En el año 1947, cuando ya había cumplido los 17 años, fui atrapado por aquellas ideas y comportamiento de un inquieto líder, Eduardo Chibás. Recuerdo que llegó a mi pueblo una caravana de autos y cada vehículo traía, delante de cada guarda-fango delantero, atada, una escoba. Supe que estas escobas significaban el barrer con todo lo malo, con todo el robo y engaño que había primado en el país. Chibás había roto con el Partido Auténtico (PA), al cual estuvo ligado desde los años 30. Grau San Martin y Carlos Prío habían gobernado desde el 1944 y traicionado los objetivos que se habían propuesto los auténticos. El lema de Chibás era: ¡Vergüenza contra dinero!
Desde aquel momento me abracé a aquellos ideales, y se convirtió en algo que penetró en lo más profundo de mis sentimientos. Casi de inmediato comencé a militar en el sector juvenil de aquel partido, ocupando varias responsabilidades a nivel de barrio y hasta nivel municipal.
No hay dudas que aquellos años, que aquellas experiencias, necesidades y calamidades vividas, habían abonado el terreno donde ahora fecundaba la semilla. Ahora todo lo veía con otra óptica, con otro prisma.