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Directores deportivos… ¿vamos bien?

entrenadorMuchas veces he escuchado opiniones a favor o en contra de las designaciones de nuestros directores de equipo, selecciones o grupo de atletas para defender los colores de determinadas provincias o de contraer el enorme compromiso de conducir a Cuba a diferentes eventos de carácter internacional. En el béisbol, deporte nacional, se multiplica todo lo que dice el gran público. Tal parece que algunas veces no fuimos considerados con algunos entrenadores que merecen ese salto o es escasa la información del buen trabajo reconocido a aquellos que, de pronto, avanzan a escalones superiores.

Amigos de una larga experiencia o conocedores de lo saludable que puede significar contar y estimular a los más capaces, abogan por una escuela de directores técnicos que perfeccione los conocimientos y métodos de un verdadero formador, educador y estratega. Cierto es que haber sido un laureado atleta no se traduce en que usted sea, de dedo, un buen guía. Algunas veces vemos a alguien al frente de un colectivo –y aclaro, no es solamente en el béisbol– figurar como centro de alguna actividad del deporte. Nos inclinamos por su trayectoria o las glorias conquistadas en su etapa activa y no por sobrados méritos eslabonados en su tarea cotidiana. Me imagino que quienes dedican gran parte de su tiempo a una sobresaliente labor en su municipio o aportaron para su territorio, se sientan mal cuando esa designación no se corresponde con resultados anteriores.

Pienso que está llegando la hora de promover a quienes convencen con su trabajo diario. Lejos de preferencias, simpatías o abrir espacio al personaje más conocido, debemos ser justos con todos aquellos que contribuyen a la divina obra de cada jornada.

Quizás no en todas las provincias tengamos que lamentar esas incongruencias, pero es deber de las autoridades y nosotros, la prensa, exaltar los valores de profesores y entrenadores que se consagran frente a sus alumnos. Para que el deporte vaya hacia delante es necesario colocar en su lugar a todos los que ofrecen lo mejor de sus vidas en aras de formar integralmente a nuestros atletas del futuro. Transitamos por tiempos diferentes que exigen control, dedicación y unidad.

Premiar realmente a esas personas que se enfrascan todos los días en esa hermosa batalla que se llama educar y formar a las nuevas generaciones, debe constituir la aspiración de los buenos cubanos.

En fin, reconocer y estimular verdaderamente el trabajo de los mejores.