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Strike 3: Fábula de la sardina y el escualo

Mendoza, todo aplomo. Foto: Ricardo López Hevia.

Mendoza, todo aplomo. Foto: Ricardo López Hevia.

*Y he aquí que la Isla se comió al gran tiburón. Vino a las aguas del escualo con un balance horrible como equipo visitante (tres victorias y 15 reveses), pero no se arrugó ante las gradas, el arbitraje impreciso o dos buenos lanzadores como Monthiet y Bicet. A ratos se le iba alguna nota discordante –al equipo le sobran despropósitos-, pero siempre lograba recomponerse con sus propios esfuerzos y, también, la generosa ayuda del contrario. Que nunca está de más aprovecharla.

*Lo interesante es que Michel Enríquez –el líder ofensivo indiscutible- no consiguió tirar del carro en estos juegos. Lo interesante es que en el primer partido las circunstancias obligaron a encargarle la apertura a un relevista. Lo interesante es que su defensiva ha hecho aguas –sobre todo en el punto neurálgico de las paradas cortas-, y que Héctor Mendoza no estaba en forma óptima. Pero lo más interesante es que la Isla no llega a 90 mil habitantes. Es decir, tiene menos de la mitad que Diez de Octubre.

*Para mí, el mal de fondo de este Industriales –que tenía equipo no ya para clasificar, sino para ganar- fue la desmotivación evidente en los rostros de sus jugadores. Demasiadas sonrisas, mucho desgano para ejecutar acciones básicas como correr hacia primera. El contraste entre las ganas del joven Yusnier Díaz y los ímpetus del resto, explica todo.

*Sí, ya sé: van a exigirme situaciones puntuales que a mi modo de ver conspiraron contra las ilusiones azules. La primera: en ausencia del tercer bate natural se imponía correr la alineación y no subir a Lourdes Jr., recién habilitado para el juego. La otra: Frank Camilo Morejón no podía empuñar el madero en los momentos clave si en el dugout estaba un hombre como Félix Carbonell. Y la restante: a pesar de las malas campañas de Stayler Hernández y Yohandri Urgellés, su condición de zurdos debió ser explotada frente a los taponeros laterales de la Isla.

*Más allá de los aportes de Jorge Luis Barcelán, Luis Abel Castro y Dainer Gálvez, hay que aplaudir con las tres manos el gasto ofensivo de Luis Felipe Rivera -disfrazado de slugger cuando dista de serlo- y la capacidad detonante que ha tenido el zurdo cienfueguero Yusniel Ibáñez. Desde el montículo, Mendoza ha demostrado poseer un corazón del tamaño de la bóveda celeste.

*Un forista acaba de felicitarme por “su profesionalidad al escribir de la derrota industrialista, a pesar de su inmenso dolor”. Le confieso que desde las molestias ortopédicas de hace unas semanas, me he sentido de plácemes física y anímicamente. Y que hoy desperté motivadísimo.

Moraleja: Nadie es campeón antes de competir. Ni Usain Bolt, ni la Hungría de Puskas, ni los grandes peces.