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Un trágico accidente y dos lecciones sobre celulares

Vivo cerca de una línea de ferrocarril por donde transitan pocos trenes, pero dos o tres veces al día, por ella se desplazan varios medios de este transporte. Este lunes, al regresar a casa aprecié en la distancia, numerosas personas cercanas a la línea y el despliegue de muchos policías. La pregunta a un agente del orden confirmó mis sospechas: una persona había sido atropellada por la gran mole de hierro. Continué hasta la casa donde encontré a los vecinos que comentaban sobre el hecho.

Una jovencita de quince años era la víctima. Llevaba unos audífonos puestos para escuchar la música de su celular y no reparó en los aterradores silbatos del tren. Dicen además que varias personas le gritaban para alertarla, pero no escuchó nada, aquellos tapones y una música quizás bastante alta la aisló del peligro. Cuentan que su diminuto cuerpo quedó en pedazos.

Una primera lección de este hecho está asociada a las consecuencias que tienen para los seres humanos el uso de audífonos y celulares, donde es evidente la poca cultura en el país sobre su empleo y los peligros al respecto.

Una segunda lección, la aprecié en los comentarios de los testigos. En medio de tan fatídico hecho, aparecieron personas con celulares para fotografiar y filmar los destrozos y luego mostrar sin escrúpulos, en otros dispositivos o hasta circular por las redes sociales.

¿Cómo es posible que una población como la nuestra, de tan nobles sentimientos y solidaridad demostrada se preste en la actualidad para un acto tan cruel, con el propósito de exhibir aquel lamentable suceso? ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué nadie criticó ese proceder y todos en silencio se hicieron cómplices de tan abominable acto?

Cuba contaba hasta el 2013 con tres millones 232 mil 974 líneas telefónicas y de ellas un millón 995 mil 698 eran líneas móviles. La cantidad de líneas móviles (62 por ciento del total nacional de teléfonos en ambas plataformas) supera en 1,6 veces la cantidad de líneas fijas. Es evidente que la realidad ha cambiado. Cada vez es más común observar a choferes manejando y con el celular en la mano, a pesar de las regulaciones del tránsito. También es muy asiduo escuchar en reuniones los molestos timbres de estos equipos, que en muchos casos muestran la poca cultura de sus dueños por los tonos que se escogen.

Todo parece indicar que es hora de informarnos si en otros países se establecen regulaciones sobre su uso y al mismo tiempo buscar todas las vías para educar en este sentido. Un equipo como este, capaz de facilitar la comunicación entre grandes distancias y de integrar tantas tecnologías al mismo tiempo, no puede convertirse en una especie de arma asesina o juguete para el morbo. La sociedad cubana tiene que pronunciarse, tenemos que pensar en leyes y los medios de comunicación abrir los espacios para el debate.

(Tomado de la página en Facebook de Aixa Hevia)