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La orquesta que nunca sale a escena

productor MoncadaPor estos días del Cubadisco 2014 nuestro “héroe” cumplió sus primeros 50 años. Esa noche no pudo celebrarlos porque andaba de corretaje… resolviendo, garantizando, asegurando…  Su nombre no es ni será nunca conocido en los medios, o por el gran público, pero su nombre “suena” alto entre todos aquellos con quienes ha trabajado en estas últimas tres décadas dentro del panorama musical cubano. No es poca cosa la áurea que significa ser por tanto tiempo el productor del Grupo Moncada, aunque a él no le molesta que lo recuerden como “el muchacho del moño que siempre anda detrás de Jorge Gómez”.

Hormiguita laboriosa cuando llega, de los primeros, a los habituales escenarios del Grupo, cada domingo en el 1830, o los viernes en Le Select. Es exactamente el mismo trabajo que le toca en una gran plaza para miles de personas, en Cuba o en el extranjero, que en un estrecho estudio de televisión, en un improvisado escenario de una escuela en el campo, o en una unidad militar bien intrincada. Da igual, en todos ellos se impone su ritual estrictamente similar.

productor MoncadaEn principio, ponerse junto a los utileros a desplegar cables, a descargar instrumentos del camión o el ómnibus, a organizar el espacio de cada músico en escena, muchas veces bajo un sol que una y otra vez les curte la piel. Por cierto, ¿por dónde se oculta el sol?, no vaya a ser que le de en la cara a Tony, el cantante, o deje “ciego” al público… No se olviden que a Juan Carlos hay que darle más espacio para que toque, cante… y coma frutas…, dice él con esa sonrisa pícara y bondadosa que pocas veces lo abandona.

¿Y el almuerzo y la comida de los utileros, sonidistas, luminotécnicos y otros subordinados suyos, quién lo garantiza? Pues él mismo, de lo contrario ninguno come aunque trabajen como leones, y ello no será justificación para que el concierto no empiece a su hora, y con la calidad que músicos y público exigen.

En cada concierto, las mismos o nuevas preocupaciones: ¿Qué hacer si falla la electricidad en medio de la actuación? ¿Y si alguien del público pisa sin querer un cable y se apaga el audio o una lámpara? ¿Y el agua de Tony? ¿Y las maracas de Jorge, por qué no están en su sitio? ¿Y el chofer, a qué hora regresa a buscar los instrumentos, ya le dieron su merienda? ¿Les garantizaron un buen sitio a los fotógrafos?... Y él, sin inmutarse: tranquilo macho, que todo sale, aquí está la botellita de ron que me dieron para los músicos…, la de los técnicos la pongo al final…

productor MoncadaPocos imaginan el trabajo del productor de un grupo musical, sobre todo en las condiciones bien peculiares de la Cuba de hoy. Es el hombre orquesta tras bambalinas. El tiempo le presiona como su peor enemigo. Resolver, la mayoría de las veces sin tener con qué, convierte la eficiencia en su reto diario y al estoicismo en su imprescindible virtud. ¿Se rompieron dos bafles y un micrófono anoche?, coño, es que estos locos no pararon cuando empezó el aguacero… pero, ¿y cómo tocamos hoy? ¿Te acuerdas de Pepe, el electricista que nos ayudó el año pasado, mira a ver cuánto pide esta vez?...

Graduado en economía, este muchacho que ya peña canas en su larga melena (la de siempre), dejó un buen trabajo el día que quiso seguir los pasos de su padre en la música. Desde entonces, y aunque estudió algún que otro instrumento, nunca se subió al escenario por la parte de los artistas, sino por detrás, donde toca la orquesta de los obreros anónimos del concierto. Y desde allí, como dice el poeta, hace su trabajo mejor, este reparador de ensueños.

Así que esta noche, cuando se enciendan las luces y se escuchen los primeros acordes del Grupo, él será por unos segundos el tipo más feliz del mundo. Después todo vuelve a ser tensión, hasta pasada la madrugada, cuando, ya apagada y desierta la plaza, él regrese el último a su casa, feliz de los aplausos que también fueron suyos, y convencido de que mañana (que ya es hoy) será solamente otro día.

Sea este un homenaje a Raulito Gómez, por sus cincuenta, y, a través de él, a todos los productores, utileros, sonidistas, luminotécnicos… esos buenos hombres y mujeres que tocan por estos días en el Cubadisco, y a veces toda la vida, en las orquestas invisibles de acordes vitales… detrás de cada escenario.