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Mega... ¿qué?

television-cubanaNo recuerdo si lo escuché o lo leí. Creo que fue Rosita Fornés, quien dijo alguna vez que resultaba más difícil subir una escalera con elegancia y donaire que bailar en el escenario. En esa frase pensé cuando se trasmitió por Cubavisión el primer Mega ¿concierto?, un sábado en el que los conductores Magdiel Pérez y Jhenni Lay subieron tambaleantes por momentos, la escalera del ICRT, toda manchada por las manos de quienes habitualmente entran y salen al edificio, por la puerta de M.

No sólo estuvieron mal los conductores. No es fácil subir una escalera y hablar o cantar al mismo tiempo.

Antes de otra propuesta, la dedicada a los padres, el sábado 20, pasé por el ICRT y vi que pintaron las paredes y arreglaron el falso techo, por lo que en esta oportunidad la escalera era blanca y sin manchas.

De Jhenni Lay, cuando hizo el programa Yamaneció, el verano pasado, escribí “Proveniente de la radio, con estudios universitarios y cursos de locución, es la conductora de la revista. Con una voz agradable y adquiriendo seguridad en la medida que hace el espacio, es una presentadora “no gastada” en la televisión y que lo hace con soltura.”

Sobre Magdiel Perez, en un texto que publiqué acerca de la revista Hola Habana reproduje lo que María del Carmen Vasallo, me dijo al responderme ¿Cuánto hay de aporte en la conducción de Sandra y ¿Magdiel? “Muchísimo. Ellos son entes activos del programa, le han dado un sello al programa y en particular la empatía que han establecido Sandra y Magdiel. Pero es que ese ambiente que ellos transmiten en pantalla es la relación que tenemos todos los integrantes del equipo.”. Coincido con esa valoración, por lo que Jhenni y Magdiel son para mí buenos conductores, pero ¡no juntos en Mega ¿concierto?!.

No sólo porque ella sea más alta que él, sino porque ninguno es “pala” del otro. Magdiel y Sandra se complementan, aquí pareciera que compiten.

Todo eso se debe a un guion incoherente y poco efectivo ¿cómo es posible que se lleven a tres invitados, con una entrada de bombo y platillo, y si acaso le hacen una preguntica, ni siquiera una PREGUNTA a cada uno?.

Es un verdadero crimen que tres orquestas de primer nivel (La Charanga Habanera, La original de Manzanillo y Manolito Simonet y su trabuco), más buenos solistas, incluso cantantes líricos se unan para un espectáculo que no es un mega concierto, si acaso una mega revista, igualmente infructuosa. Concierto es una propuesta de una orquesta, un solista o de varios que tengan un denominador común, por ejemplo cantar las piezas de Benny Moré, mas lo que de vez en vez, se ofrece los sábados solo despierta el desconcierto.

¿Cómo es posible que en una emisión en vivo haya una niñita tratando de hacer humor con Juan Carlos, el gordo? ¿Acaso a esa hora la calabacita no mandó a dormir a niñas y niños?.

Cuando escuché a Jhenni hablar de que ella tenía el sueño de bailar, moverse, empecé a decirme “¡No, Victor Torres no hagas eso!”. Lo hizo. Evidentemente Eduardo Rosillo, el coreógrafo, otro invitado que apenas dijo nada, montó una coreografía para la conductora. Fueron movimientos simples… pero ¡madre mía, el abdomen no es de bailarina!. Si Jhenni ha estudiado baile que ensaye, practique, use ropas de otro tipo y le graben.

Hasta donde conozco, el uso de las luces debe tener un sentido dramatúrgico ¿cuál ha sido en los mega…?. El mismo tipo de luces ambienta una pieza bailable, una balada, incluso una conversación.

Los televidentes se habrán dado cuenta que puesta en escena, iluminación, uso de cámaras es de lo mejor que hay en el país y por tanto… caro. En cada programa se ha utilizado una buena cantidad de dinero, que no me importaría si el resultado hubiera sido un buen musical en la pequeña pantalla, tan deseado por los telespectadores.

Sigo pensando que la televisión en vivo no es la solución para los graves problemas de nuestra tv. Debe existir en algunos tipos de espacios pero no en musicales que hoy reclaman el concurso de los mejores realizadores para lograr un producto bueno y promocional de ese tesoro de nuestra isla, llamada de la música no por gusto.