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Strike 3: Zarpas al poder

El veterano Charles ha empezado a todo gas.

El veterano Charles ha empezado a todo gas.

Tras registrar varias campañas entre los mejores cinco equipos de la Serie Nacional, Ciego de Ávila cayó al noveno escaño en la temporada previa. Un océano de despropósitos había ahogado en frustración el hambre de los Tigres, y algunos avizoraron el declinio de la triunfal gestión de Roger Machado con el grupo.

Del campeonato 48 al 52, Ciego había anclado en las posiciones tercera, cuarta, segunda, primera y quinta. Siempre en el pelotón de privilegio de una liga con la friolera de 16 (y en un momento 17) competidores. Pero el bajón cualitativo de hace un año echó a rodar malos presagios.

Sin embargo, los agoreros han optado de momento por esconder la lengua. La novena avileña es líder del evento con una docena de victorias y tan solo cuatro descalabros, juega por encima de .700 tanto en casa (.778) como en la carretera (.714), y vive separada a dos juegos completos de sus escoltas en la clasificación, Matanzas y Artemisa.

¿Cómo han podido revertir la situación los Tigres, inclusive sin recurrir a la gran estrella del conjunto, el lesionado Vladimir García? ¿Qué elementos han pesado decisivamente para que, cumplido un tercio de eliminatoria, parezcan haber puesto medio pie en la fase de ocho equipos?

Para mí, el (todavía aparente) resurgir se debe a los factores que desgloso en los párrafos siguientes...

Inclemencia con el adversario débil: Esta es una máxima que precisa seguir toda plantilla que aspire a cosas grandes, y Ciego no ha tenido reparos en cumplirla. Su cosecha contra tres de las selecciones más precarias de la Serie (Cienfuegos, Camagüey y Holguín), se resume en ocho éxitos con solo una derrota. Es el único camino posible para encarar a los rivales de mayor rigor sin la presión del “ganar o morir” como divisa.

Estabilidad en el rendimiento colectivo: Los pupilos de Machado están fildeando con su habitual destreza (.980), lanzan con una solvencia inesperada (PCL 2.98) ante la ausencia en el staff del mejor pitcher del país, y para colmo se han rebelado en materia de producción ofensiva: su average de .284 excede en nueve puntos la media del torneo, exhiben un magnífico porcentaje de embasado (.370), y son terceros en cantidad de bases estafadas con 14. Al ataque, el trío de veteranos integrado por Yorelvis Charles, Yoelvis Fiss y Yorbis Borroto se hace acompañar por el desaforado José García Arrieta (.449 con OBP de .491 y OPS de 1042), mientras que desde el box se lucen los curtidos Yander Guevara, Dachel Duquesne y Yadir Rabí, con quienes colabora el veinteañero relevista Yunier Cano (4-0, 1.32 limpias cada nueve entradas).

Capacidad para proteger las pequeñas ventajas: Siete de las doce victorias avileñas han sido por la mínima diferencia en el score, y otras tres han concluido con margen de dos carreras. Añádase el dato de que en seis de esos diez triunfos complicados el equipo ha debido remontar en la pizarra, y quedará claro que los Tigres han jugado el primer tercio de campaña con suficiente sangre fría.

Oportunidad ofensiva: No existe otro calificativo que “admirable” para las prestaciones del line up avileño con hombres en circulación, y este ha sido a mi juicio el elemento clave en su vertiginosa arrancada de campeonato. Compruébelo: batea .324 con gente en los senderos (.284 en general), y en tales situaciones su slugging se incrementa hasta .444, cuando globalmente se limita a .363. Los cinco jonrones del conjunto -¡los cinco!- han encontrado compañeros en la ruta.

Este es el panorama de la novena que comanda la Serie en curso. Mañana podrá haber revoluciones en la tabla, ascensos y caídas, pero difícilmente alcancen para evitar que Ciego vuelva al pelotón de privilegio de la pelota nacional.