Eusebio Leal Foto: Ladyrene Pérez / Cubadebate /Archivo.
¡Cómo no admirar una mente tan fuerte, poderosa y certera como la del Dr. Eusebio Leal!(1) El miércoles 8 de abril en la noche lo escuché conversando con Ivón Deulofeu(2). Enojado como fiel patriota que, al ver como intentan mancillar una obra de amor y sacrificio, dispara dardos de buen saber. ¡Cuánto se aprende en solo cinco minutos de un miércoles en el que todo un pueblo quería estar junto a él!
No aprenden los que organizan los intentos de descrédito de un país y pueblo nobles. Cada vez que se pretende manchar la digna presencia de Cuba en eventos de gran impacto mediático, surgen titanes que defienden como hijos fieles a su madre de paso firme y luz infinita. Pueden ser de baja estatura física, pero se yerguen como retoños de Mariana y se elevan sobre altos edificios, ya sean estos en forma de tornillo o de escalera.
Y cuando pasan escondidos los que no sienten vergüenza de cobrar por actuar una ficción increíble, las miradas de los pueblos los diferencian de aquellos que entran con la frente en alto y los ojos como centellas fustigando a la injusticia.
¡Mucha moral acompaña a los que hemos crecido y seguido la idea de que la justicia social no es una utopía! La poderosa fuerza de los que han curado y salvado millones de vidas en el mundo, los que mostraron la luz de las letras y números en los más apartados rincones, y los que sudaron y vertieron sangre porque nosotros y otros fuéramos libres.
Y en esas batallas de tantas ideas y coraje, la guía de quien nos enseñó a ser soberanos. Fidel está en todas partes, y en Panamá, su figura se hace aún más grande, cuando desde un paraninfo que quisieron hacer maldito las mentes más abyectas, la voz de los pueblos retumbe en una Cumbre que sí es de ellos (de los pueblos), es de nosotros, es de todos .
Por eso, Dr. Leal, todo mi respeto. Inclino una vez mi cabeza para saludarle como ese gran hombre, que al mencionar el lodo con que salpicaron malos cubanos a los de bien, nos recordó el Pollice Verso de nuestro Apóstol, que en sus Versos tan libres como quiso que fuéramos nosotros, dijo:
“….Entre un montón de sierpes, que revueltas
Sobre sus vicios negros, parecían
Esos gusanos de pesado vientre
Y ojos viscosos, que en hedionda cuba
De pardo lodo lentos se revuelcan!”