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¿Se está gestando un nuevo mundo?

A 70 años de la culminación de la Conferencia de Bretton Woods

lideres del bricsEl BRICS escogió Fortaleza para mostrar sus músculos. En la brasileña ciudad de vigoroso nombre se dio el paso más transcendental del Grupo en sus escasos años de existencia: la creación del Nuevo Banco de Desarrollo y de un Fondo de Reservas para contingencias por un monto de 100 mil millones de dólares.

“Tomamos una decisión histórica de crear el Banco de los BRICS y el acuerdo de reserva, que son una contribución importante para la reconfiguración del sistema de gobernanza económica internacional”–dijo Dilma Rousseauff.

Por su parte, el presidente sudafricano Jacob Zuma señaló que es “un legado perdurable que cambiará para bien el rostro de la economía mundial y el rostro de todo el mundo en desarrollo”.

Lo ocurrido es resultado del ascendente poderío económico de los integrantes del Grupo: China (2), India (3), Rusia (6) y Brasil (7), están entre los 10 más grandes economías del planeta. Sudáfrica ancla en el lugar 25 de esa lista. Cada uno de ellos tiene posiciones de liderazgo en sus continentes y ahora, juntos, comienzan a encontrar caminos para hacer valer su paso en el escenario internacional.

Tras décadas de hegemonismo norteamericano, secundado por Europa y Japón, las nuevas potencias emergentes buscan, paso a paso, romper ese tiránico predominio. Ya son más los actores que mueven fichas en el complicado ajedrez geopolítico universal.
China y Rusia halan del carro. La primera con su impetuoso ascenso económico y su dinámica inversora y comercial por el mundo. La segunda, con una activa política exterior que le devuelva parte del peso político de antaño a ese país. Los recientes acuerdos económicos, políticos y militares entre Beijing y Moscú, que incluyen un multimillonario contrato de compraventa de gas y la exclusión del dólar en el comercio mutuo, afianzan el liderazgo de este dúo.

La India aporta su pujanza economía y su enorme mercado, Sudáfrica carga el liderazgo de una África sedienta de oportunidades.

Brasil da nota de la pujanza latinoamericana ante este grupo. Líder de una región con abundantes materias primas y recursos naturales, con proyectos emancipadores palpitando en sus entrañas, y deseosa de abrirse al mundo; tras una larga historia de sometimiento indecente al Imperio que domina desde el Norte.

La Cumbre de Fortaleza ha servido para estrechar esos vínculos entre los BRICS y las naciones sudamericanas (las mayores economías de la región). Una alianza que rendirá frutos mayores a mediano y largo plazo; y que para nada contenta a Washington.

Como también incomoda al poder imperial la creciente presencia china en la región. Convertida ya en el segundo socio comercial de América Latina y el primero en el caso de Brasil, China busca estrechar esos lazos con el otrora “traspatio” norteamericano. Inversiones por 35 mil millones de dólares se han ofrecido por Beijing. La reciente reunión China – CELAC es una sólida piedra para edificar ese camino. Dice mucho el hecho que, más allá de la diversidad política e ideológica de los gobiernos de la región, el primer foro bilateral de intercambio de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños sea con la nación asiática.

Xi Jinping afianza esos lazos con sus visitas oficiales a Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba. Decenas de acuerdos económicos, comerciales, científicos, tecnológicos, educacionales, culturales y de otros ámbitos han sido suscritos en estos días. Simbólicos gestos políticos se han constatado, como el respaldo chino a Buenos Aires frente a los ataques de los fondos buitres.

La arquitectura financiera mundial modelada hace hoy exactamente 70 años, el 22 de julio de 1944, en Bretton Woods, se está quebrando. Sus puntas de lanza, el FMI, el Banco Mundial y el predominio del dólar, sufren crisis de credibilidad. La preeminencia política e ideológica forjada en el Consenso de Washington también viene cuesta abajo.

No pocos obstáculos quedan por salvar en el camino de las alternativas: las presiones de los actores del añejo modo de dominación, las desigualdades y diferencias latentes entre las potencias emergentes, los efectos visibles de la crisis económica; pero se olfatea un deseo de cambio en el mundo actual y hay quiénes están dispuestos a ejecutarlo.