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¡Buena Bola! Un fantasma recorre el mundo (de la pelota cubana): el de Lisván Correa

Los aficionados pinareños disfrutaron el desquite. Gran Final del béisbol Cubano 2014.Foto:Ismael Francisco/Cubadebate

Los aficionados pinareños disfrutaron el desquite. Gran Final del béisbol Cubano 2014.Foto:Ismael Francisco/Cubadebate

Empieza a cobrar matiz de profecía (o hasta maldición), la sentencia que lanzara el cuarto bate de Industriales, Lisván Correa (ante las cámaras de TV) cuando comenzaba la semifinal frente a Pinar del Río: “Quién gane este play off será el campeón”.

Cuando escribí aquello que había dicho Correa algunos me tildaron de antimatancero, porque además expuse algunas razones por las cuales veía que aquella semifinal era mucho más fuerte, y ganarla implicaba subir el nivel de juego. Todo esto sin negar la calidad probada de los muchachos de Víctor Mesa (incluyéndolo a él, claro) no solo durante toda esta temporada sino en los tres últimos años.

Y a propósito del número 32 (o el mayor de los 32 del equipo Matanzas) también escribí que quitar un lanzador al primer pestañazo, es tan malo como dejarlo hasta que lo revienten a palos. ¿Qué dirá mi amiga Paca (escondida anoche cuando terminó el encuentro) de un director que pone 22 pitchers en dos juegos de play off? ¡22 en 18 entradas! No sé de dónde saca tantos lanzadores, ¿o son los mismos todos los días?. Cuando llegue al juego 7 (si llega) irán esos muchachos arrastrándose hacia el box; no se trata únicamente de los lanzamientos que hacen, pues si utiliza más de un lanzador por entrada, hay quienes no completan su faena ni ante un bateador; pero lanzar todos los días implica prepararse mentalmente, hacer un fuerte calentamiento; y por otra parte, esa estrategia de que los rivales no se acostumbren a un pitcher se le vuelve un boomerang, pues al cuarto o quinto juego, ya los rivales conocen a todos los lanzadores que van a enfrentar. Por otra parte, ese desfile tiene todas las de perder: si a veces es difícil que tres lanzadores salgan en buena forma, no cabe esperar que si utilizas 10, por lo menos 4 de ellos salgan mal.

En este tercer juego, por ejemplo, Víctor Mesa sacó del box a Yera, su lanzador estrella, tras haber tirado perfecto las tres primeras entradas. Abrió el cuarto con dos bases por bolas, (y no bases de un lanzador que ha perdido la goma sino buscando esquinas con el primer y segundo bateadores de la alineación pinareña). Pues sacó a Yera y, en ese momento le funcionó, dio el cero el relevista Lázaro Blanco. Al siguiente inning le hicieron 3 carreras. Un abridor estelar no es solo tu principal carta para ese juego, sino el que más intimida al contrario. Cuando un equipo explota a un abridor siente un alivio, tiene una sensación de victoria, se crece, y más si le había tirado tres entradas de 1,2 y 3. Claro que esto trae un nuevo elemento atractivo para el show: ver si Víctor Mesa se rompe su record de más lanzadores en un partido, en los juegos que restan; 12 parece difícil, pero ya ayer estuvo a punto.

Más allá de eso, creo que Víctor ha llevado al equipo a un nivel de juego que no es el habitual en nuestra serie; disciplina, concentración, atención a cada detalle, correr siempre, josear la pelota. También creo (y lo dije antes) que hay un poquito de exceso en cuanto a insuflarle a sus muchachos la convicción de que este año serán los campeones, lo cual —también lo escribí— puede conspirar contra el ánimo en el equipo si las cosas empiezan salir mal, creo que han llegado con presión extrema.

Hasta ahora el juego que le ganaron a Pinar, apretado, fue el primero, en que los tabaqueros apenas habían salido de un histórico play off de 7 juegos contra Industriales. Creo que era muy difícil recuperarse en un día del esfuerzo, sobre todo mental, de fuerte carga. Se había dicho que darían dos días por el medio (uno de traslado y otro de descanso) cuando terminara la semifinal; no se hizo así lo cual, obviamente, perjudicaba a los muchachos de Urquiola. A propósito del Mago del tabaco, ha manejado su pitcheo con precisión admirable, desde la sabia jugada que le tejió a los azules cuando pasó a Julio Alfredo a relevista en juego que tenía que ganar de todas todas. Ayer volvió a echarle mano, un par de entradas claves para que los “escarlata” (y esto empieza a tener el tono macabro de Edgar Allan Poe) que se habían acercado en el marcador, no se inspiraran. Julio Alfredo, además de un lanzador con recursos e inteligencia, derrocha coraje y espíritu colectivo. De Vladimir Baños era de esperar que saliera en buena noche. Discutíamos en el Congreso de la UNEAC en la mañana y alguien me dijo que Baños no estaba bien, y les repliqué: ha estado demasiadas veces mal, por lo que, siendo un lanzador calidad y de tan buena temporada, es de esperar que esté al tirar un juegazo. Y fue lo que hizo.

No creo que ya ganó Pinar, ni mucho menos, aunque tienen ahora a un Yosvany Torres, para lanzar el juego de hoy, que tras el año de ensueño que ha tenido y los das victorias sobre los Industriales en la semi, no tuvo éxito en su apertura de la final. Sospecho que viene a desquitarse. Los matanceros saldrán por todas, a sabiendas que es vital ese juego, si pierden tendrían que hacerles lo mismo que los pinareños le hicieron a mis Industriales. A propósito, ha decaído notablemente el antindustrialismo con Víctor Mesa; muchos de los amigos del centro y del oriente, que siempre han tenido a los leones en mirilla, apuntan ahora hacia él —aunque también sienten que sería hermoso que el pueblo matancero vea coronado su tan esperado título. Quizás más que por los tan renombrados modos, y ese “ganar a toda costa” se pasa de sorpresivo.

A propósito, tengo una para la sección “Por la costura” del programa antesala, ya que están con el arbitraje. En un juego anterior, en el Victoria de Girón, cuando salieron a discutir las reglas del terreno, Víctor Mesa llegó cargado de javitas con obsequios ¡para los árbitros! Se sabe que no sería un cheque ni nada parecido, parecía algún cocodrilito de artesanía, pero cómo un director de equipo va a hacer regalos, o llamémosle obsequios a los que tienen que impartir justicia, en la antesala del juego y ante las cámaras. El beisbol es tan grande y complejo que a lo mejor no está reglamentado, pero conociendo el basamento ético, o cultural que trae en el tiempo no creo que esté permitido. En la simbología beisbolera, cuando se sale al terreno de pelota, es el director home club quien entrega su alineación primero, y eso significa que el “dueño” del estadio entrega como la llave de la casa a los jueces, o sea que con la alineación le está otorgando a los árbitros la autoridad de su terreno. A partir de ese instante en que le da su alineación oficial, el manager home club, como el dueño de casa, le otorga el mandato (según nos historiaron precisamente en una de las secciones Por la costura). Eso guarda relación obviamente con los orígenes en la historia del deporte de las bolas y los strikes. Dentro de ese basamento ético en la tradición no creo que esté aceptado hacer algún presente a los árbitros, pues si bien es un gesto de amabilidad, ante los ojos del público y el equipo contrario, significa un acto de comprometer anímicamente a los que tienen que impartir justicia en el partido.

Sobre el juego de ayer, se ve un Pinar muy arriba, concentrado y con espíritu de que “pueden” ser campeones, no de que “lo van a ser”, y este detalle es importante. Porque hay un hilito de diferencia entre quien cree que puede ser campeón y el que ya se cree campeón; diferencia casi imperceptible, pero que puede implicar el paso de un espíritu guerrero a un desborde de confianza. En ambos estados anímicos los jugadores salen a jugar con toda su explosividad, pero, el que “cree” y no el que “sabe” que puede ser campeón, está más preparado para un momento adverso, porque ya lo tiene entre sus posibilidades. Si yo creo que puedo ser el campeón, doy por descontado que el contrario también puede serlo, o sea tengo en mi espíritu ya los momentos difíciles que puedan venir, que tendré que superar; si creo que soy el campeón de seguro, esos momentos me sorprenden porque no los tenía incluidos en mi exceso de autoestima. Pero bueno, no me las voy a dar ahora de Sigmund Freud.

El caso es que ese equipo de Pinar del Río está jugando con un espíritu admirable, no solo porque le van para arriba a los juegos con tremenda garra sino también desde la serenidad y un toque de humildad que imprime Alfonso Urquiola. Ha tenido escollos, y ahora se le lesionó Duvergel, un peloterazo, tercer bate del equipo, y en un gran momento; todo parece indicar que no podrá jugar en lo que queda de play off, al menos como regular según dijo Urquiola en conferencia de prensa. Golpe sensible, que ayer supieron superar los tabaqueros.

A propósito de la Conferencia de prensa, reapareció ahora de golpe en el juego tres. Nadie se explica, (ni explicaron) por qué no se hicieron antes, como en años anteriores. Se rumora (las malas lenguas) que era para evitar las malas contestas de algunos, especialmente los que pierden, —sobre todo Víctor Mesa, que se destacó en eso “otroramente”. Y como para darle la razón a los lengüilargos, pues no asistió ayer a la conferencia, (al parecer no le dio la gana) tras el juego; ni fue nadie del equipo, ni dieron explicación ninguna ante las cámaras. No es que me apasionen demasiado esos encuentros con la prensa, por lo regular no suelen ser buenas ni las preguntas ni las respuestas, pero el público las espera. Además, es la manera de reconocer a algunos jugadores, incluso rivales. Por ello me parece que no hay por qué botar el sofá. Hay que enseñar a nuestros directores —o algunos de ellos—, a perder con dignidad, y analizar errores y virtudes de sus jugadores, o de los contrarios; con profundidad, mostrando sus conocimientos. Una buena conferencia de prensa pos partido sería como una clase de beisbol y de la ética de ese deporte, pasión nuestra. Y para el público es la oportunidad de ver en pantalla a sus “ídolos” conversando fuera del terreno.

Y hablando de públicos, creo que Pinar del Río se merece una, aunque sea modesta, gradería en los jardines, al menos unos bancos metálicos, allí en la ya famosa Lomita tras las cercas a las que asisten cientos de aficionados. Pinar del Río es uno de los más grandes equipos de la pelota cubana. Si bien soy industrialista, coincido con que a Pinar hay que reconocerle también sus títulos como Vegueros. A las provincias que han jugado con nombres diversos deben contárseles esos campeonatos, no es justo que Industriales sea el más ganador porque siempre se han llamado así.

Mi buena Paca, sal de la cueva, que extraño esos artículos de cartomántica donde empiezas a ver humos de tabacos, moderduras de cocodrilos, leones famélicos. Y mi último “a propósito”: por culpa o de tus llamadas, o tus textos, soñé anoche que iba hacia el trabajo y un león muy flaco, débil, iba por la calle caminando en dos patas, y yo casi me indignaba porque, en lugar de la gente gritar de pánico por ver un gran león en la calle, pues se reía. (No es broma).