- Cubadebate - http://www.cubadebate.cu -

Tendencias del mercado internacional y su impacto en la economía cubana (III y IV)

III

Una visión actual de las dificultades financieras del país es necesario enmarcarla en los antecedentes acerca del manejo de estos temas desde períodos anteriores de nuestra historia. De tal modo, pocos recuerdan que en Cuba la deuda externa en moneda convertible era prácticamente inexistente en los años 60 del pasado siglo, totalizando solamente 291 millones de dólares en 1969.1 En el bajo nivel de préstamos otorgados al país durante los diez primeros años de la Revolución había incidido el bloqueo económico de Estados Unidos, pero también las reclamaciones de firmas extranjeras producto de los procesos de nacionalización llevados a cabo por el gobierno.

En la medida en que se lograron acuerdos para indemnizar la propiedad de los dueños de las firmas nacionalizadas -proceso que duraría hasta los años 80 y que no incluyó a empresas norteamericanas debido a la hostilidad del gobierno de los Estados Unidos-, comenzaron a crearse condiciones para capitalizar el país a través de un masivo flujo de financiamiento externo ante la insuficiente capacidad de ahorro interno.

Por otra parte, los acuerdos alcanzados con la Unión Soviética en diciembre de 1972 permitieron posponer el pago de la deuda con ese país hasta 1986, para liquidarla en 25 años sin intereses.

Ello, junto a la firma de otros convenios para financiar importantes inversiones en el país, y a la indexación del valor de las exportaciones cubanas con las importaciones soviéticas acordada en 1976, creó condiciones favorables para tomar nuevos créditos en moneda convertible –que se estima llegaron a entre de 4 250 y 4 750 millones de dólares en los años 70– y asumir el pago de esa nueva deuda, que se elevó a 2 914 millones de dólares a mediados de 1982 y cuya amortización pasó a cubrir el 8,8% del valor de los ingresos externos en 1975, elevándose al 28,1% en 1981.

A inicios de los años 80 se desató en América Latina la crisis de la deuda, al elevarse abruptamente los costos del financiamiento externo. Esa situación afectó también a Cuba que –sin embargo– logró una renegociación favorable de sus adeudos con el Club de París entre 1982 y 1986.

No obstante, en ese año se paralizó el pago de esos créditos a partir de la posición injerencista de los acreedores en la política económica interna de nuestro país. Ello llevó consecuentemente a que en la práctica se redujeran a un mínimo los créditos en moneda convertible y a que Cuba suspendiera el pago del servicio de la deuda en 1987.

En 1989 la deuda en esa moneda alcanzó 6 165 millones de dólares, de los cuales ya el 38% era deuda vencida y no pagada.

A pesar de las dificultades financieras en moneda convertible que se agudizaron en la segunda mitad de los años 80, y de un deterioro marcado en las relaciones económicas con la Unión Soviética, las condiciones de financiamiento externo que prevalecieron durante la mayor parte de estos años coadyuvaron a que la formación bruta de capital pasara del 18% en la década de los años 70 al 25% entre 1980 y 1989, y a que la economía nacional creciera a un ritmo promedio anual de 5,6% entre 1970 y 1989.

Esta tendencia desapareció abruptamente con la crisis del Período especial, que provocó una caída del PIB equivalente al 35% de su valor entre 1989 y 1993, y que tardaría 15 años en recuperarse. Parejamente, el país vio reducido a cero el flujo de recursos financieros y –a pesar de algunos esfuerzos por implementar un swap de deuda por inversiones– cesaron los pagos de todos los adeudos. Esto llevó a que en 1994 la deuda en moneda convertible se elevara a 9 083 millones de dólares con un 22,4% de intereses contractuales vencidos y no pagados en esos momentos.

En la misma medida en que la economía comenzó a recuperarse, también se reiniciaron esfuerzos por normalizar la situación con los acreedores de nuestra deuda externa. Esto llevaría a procesos de renegociación con China regularmente a partir de 1995; en el año 2000 se firmó un acuerdo para renegociar un monto de 115 millones de dólares de deuda con Alemania, y se acordó con Japón una posposición de pago por 20 años, que incluyó una condonación estimada en 1 400 millones de dólares.

El último informe publicado por el Banco Central de Cuba en 2004 daba una cifra total de deuda externa estimada de 13 802 millones de dólares, que representaba el 33,6% del PIB. Con posterioridad a esa fecha, la información oficial solo está disponible en el Anuario Estadístico de Cuba, que únicamente brinda la cifra de la deuda renegociada, la que denomina como deuda activa.

A partir de 2009 se comenzó a implementar una nueva política dirigida a normalizar las relaciones con todos los acreedores, en tanto que la deuda total en ese año se estimaba por el Economist Intelligence Unit en 20,606 millones de dólares, equivalente al 37,3% del PIB.

A partir de ese momento se inicia un proceso de renegociación y pago puntual de la deuda que cobra un nuevo impulso en 2015 y que –luego de este recuento histórico indispensable y debido a su importancia– es necesario analizar en detalle.

IV

El pago de los adeudos financieros externos en los últimos cinco años pasó a ser un elemento fundamental de la actualización del modelo económico cubano, cuya implementación ha ido perfeccionándose a lo largo de ese período y que alcanza una nueva dimensión con varias decisiones adoptadas en el presente año.

En ese sentido cabe recordar que un crecimiento que haga sustentable la reproducción de la economía solamente es posible si se incrementa el rendimiento de los distintos factores que intervienen en su dinámica, tomando como punto de partida un crecimiento notable de las inversiones.

Sin embargo, la capacidad de acumulación doméstica resultó muy limitada entre 2009 y 2013, cuando la formación bruta de capital solo alcanzó como promedio el 9,3% del PIB a precios corrientes, estimándose una cifra inferior para 2014, cuando incluso la inversión total decreció durante el primer semestre del año.

En esas circunstancias resultaba indispensable aumentar los flujos financieros externos y especialmente la inversión extranjera directa (IED). Para favorecer este último elemento, se llegó a la conclusión de que la inversión foránea jugaría un papel fundamental en el desarrollo del país y se cifraron las necesidades de capital entre 2 000 y 2 500 millones de dólares por año.

En ese contexto, se aprobó la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM) en 2013, una nueva Ley de Inversión Extranjera en marzo del pasado año y una cartera de oportunidades de inversión con 246 proyectos evaluados en 8 700 millones de dólares, que se presentó al público en noviembre de 2014.

Como premisa para alcanzar mayores entradas de capital al país se había venido trabajando en la normalización del pago del servicio de la deuda, y para ese fin se dedicó como promedio anual un estimado de 3 224 millones de dólares entre 2010 y 2014, cifra que representó el 4,7% del PIB.

No obstante, para honrar esos pagos el país redujo sus importaciones, que disminuyeron del 32,4 al 18,8% del PIB en cinco años, lo cual, indudablemente, debe haber incidido en tasas de crecimiento económico inferiores a partir de 2012.

Ante la necesidad de revertir esa tendencia, para 2015 el país se propuso ajustar su política económica externa.

En tal sentido, el ministro de Economía y Planificación anunció en la Asamblea Nacional que para crecer había que aumentar las importaciones, las que se deben incrementar 13,3% este año. Ese aumento posibilitará elevar en 28,7% las inversiones y en 11,2% la producción manufacturera, entre otros elementos claves para lograr un PIB superior en 4% al del año anterior.

Para lograr el financiamiento indispensable que cubra ese nivel de compras externas se tomó la decisión de pagar 5 661 millones de dólares de los adeudos -cifra que representa 84% más que lo pagado en 2014 y alrededor del 30% del valor de las exportaciones totales-, así como gestionar una retoma de créditos por 5 557 millones.

Esta operación financiera debe elevar la confianza entre los financistas internacionales relacionados con Cuba, en tanto que permite liquidar una parte significativa de los adeudos atrasados y propicia la obtención de nuevos créditos bajo condiciones más favorables. Al mismo tiempo, con esta decisión se incrementa la credibilidad del país en el proceso de captación de nuevas inversiones foráneas.

La coyuntura económica internacional del presente año se muestra compleja, y no se aprecia una consolidación de la economía mundial como para afirmar que se entra en una clara recuperación económica.

En el caso de Cuba, las nuevas decisiones adoptadas favorecen una dinámica que debe resultar en un crecimiento superior de la economía. En tal sentido, los procesos de renegociación de deuda pendientes -particularmente con el Club de París- se deben favorecer en la actual coyuntura.

Por otro lado, la reducción de los precios del petróleo debe impactar favorablemente en la balanza de pagos y el nuevo escenario de relaciones económicas que se abre con Estados Unidos también debe propiciar impactos favorables en la economía nacional.

...

1 Los datos económicos y financieros que se utilizan en este articulo se tomaron de Banco Nacional de Cuba: “Informe Económico”, La Habana, agosto de 1982; Banco Nacional de Cuba: “Informe Económico”, La Habana, junio de 1990; Banco Nacional de Cuba: “Informe Económico 1994”, La Habana, agosto de 1995, y Banco Central de Cuba: “Informe Económico 2004”, La Habana, julio de 2005.

(Publicado en Cuba Contemporánea)