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Strike 3: Urquiola y el forfeit

Alfonso Urquiola. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

Alfonso Urquiola. Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

Primero lo primero: yo simpatizo con Urquiola. El manager de Pinar siempre ha tenido mano para estrecharme y declaraciones que ofrecerme, inclusive cuando las aguas no le han sido favorables. Su acento de guajiro natural –con esa cadencia que parece estar hablándole a la tierra- convence y satisface en cada charla.

Segundo, lo que podría ser primero: nadie está facultado para abandonar el terreno de juego por propia decisión, mucho menos si ese alguien es el líder del grupo y sabe que un estadio y un país están al tanto de lo que ocurre en el partido. Nadie lo está. Puede que ni siquiera el viento.

Tercero, lo que también pude escribir como primero: comprobado que no estamos en condiciones de garantizar justicia con las repeticiones en video. Daba igual si ponían cinco mil veces la jugada, nadie podría percatarse jamás de si el batazo fue en verdad el jonrón del empate o un largo y elevado foul por la raya del izquierdo. Ya lo decía mi profesor de Matemáticas: los ángulos, la perspectiva desde la cual vemos las cosas, deben ser ajustados milimétricamente, so pena de equivocaciones lamentables.

Al final, lo cierto es que el campeón insular acaba de ser objeto de un forfeit que podría pesar toneladas en su empeño de sobrevivir a las preliminares de la Serie Nacional. Un batazo dudoso, sucedido por la reunión arbitral video mediante, desembocaron en la decisión que exasperó al mentor de los vegueros. Eso, en pleno Latinoamericano, con transmisión televisiva.

Entiendo que Pinar vive un momento duro, porque tiene la misión de ganar casi todos los choques y el bateo no acompaña los esfuerzos de sus hombres del montículo. La espada de Damocles pende sobre el equipo -amenazando con la eliminación prematura en el torneo-, y hay nervios, y hay presión. Encima, sus peloteros se quejan hace tiempo de un calendario incontestablemente adverso, y ahora cargan con la incertidumbre de si a la Serie del Caribe irá Pinar más los refuerzos, o si lo hará un equipo Cuba con salpicaduras pinareñas.

(Llegado este punto, me confieso contrario a que el hambre de triunfo nos cercene el espíritu de recompensa. Sería lindo ganar en el Caribe, pero no a costa de desarticular a una novena que puso corazón y alma para lograr el campeonato. Seis o siete refuerzos ya serían suficientes, a mi juicio).

Más allá de la sanción que se apruebe, lo que está por venir es otra página triste en la novela de la pelota cubana. La indisciplina de turno, con un manager insigne como protagonista, empaña un poco más la imagen de una estructura beisbolera que -ahora con una nueva directiva- pugna por recuperar la credibilidad perdida durante años de inacción y paños tibios.