Claro que partiendo de que la persona quiera entrenarse. Hay quienes prefieren ser rutinarios en cosas que demandan diversidad de pensamiento y acción. No se debe pensar en la creatividad como algo mágico capaz de alcanzar cualquier meta, debe existir una adecuada correspondencia entre las técnicas y herramientas y la finalidad deseada; no se puede cortar un metal con un serrucho, para eso está la segueta.

Hay problemas cerrados y problemas abiertos. En los primeros generalmente los límites permanecen fijos durante la resolución del problema el proceso es normalmente consciente, controlable y reconstruible lógicamente, las soluciones son a menudo controlables y lógicamente correctas.

En los problemas abiertos los límites varían  durante la resolución del problema, el proceso implica un pensamiento creativo y, por tanto, imprevisible, las soluciones quedan a menudo fuera de los límites de la lógica y las soluciones sólo pueden ser corroboradas por los hechos, como consecuencia de su puesta en práctica.

En nuestros tiempos son los problemas abiertos y yo añado complejos los que tenemos pendientes de una solución efectiva y duradera. Es muy perjudicial llamar a la práctica de la creatividad y luego echarle mano a las llamadas frases creaticidas-las que asesinan a la creatividad-, tales como: eso no dará resultado; ya lo intentamos una vez; no existen las condiciones objetivas; nunca los de arriba la aceptarán; es muy arriesgada; ese no es asunto nuestro; es muy interesante, pero…

Propongo que digamos: “Tenemos que aprender y aplicar consecuentemente las técnicas de creatividad".

Las redacciones nuevas que he propuesto no deben convertirse en la esencia; lo esencial es que evitemos que esas consignas de dudoso provecho, le dejen el paso al pensamiento auténtico y sobre todo a la acción consecuente.