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Ucrania, otro huevo de Tiranosaurio

Hay bromas tan parecidas a la realidad que es difícil creer que solo sean un chiste. Un economista solía asegurar que cuanto entrega el FMI con una mano lo quita con las dos… y hasta con los pies. Aprecien un caso:

"Este programa económico tiene como objetivo restaurar la estabilidad macroeconómica, fortalecer la gobernabilidad económica y la transparencia, y promover un crecimiento sano y sostenible, que proteja a los más vulnerables". El párrafo es textual y está entresacado de la información con la cual el organismo financiero comunica que suministra a Ucrania un préstamo ascendente a  17 000 millones de dólares.

Ni siquiera voy a preguntar si es legítimo tan comprometido trato con un gobierno de facto, cuando, se supone, este mismo mes de mayo se deben hacer elecciones para elegir las autoridades ¿permanentes? del país. El apuro por suscribir varios tratados antes de arribar a tan “sacro” momento, provoca unas cuántas suspicacias.

En cuanto a eso de “proteger a los más vulnerables”, veamos qué significa. Del total a entregar, solo 3 190 millones son dinero fresco. Hay unos 5 000 millones destinados a sufragar débitos anteriores (Kíev debe alrededor de 6 200 millones), otorgados por el propio FMI, que desde ahora mismo, pone condiciones.

Las primeras: subir los precios de la energía hogareña e industrial y elevar los impuestos, pese a que la propia institución asegura que Ucrania sufrirá este año una contracción del 5%, Peritos muy serios creen que el decrecimiento puede llegar al 15%. Sea una u otra la mala noticia, el Fondo no explica cómo diantres el “ayudado” va a emerger o a recuperarse en años siguientes.

El déficit externo corriente era del -8,3% del PIB en septiembre del 2013. Hoy debe ser superior. Sin contar los más de  3 000 millones de dólares que le debe a la Gazpron rusa, su deuda externa alcanza  el 86% del PIB. Para rematar, el déficit comercial, presenta escasas posibilidades de un resarcimiento a corto plazo y menos si no se evita una guerra civil.

En el mejor caso, el compromiso hecho con Bruselas, exige adaptar  los estándares ucranianos a las normas industriales europeas. Eso obliga a realizar inversiones, grandes cambios en las empresas y fábricas de la ex república soviética, con una economía en contracción, como queda expuesto en el anterior párrafo, y casi seguro sometida a las conveniencias de sus nuevos socios. El saldo no es lisonjero para  los ciudadanos corrientes, ni para el país.

Otros problemas a encarar, son la acelerada mengua de las reservas en divisas, el fuerte déficit presupuestario y la devaluación (sobre un 26%) de la moneda nacional, dentro de un panorama bastante descompuesto y cuando los golpistas anunciaron, como les contaba, el envío de fuerzas irregulares (los fascistas de Pravy Sector)  a desarticular la resistencia de los habitantes del sureste. Intentar un pronóstico  sobre semejante cuestión es muy arriesgado.

Mientras tanto, y tal cual ocurren avances para consolidar a los que se hicieron por medios ilegítimos del poder,  la oligarquía ucraniana mantiene su puja por lograr posiciones oficiales y usarlas  para seguir aumentando sus fortunas. Seguro no sentirán asco si sustraen parte de lo que le facilitan para frenar la quiebra nacional.

¿Dije prestando? Si como exigen los del FMI se sube el precio del gas doméstico y tal como auguran prudentes observadores, se procede a eliminar puestos de trabajo, bajar salarios y pensiones,  se repetirá la historia de quienes no gastaron lo que llenó los bolsillos a otros, pero deben pagar por cuanto no recibieron. Socializar pérdidas, le dicen a eso.

Apenas anunciada la decisión del FMI de dar el préstamo, negociado desde la asonada del 22 de febrero pasado, diversos politólogos asemejan el futuro inmediato de Ucrania al sufrido por Grecia, quizás el peor ejemplo de cómo se destruye un país a través de medidas neoliberales, con paquetes de ayuda que tiene más efecto de castigo que de premio, allí  donde se aplican.

Con entusiasmo que merecería mejor propósito, la Unión Europea también dará su óbolo a Ucrania. Serán 11 000 millones, pero igualmente preconcebidos. Baste como ejemplo que destinan 10 millones de euros  a  un programa de “apoyo a la sociedad civil” entendiendo por ese concepto favorecer a sectores sociales de su agrado que, según sus criterios, promuevan “reformas democráticas”.

Es enternecedor apreciar cómo se están preocupando por Ucrania. Incluso  en Estados Unidos. ¡Washington parecía tan lejos! Cuando en realidad carcomía desde adentro esas partes blandas que toda sociedad tiene. Darán poco en efectivo. Entre 1 ó 2 millones de dólares. Ya gastaron mucho en subversión y deben seguir usando fondos en la dotación de pertrechos bélicos y efectivos militares a las naciones circundantes, sobre todo en abierta amenaza a Rusia.

En cuanto al FMI, no hay que dudar. Desde ya se sabe que cobrarán incluso más de lo que están dando. Y tampoco este será el final de tan pésima historia.