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Y sí habrá Mundial: la respuesta a la Gran Alianza

El patético manifiesto dejado por los autores del atentado contra la embajada de Brasil en Berlín es una mezcla de desinformación, mala fe y devaneo político.

Desde Berlín, donde reside hace algunos años, nos escribe Flávio Aguiar en la revista Carta Maior sobre las personas que apedrearon la embajada brasileña en Alemania en protesta contra la realización de la Copa del Mundo en Brasil.

El patético manifiesto que dejaron los autores del atentado es una mezcla de desinformación, mala fe y devaneo político, y forma parte -como explica Aguiar- de una campaña cuidadosamente articulada por la prensa conservadora y por el establishment financiero europeo contra Brasil y su gobierno. Financial Times y The Economist han sido baluartes importantes de esa movilización.

Un examen más detallado de la situación permitiría incorporar otros actores, dentro de ellos Spiegel, de Alemania, que hace muy poco vituperó contra la celebración del Mundial 2014 en Brasil. Hasta el conservador El Mercurio, de Chile, se sumó a la campaña.

No se trata, en suma, de un movimiento puramente europeo. Haciendo zapping por la mayoría de las televisoras globales, o leyendo diarios y revistas internacionales, se revela la extensión y profundidad que alcanzó esta campaña, que paradójicamente reúne a los medios conservadores de la City londinense y adyacencias, junto a grupos supuestamente revolucionarios que, imposibilitados de revertir la tragedia económica y social en la cual está sumergida Europa, decidieron pontificar a los países que están océano de por medio.

En un continente azotado por el desempleo, debe generar incomodidad que el Mundial se lleve a cabo en un país que hoy presenta los más altos índices de empleo en el mundo, y cuyo salario mínimo aumentó 70% por encima de la inflación en la última década.

De la misma forma, es una vergüenza ver manifestaciones en una Europa golpeada por la desarticulación del Estado de Bienestar, contra un país que ha dado pasos importantes en la construcción de una sociedad más próspera, igualitaria y democrática.

Brasil dispensa esas lecciones, sobre todo cuando provienen de una alianza tan heterogénea como esta que estamos viendo.

Conocemos bien los ardides de la historia. A fines de los años 1920 y comienzo de la década de 1930 del siglo pasado hubo un trágico desencuentro de las izquierdas alemanas. Comunistas y socialdemócratas se acusaban mutuamente, mientras la extrema derecha se apropiaba de gran parte de las clases trabajadoras alemanas, sumergidas como estaban en el desaliento y la perplejidad política. Quien pagó esa cuenta no fueron sólo los alemanes, sino la humanidad entera.

No se puede negar que escuchamos la voz de las calles de Brasil. No sólo durante las manifestaciones de 2013, sino también en los casi 12 años en que Lula da Silva y Dilma Rousseff gobernaron y gobiernan este país.

En este período en Brasil comenzamos la construcción de una sociedad más igualitaria y democrática. Camino difícil de recorrer, tomando en cuenta la pesada herencia interna de décadas que nos fue legada, el difícil contexto internacional de los últimos años y también -tenemos que admitir- nuestros errores y deficiencias.

Sabemos que la transformación que el pueblo y el Gobierno brasileños están realizando no coincide con el guión previsto en muchos textos "clásicos". Pero sí sabemos que la mudanza ha sido suficientemente importante como para preocupar a las clases dominantes locales y, sobre todo, internacionales.

Vamos a seguir en este camino.

Y sí habrá Mundial.

(Tomado de Brasil 247)