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Había que ganarse los kilos para vivir

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Carbonero dentro de los pantanos en la década del 40 del Siglo pasado.

Carbonero dentro de los pantanos en la década del 40 del Siglo pasado.

Como muchos niños y jóvenes de mi pueblo, tuve desde muy pequeño que aprender cómo buscarme algunos centavos para aliviar la situación. En la casa era muy poco lo que me podían dar, y cuando el hambre picaba tenía usted que echarse algo a la boca, aunque fuera un pan con guayaba.

Ahora que hablo de pan con guayaba, recuerdo a un contemporáneo al que en una ocasión otro le dijo: "¿No vas al circo hoy?..." Y este le respondió sin pensar mucho: "¿Tú eres bobo?, ¿no ves que con una peseta yo me compro 10 panes con guayaba?"

El hambre es mala consejera. Había que resolver legalmente para no tener que esperar al lado del nido de la gallina que ponía sus huevos debajo de aquella bejuquera en la finca “Lima” y después de que esta comenzaba a entonar su canción de triunfo, coger las posturas aún calientes y correr para la bodega de Lily y venderlas por un centavo para comprar una galleta grande de un kilo – un centavo- o un queque.

Las formas de buscarse la vida eran variadas, pero las posibles para mi fueron la recogida de huesos, hierros, cobre, aluminio y otros metales. Después de pasarse usted varios días recorriendo basureros, patios, traspatios y hasta fincas en busca de alguna “mina” que tuviera aquellos codiciados “tesoros” y tenía un par de sacos de yute llenos de ellos, venía aquel hombre empujando su carretilla de tres ruedas y en gesto de comerciante poco interesado le ofrecía a uno 30 ó 40 centavos y agregaba, “si no te conviene es igual, yo voy ya cargado”. Al final había que aceptar.

Otras de las formas que ocupaba todo nuestro tiempo libre era pasar las horas del día que podíamos, cortando palos de aroma, troncos y gajos de piñón florido o de guayaba, que era la mejor leña para hacer carbón. Cortar las matas de aroma tenía su cosa buena y su cosa mala.

Lo bueno era el aroma que despedía aquel tronco después de varios machetazos y aparecía el corazón rojo; lo malo era las espinas que siempre se clavaban, o en cualquier parte del cuerpo o en la planta de los pies que generalmente iban descalzos; y lo otro, las ampollas que aparecían enseguida al manipular aquel machete con el que se había capado, o matado al diablo y lo había dejado vivo.

Terminado el corte venía la carga de la leña y llevarla para el traspatio, dentro del platanal de Eduardo, donde había un plante para hornos de hacer carbón.

Al poco tiempo éramos expertos en parar los hornitos con los pedazos de leña seca. Estos, después de tapados con la hierba correspondiente y cubiertos con polvo de carbón que allí abundaba, eran encendidos, especialmente al caer la noche.

Al comenzar a dar candela venia el inconveniente del humo en los ojos… y a llorar. Cuando el montoncito aquel comenzaba a echar un humito carmelita, era muestra de que estaba quemando bien y luego venia la vigilia. Había que velar, como se vela a un muerto, toda la noche, para que no se abriera la cubierta que toponeábamos constantemente y entrara oxígeno; si no, se corría el riesgo de que se volara.

Esto era por un par de días. La peste llegaba al alma y mi mamá dando gritos… Al final venía la recompensa: dos saquitos de cebolla llenos de carbón que sonaba como campana, lo que avalaba su calidad, y 40 ó 50 centavos como ganancia. Por mucho que me bañaba después, siempre me quedaba aquel tizne en las orejas, en las uñas y dondequiera. Mi hermana Aida en algunas ocasiones me acompañaba en aquellos velorios.

Con el tiempo vino una mejoría. Primero fue el sillón de limpiabotas que pude comprar con los ahorritos que me daban en la venta de mis hierros, huesos, metales y el trabajoso carbón.

También por mis manos pasaron los zapatos que se ponían todos los personajes de mi pueblo, menos los de Daniel, el gago, y el negro Gayetano, pues estos, o no los usaban o llevaban alpargatas. Los sábados por la tarde y domingos eran los días de mayor clientela, y también los días que mi alma infantil deseaba correr junto a los otros fiñes e ir a jugar el pitén de pelota, pero había que ganarse los kilos para vivir.

El no poder ir a jugar con los demás muchachos, me traumatizó para toda la vida, desde entonces cada vez que cierro mis ojos y pienso, me veo jugando a la pelota en el campo corto.

Mi negocio prosperó y con el ahorrito del brillo de los zapatos compré una vidriera de fritas, las que muy ricamente sazonaba mamá. Ahora la cosa era los sábados, los domingos, los lunes, los martes, los miércoles, los jueves, los viernes; lo mismo en la tarde, que en la noche o la madrugada. Había que esperar que llegaran los clientes que se bajaran de la última guagua, alrededor de las tres de la mañana, para liquidar lo que quedaba… Ahí estaba la ganancia.

Se han publicado 15 comentarios



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  • Nairovis dijo:

    Esto esta muy triste , la foto impactante y ahora , que tiene que hacer un obrero para ganarse la vida y llevar comida a su casa para que su familia coma y no pasen hambre, es cierto que antes para ganarse 0.40 ctvs no era fácil...ahora te ganas 400 pesos mensuales y es peor porque con eso no compras nada ni tienes a donde ir...el que tenga dudas de mi comentario que haga la prueba despues del dia 15 de cada mes ...

  • Dany dijo:

    Hoy nooooo!! Hoy los padres ganan tanto dinero q les pueden dar 20 pesos diarios a sus hijos para q se coman una pizza y se tomen un refresco.

    • 100% Cubano dijo:

      Que padres pueden darse ese lujo??? ahhhh los nuevos ricos, porque los trabajadores estan j........dos

  • Ataulfo Angarita dijo:

    Pedro siempre leo tus anécdotas. Eres un excelente escritor!! Me parece que escribes para contrastar la dura existencia de los Cubanos antes de la Revolución. Déjame decirte que lo logras. Me gustó mucho el relato sobre el Cubano que se ahorcó por un dolor de muela. Tu mensaje creo que fué hacer ver al lector que NO habían servicios médicos básicos en esa época.
    Bueno, gur bái. Soy un salvadoreño que vive el el norte de USA. Huyendo de la guerra de los 80-90

  • iriana dijo:

    ME GUSTA LEER SUS ARTICULOS PORQUE REALMENTE ERA ASÍ COMO SE VIVIA Y ME GUSTA QUE LOS JOVENES LEAN SUS COMENTARIOS PORQUE ASÍ APRENDER A VIVIR AUNQUE ES MUY DIFICIL QUE ALGUNOS SE Sencibilicen a como era antes y como es ahora, el mundo ha cambiado y nosotros los hemos acostumbrado a malos habitos como eso mismo de gastar 10 o 20 pesos en un día digo nosotros no por mi si no por la generacion mas vieja ........

  • Maria Candelaria dijo:

    Que hermosos recuerdos llenos de nostalgia...son como un cuento que me hace soñar...

  • Ratmil dijo:

    Qué tiempos aquellos!!!
    Pan con guayaba!!
    Seguro que no era la mezcla de guayaba, plátano y calabaza que te encuentras hoy.

  • Daniel Noa Monzón dijo:

    Muchos de los que en la década del 50 del siglo pasado éramos niños o adolescentes en Cuba...vivimos dramas similares. A mí me tocó pelar pollos a mano en una de las pollerías de la Plaza de Cienfuegos...ser mensajero en bicicleta cargada de pollos y huevos...vender uvas peras y manzanas cerca de Navidad...o aguacates...o mariposas (nuestra flor nacional, esas que hoy valen 5 pesos y antes se vendían por 5 centavos), limpiar pisos y vidrieras en ópticas y relojerías...ser aprendiz en el periódico La Correspondencia (con sólo 10 años)...y por último ayudante de Linotipo en los Impresos Ideas de Santa Clara...o limpiabotas ambulante por toda la ciudad..ganando 5 centavos por cada par o 10 si eran de ¨dos tonos¨...Por suerte llegó el cambio de 1959...y la obra posterior.

  • Ernesto dijo:

    Cual es el cuento si ahora hay que ganarse los kilos de igual o peor forma

  • MORTAL dijo:

    mal acostumbrado a gastar 10 o 20 pesos ,no, lo que uno tiene que leer ,hay gente que de verdad debiera morirse en la miseria por sumisos,no digo mas.

  • PAQUITO dijo:

    MORTAL AYA TU QUE QUIERES CONFORMARTE CON POCO MI VIDA LA VIDA ES UNA SOLA Y HAY QUE VIVIRLA SI SE SIGUE ENGANCHAO DEL PASADO NO ABANSAMOS NADA

  • Barrios dijo:

    Parece que no se hace carbón en este país. Que a un carbonero ahora le paguen al mes 8oo pesos que dividido entre 24 toca a 33.33 (vaya numerito), que dividido entre 30,da 1.11.Osea el equivalente a un cuc y centavos puede comprar después de dos días de trabajo y poniendo 20 centavos más, un litro de aceite. Si no vino el pollo de la cuota que creo que es una libra al mes, tiene que ir a la shopping y al tercer día de trabajo o al quinto puede comprar el pollo. Y sigue con el tizne pegado al cuerpo si no tiene 55 centavos de cuc para comprar un jabón o 6 pesos ´´moneda nacional´´ (usar con cuidado porque algunos te levantan ampollas). Eso sin contar el precio del carbón en el mercado internacional, por lo que estaría algo que creo que se llama plusvalía. No sé nada de economía, la que conozco es la que me dicta mis necesidades.
    Pensando que este carbonero de ahora es un privilegiado; porque con lo que gana un obrero hoy en día solo puede comprar una flauta (10 pesos) de pan o un paquete de café (por la izquierda 12 pesos, ni pensar en la shopping), y si quiere tomarse una cerveza debe reunir el sueldo completo de dos días, y si un refresco el de un día; si quiere comparar una libra de carne de puerco tal vez deba reunir el sueldo de tres días. Si quiere comerse un pan con guayaba debe comprar una barra que vale alrededor de 12 pesos, un día de trabajo y coger el pan de la cuota de 80 gramos (si llega)y dejar de desayunar con pan, si tiene leche de dieta, si no, debe comprarla en la shopping que la condensada vale 1.20 cuc,que es un día de trabajo.
    De todas formas pienso que el cuento sea como demostración de una habilidad como narrador, no para demostrarnos lo que ya sabemos los que fuimos pobres y era la economía para alguno de nosotros en esa época. Además eso fue hace 50 años.
    Diciendo de los trabajos que pasó un niño hace 50 años no vamos a resolver nuestros problemas presentes. No debemos seguir usando la historia para justificar nuestras deficiencias.

  • Margarita dijo:

    Me gustaría debatir otros asuntos que pudieran ser analizados y que contrubuyeran en algo bueno a dar continuidad a nuestros logros, no sólo hablar del tema que se expone.

  • ROGELIO dijo:

    Urra y donde pusiste esa vidriera de fritas que no me acuerdo. Me acuerdo de la de chango frente al bar de Diego, pero no de la tuya...

    • Enrique dijo:

      Hola Rogelio! Todavía vive en Arroyo Arenas? Estoy llevando un trabajo de investigación y personas como UD pudieran ayudarme.

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Pedro Urra Medina

Pedro Urra Medina

Nació en 1929. Es historiador y columnista de Cubadebate.

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