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Los siete contra Tebas y “algunos” contra Antón

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La primera edición de "Los siete contra Tebas".

La primera edición de "Los siete contra Tebas".

Tebas es una ciudad de Grecia, situada al norte de la cordillera de Citerón, que separa Beocia de Ática y estaba al noroeste de Atenas, a 48 kms. En tiempos antiguos fue la ciudad más grande de esa región, aunque actualmente tiene alrededor de 36 mil habitantes.

Esta ciudad dio a luz un gran mito, el de Edipo, cuando descubrió que se había casado con su propia madre, Yocasta[i], y entonces lanzó una maldición contra sus hijos Polinices y Etéocles en la que les deseó que se mataran uno al otro.

Al heredar el reino, los hijos decidieron pactar que cada uno regiría alternativamente durante un año y cuando no les tocase gobernar, el otro debería ausentarse de Tebas, para evitar la maldición. Tras un año de reinado de Etéocles, Polinices reclamó el cumplimiento del pacto, pero este se negó. Según Helánico de Lesbos, Etéocles había dado a Polinices la posibilidad de escoger entre el trono y varios tesoros y los había aceptado.

Polinices fue expulsado de Tebas por su hermano y se refugió en Argos, llegó cubierto con una piel de león, coincidió su llegada con la de Tideo, que había sido desterrado también de Etolia[ii] y que venía cubierto con una piel de jabalí, entonces entablaron ambos un combate y Adrasto, dueño de casa y anfitrión, mediando, siguió un oráculo que había recibido, sus hijas se casarían con un león y un jabalí; casó a Deípile con Polinices y a Tideo con Argía. Ya en paz, contaron sus historias y Adrasto prometió a ambos devolverlos a sus tronos.

Adrasto formó un ejército para doblegar Tebas, mandado por siete caudillos, quienes asediaron la ciudad. Polinices, para detener el derramamiento de sangre, retó a Etéocles a duelo y, en su transcurso, uno al otro se dieron muerte.

Creonte ocupó el trono de Tebas y se negó a que el cuerpo de Polinices fuera sepultado, por pelear contra su patria; sin embargo, Antígona, hermana de Polinices, desobedeció la orden por lo que fue encerrada viva en una tumba, donde murió, aunque en otra versión fue salvada por su prometido, Hemón. Hasta aquí esta parte de la leyenda; pero ¿por qué este obstinado santiaguero le da por revivir el mito tebano que tanto problema le trajo más tarde? 

Antón Arrufat Mrat, nació el 14 de agosto de 1935 en Santiago de Cuba. Su interés en el arte y la literatura lo llevó a residir en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; a viajar por gran parte de Europa y otras latitudes; y a publicar en EuropeL'ArcLes LettresQuimeraSiempre y Ever green, y en Cuba, en medios como CiclónLunes de RevoluciónCuba en la UNESCOUnión y La Gaceta de Cuba, por solo citar algunos. Publicó sus  primeras obras en la década del cincuenta, entre ellas El caso se investiga (1957), pieza que se convertiría en un hito al unir por primera vez en la escena nacional la herencia vanguardista europea con el teatro vernáculo cubano. A partir de 1959, regresa a Cuba. Antón fue fundador y dirigió, durante cinco años, la revista Casa de las Américas, al tiempo que fue miembro de la redacción de Lunes de Revolución.

Amigo de Virgilio Piñera y su albacea literario, Antón hace de este autor una referencia clave en sus textos y se convierte en uno de los promotores y estudiosos de la producción literaria del escritor cardenense.

Un momento determinante en su carrera intelectual fue en 1968, año en el que ganó el premio de teatro de la UNEAC por su obra Los siete contra Tebas, que marcará un hito significativo en su poética, pues se desplaza de los tradicionales códigos del humor, sátira social y un cierto coqueteo costumbrista hacia zonas de alegoría política, historia y de la identidad nacional en su complicada red de articulaciones y tradiciones.

El autor usará de telón de fondo mítico a la tragedia griega, la situará sobre un horizonte contemporáneo, creando un tejido de reflexiones sobre el ser humano, sus relaciones con el poder y la organización de la sociedad.

Por su obra literaria, Arrufat ha obtenido varios reconocimientos, desde el concurso literario de Casa de las Américas, con menciones de teatro en 1961 por El vivo al pollo y de poesía, en 1963, por Repaso final; y para sus estudiosos, su obra alcanza una madurez definitiva en la década del ochenta, al obtener el Premio de la Crítica en varias ocasiones por La caja está cerrada (1984), La tierra permanente (1987) y Lirios sobre un fondo de espadas (1995). Piezas teatrales suyas han sido traducidas al polaco, inglés y francés y se han estrenado en Estados Unidos, Venezuela, México, Puerto Rico y Polonia. Antón ha sido jurado en los concursos más importantes del país.

Arrufat es ensayista e investigador, con volúmenes recopilatorios de teatro y cuento cubanos como: Nuevos cuentistas cubanos, 1961; Guarachas cubanas, 1962; Teatro de Strindberg, 1964; Cuentos de Felisberto Hernández, (1968), y varios estudios sobre el teatro y la novela de la etapa colonial, en particular ha ahondado en la figura de Gertrudis Gómez de Avellaneda.

En el año 2000 recibió el Premio Nacional de Literatura, como reconocimiento a su destacada trayectoria literaria; y el premio Alejo Carpentier en el género novela por La noche del aguafiestas. Asimismo, el Estado cubano lo hizo merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional en ese mismo año y recibió el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en el 2005 por el volumen de relatos El envés de la trama. Arrufat es también miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua y en el año 2008 le fue dedicada, junto a la escritora Graziella Pogolotti, la XVII edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana[iii].

Este santiaguero, habanero e internacional, es obstinado y voluntarioso, no le gusta el fracaso, habla con parsimonia, es disciplinado y frugal. No veía con claridad las letras en el pizarrón del colegio en su infancia, y creyeron que era retardado, torpe y morón. El cura que le daba clases por la época descubrió la verdad: era miope, y cuando le pusieron lentes, aprendió a leer y nació de nuevo.

Pero volvamos a Los siete contra Tebas, un texto poético que contiene el requerimiento necesario de un espectador cómplice y co-creador del fenómeno artístico, una obra que no ha perdido su frescura original, a pesar de que fue escrita en la década del sesenta, aunque tuvo “mala suerte”: fue leída de una forma bastante limitada lo que provocó más de un trabajo en contra de su autor[iv].

Se puede pensar al inicio que esta obra no es más que una elemental traducción del griego pero no es así, es una manipulación de un modelo de hacer teatro y la combinación del ingenio de Esquilo y de Eurípides, con una inventiva propia, de Arrufat, con la que nos regala una auténtica tragedia griega en pleno siglo XX[v].

Al acercarnos a Los siete…, se devela esta desde una teatralidad solemne y cínica, abierta e independiente de ideologías pre establecidas; contiene una conceptualización propia (no una caprichosa interpretación circunstancial) que hace justicia a la ganancia poética de la palabra y a la ganancia lírica y parabólica de la representación[vi].

El duelo fratricida, donde el modelo es el mismo de Las Fenicias de Eurípides, y no de la obra de Esquilo, pues los detalles que los espías proporcionan al coro de mujeres tebanas, son iguales en hechos y en contenido al parlamento del mensajero que cuenta a Creonte cómo han muerto los dos hermanos

Con el coro que pone punto final a Los Siete… volvemos a Esquilo, en la forma, por la manera en que Antón divide en dos los parlamentos del coro, con el mismo contenido de lamento por la muerte de los dos hermanos, aunque Arrufat obvia aludir a Edipo.

No se puede soslayar la polémica que desató Los siete contra Tebas al recibir el Premio de teatro José Antonio Ramos de la UNEAC en 1968, y la declaración de condena, usando la acuñada frase de la época -que duró más en dolor que en tiempo- la tenencia de “desviaciones ideológicas”. Un tiempo y circunstancias que como trasfondo tuvieron al temor, la intriga, la desconfianza y a la inefable maldad humana, y que trajo como consecuencias una época portadora de un  triunfalismo escatológico, aburrido y de inspiración muy negativa.

Cada receptor es susceptible de asimilar un mensaje de acuerdo a sus perspectivas socioculturales y a su ideología, pero si el mensaje es leído sin tener en cuenta su múltiple polisemia, que se infiere de toda obra, se va al equívoco y trae como consecuencias, lo que acarrearon aquellos años, que infligieron atraso a la cultura cubana e injusticias contra tantas personas[vii]. Una obra tendrá tantas definiciones como receptores del discurso existan, y esto no solo acaecerá en el plano propiamente cultural.

Los siete contra Tebas tuvo su feliz estreno en La Habana, Cuba, el 20 de octubre del 2007, Día de la Cultura cubana, instituido porque ese día fue cantado, por primera vez, el himno de Bayamo.

Y por ahí anda Antón, fiel al mito y a la libertad con la que lo aplicó y o lo bifurcó, hecho mito él mismo en su Obra; ah, y aún en La Habana.

Referencias

[i]  Los mitógrafos coinciden en que Edipo fue el padre de Polinices, pero hay otras versiones acerca de la identidad de la madre; a veces se dice que fue Yocasta, otras que fue Euriganía.

[ii] Héroe destacado en la leyenda de los siete contra Tebas. Hijo de Eneo y Peribea, procedente de Etolia, había sido desterrado de Calidón tras una denuncia de Agrio por haber matado a un hermano del rey Eneo, o a sus sobrinos, o a su hermano. En su destierro llegó a Argos, donde tuvo una disputa con Polinices.

[iii]  Ver:http://www.cubaliteraria.cu/autor/anton_arrufat/paginas/final_home.htm.

[iv] Ver: Avila, Leopoldo (1971): “Antón se va la guerra”, Verde Olivo, 17 noviembre, págs. 17-18.

[v]  Ver: Álvarez Morán, Consuelo y Rosa Iglesias Montiel en “Fidelidad y libertad mitográficas en los siete contra Tebas de Antón Arrufat”.  http://interclassica.um.es/var/plain/storage/original/application/7f8d8751061de678fc61ed4710d96bc6.pdf

[vi] Ver: Hechevarría Prado, Habey: “Apoteosis de Los siete contra Tebas” enhttp://www.espaciolaical.org/contens/12/7300.pdf

[vii] Fornet, Jorge (2013): “El 71. Anatomía de una crisis”, Editorial Letras cubanas, 324 págs.

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  • Carlos Tena dijo:

    Estuve en el estreno de 7 contra Tebas hace ya 7 años... A pesar de los esfuerzos de Alberto Sarrain, la obra era tan insoportable como los actores.
    A la media hora, algunas personas abandonamos el teatro y siguiendo por Línea, nos detuvimos a respirar y degustar una Bucanero. Hacía tiempo que no acudía a un espectáculo tan lamentable.

    • Sergio dijo:

      ALTRUISTAMENTE RESISITI hasta el final.

      MEFISTO TEATRO hizo un NEFASTO ESPECTACULO aquel día, lo más lamentable era que los actores no conseguían PROYECTAR LA VOZ, algo imprescindible para el TEATRO. Eran muy jovenes la mayoría, tal vez haya sido por esto.

      No obstante, siempre es bueno recordar estas cosas, y otrs muchas también.

      Saludos,

      • etan dijo:

        segio disculpa pero lo de ser un actor novato no tiene nada que ver con lo de la proyeccion de la voz porque eres actor cuando dominas bien esta tan complicada arte simplemente no son buenos

      • Sergio dijo:

        ETAN

        Yo no se, fue lo que me pareció. Claro que el hecho de ser JOVEN no implica que NO DOMINES las tecnica de ACTUACION, pero el TEATRO ES BIEN DIFICIL, incluso para actores consgrados, así que imagina para actores JOVENES, por eso lo dije, no fue una justificación, más bien una apreciación.

        Saludos,

  • Atenea dijo:

    Se entera una de cada cosas,qué asco aquellos años.
    Viva Arrufat, salud para él que lo merece todo por resistir.
    Lo conozco solo de la entrevista de Amaury donde
    dijo: "Me duele Cuba", sin dudas un GRANDE.

  • carlos dijo:

    Los siete de Tebas , de Antón Arrufat, junto a Fuera del juego, de Heberto Padilla, fueron, en cierto modo, los detonantes de lo que más tarde sería conocido como el Quinquenio gris de la cultura cubana. Bien por el articulista al rememorar la noche cultural que se vivió en nuestro país en esa época. Hay que hablar de los errores, de las injusticias, para que los errores y las injusticias no se vuelvan a repetir.

  • Juno dijo:

    gracias por el articulo

  • El Otro dijo:

    Yo disfrute mucho esa puesta y quisiera que la obra se montara por otra agrupación, yo no estuve el día del estreno, ni recuerdo si eran dos elencos, pero el día que lo vi me parecieron buenas actuaciones, dentro de una escenografía sugerente y de haber sido una temporada mas larga seguro hubiera ido mas de una vez.
    Carlos Diaz y/o Raúl Martín pudieran hacer una relectura de la obra y un montaje espectacular, además de un hecho trascendental si fuera una codirección, porque se que ya hay relaciones, muy satisfactorias por cierto entre Teatro de la Luna y El Publico

  • Lorenzo dijo:

    [iv] Ver: Avila, Leopoldo (1971): “Antón se va la guerra”, Verde Olivo, 17 noviembre, págs. 17-18.

    Bueno, buen artículo, yo dispongo de este artículo digitalizado (nrubal@giron.sld.cu) por si alguien lo desea, Leopoldo Ávila era un pseudónimo y hasta donde sé se especulan nombres, pero no se sabe a ciencia cierta quién estaba detrás del mismo, se ha mencionado a José Antonio Portuondo, por ejemplo, ..., sld Lzo

  • Servando rodriguez medrano dijo:

    La obra se estrenó en mexico entre los años de 1971 y 1973 por un grupo de teatro universitario en el anexo de la facultad de arquitectura y fue dirigida por Salvador Flores después se llevó a Querétaro y a la ciudad de Jalapa Ver.

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F. Vladimir Pérez Casal

F. Vladimir Pérez Casal

Filólogo cubano. Colaborador de Cubadebate.

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